Las mujeres que conservan en Cobres un legado de tres siglos
Madamas y galanes apuran la puesta a punto de sus atuendos para que todo esté listo el 22 de febrero, jornada previa al Entroido, en la que la gran comitiva carnavalera de Cobres hará una maratoniana previa con su presentación por las parroquias de Vilaboa. Un centenar de personas participa en este carnaval único.

Fernando Martínez
F.M.
La puesta de largo de las madamas y galanes del Entroido de Cobres, en Vilaboa, esconde horas de trabajo silencioso, artesanal y paciente, para perpetuar siglos de tradición reflejados en trajes y sombreros. No hay patrones ni modelos. Hay un buen hacer que fue pasando de generación en generación, desde el siglo XVII hasta nuestros días.
De ello sabe mucho María del Carmen Docampo, vecina de Muíño, en Santa Cristina. A sus 70 años recuerda con emoción cómo su madre y su abuela hicieron con cariño las ropas y el sombrero con el que se estrenó como Madama cuando tenía solo 13 años. «Non hai festa que me guste tanto como o Entroido, porque me recorda aquel ambiente festivo que había na casa cando eu era nena», explica. Dejó de formar parte de las parejas de baile cuando alcanzó la mayoría de edad. «Daquela aos 18 xa había que ir traballar e a vida era moi distinta, nada que ver co de agora», añade María del Carmen.
Embalado entre telas y papel de seda conserva el sombrero de su juventud. «É unha reliquia que para min ten un valor incalculable; non llo prestaría a ninguén», reflexiona.
María del Carmen Docampo nunca dejó de formar parte de la familia del Entroido de Cobres, con quien colaboró siempre como artesana de la elaboración de los sombreros. En su taller de costura acumula cuatro: El suyo, el de dos hijas y el de una nieta, a la que ya le hizo un traje completo cuando apenas tenía un año de vida.

La artesana muestra el interior de los uno de los sombreros. | FdV
«Vounos renovando para conservalos porque dan moito traballo e non saen nada baratos», apunta, a la vez que recuerda que el año pasado participó en un taller en el que compartió su técnica con otras personas de Cobres «para que esto continúe e non se perda; é moi importante que se fagan actividades como aquela para que a xente máis nova sepa facer sombreiros».
Para los de casa y para quienes se lo encargue, María del Carmen Docampo tiene un estilo propio y una premisa: hacer una estructura estable y lo más ligera posible. «Eu forroos por dentro, para que sexan cómodos porque botan moitas horas con eles postos».
Los sombreros de Madama no son precisamente baratos, su confección cuesta entre 1.000 y 1.500 euros
El trabajo comienza con un sombrero de pajilla «que o de agora xa non é tan bo como o de antes tampouco», que arranca con una inversión de unos 120 euros. A partir de ahí se van sumando elementos a un armazón que combina flores de colores, espejos, abalorios, figuritas y varias cintas hasta alcanzar los 50 centímetros de alto y unos 7 kilos de peso. «Os abalorios, tanto os do sombreiro como os do pectoril, na miña época eran de ouro. Nadie tiña tanta xoia. Había que andar a pedilos á familia e máis aos veciños para lucir. Aquelo si que pesaba. Agora todo é fantasía, máis liviana», explica.

Una mujer prueba los ornamentos de las madamas del Entroido de Cobres. | R.V.
Tal vez menos pesada, pero no barata. María del Carmen cifra entre 1.000 y 1.500 euros el coste de un sombrero de Madama, «sen botarlle a conta a todas as horas que fan falta para facer un sombreiro de calidade, coas frores ben amarradas para que non se movan».
Esta vecina de Vilaboa recuerda que su madre y su abuela tenían una habitación habilitada para la confección de estas piezas. «E viña moita xente mirar e aprender. Había un ambiente estupendo xa cos preparativos. Teño esa sensación moi gardada», apunta. Y es que no oculta que para muchas personas de su generación, hombres y mujeres, el Entroido de Cobres es sinónimo de felicidad, de alegría, de compartir y de fiesta en el sentido más amplio de la palabra. «Cando íamos bailar comiamos o que nos daban nas casas; o que había. Galletas non as tiñan en case ningunha. Pero pasabamolo moi ben. Ao rematar o percorrido os gaiteiros seguían tocando no baixo na casa e a festa duraba ata a mañán. Eran catro días de festa sen interrupcións. Eso hoxe xa non o aguantan tampouco».
Cuatro meses de trabajo
En su pequeño taller, María del Carmen conserva un sinfín de piezas que van desde antiguas faldas a cinturones que evolucionaron con los años junto a cajas de abalorios que cada edición dan vida a un nuevo sombrero. «Fan falta máis de catro meses de traballo para acabar unha peza destas», explica, mientras su nieta Carla escucha con atención el relato de su abuela, con el interés de quien sabe que algún día tocará tomar el relevo. «Esta tradición ten futuro; non temos ningunha dúbida», concluye.
- Condenado a cuatro años y medio por dar un puñetazo a un viandante que se golpeó la cabeza contra el suelo en Pontevedra
- Un autobús de Monbús se empotra contra una dársena en Pontevedra
- Fernando Morientes, de compras en el Mercado de Abastos de Pontevedra
- ¿Picaresca ante la falta de taxis por la noche?: cazado un profesional de otro concello en viajes nocturnos
- Día Mundial del Síndrome de Down: «Yo solo quiero un trabajo»
- El mayor parque urbano, en obras: tendrá ‘skate park’, miradores y un canal de agua
- Los vecinos de Campolongo arropan a su patrón
- Inspector Manuel Barreira: «El sanitario agredido empatiza con el paciente que le insulta y no denuncia»