El drama de la emigración femenina a Canarias

Un alumno de Comunicación presenta su documental sobre la ruta al archipiélago

Ángel Cea.

Ángel Cea. / FDV

C. V.

Se llama Ángel Cea ronda la veintena y apenas comienza su vida profesional, pero lo está haciendo por todo lo alto. Porque este estudiante de Comunicación del Campus de Pontevedra presentará el jueves a las 20.00 horas en la Casa das Campás el último documental en el que ha participado, centrado en la migración femenina de la ruta entre África y Canarias. En el proyecto, que lleva por título «Mar de fóra», también participan Érika Martínez y Miriam Rodríguez. Los tres fueron seleccionados por la Asociación Galega de Comunicación para o Cambio Social (Agareso) durante el pasado curso. Su trabajo recoge la esencia de esta ruta migratoria tan dura donde el perfil del migrante es hombre y en la que es cada vez más frecuente la presencia de mujeres en las barcazas que llegan hasta las islas.

La crudeza de esta ruta

«Tenía sólo 17 años cuando vine, pensé si me muero en el mar pues que así sea, pero quiero ir a España. Era la única mujer en mi barco y 65 hombres», narra una de las jóvenes que participan en este documental. Sus palabras ilustran la desesperanza de muchas mujeres inmersas en sociedades donde la desigualdad, la pobreza o los conflictos armados marcan el día a día. Y que se atreven a migrar. Su decisión no es sencilla, el trayecto lejos de ser un camino seguro, está gestionado por mafias. Además de ser rutas peligrosas donde muchas personas pierden la vida mientras cruzan el territorio (en ocasiones a través de países diferentes) antes de llegar a las cosas desde donde salen las pateras y otras embarcaciones igual de precarias. Y por si el Atlántico no fuera suficientemente peligroso, esta ruta representa una extensión de kilómetros entre África y el archipiélago plagado de piratas que atacan y secuestran a los pesqueros que operan en los caladeros africanos occidentales.

En este contexto son las mujeres las más expuestas. «Cualquier aspecto de su cuerpo es utilizado como mercancía», explica el trabajo de Cea y sus compañeras.

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