Peón, la tinta que grabó la historia local

La emblemática Imprenta Peón cerró sus puertas el 31 de diciembre para siempre. Deja atrás tres generaciones dedicadas a imprimir la historia de Pontevedra y algunas de las obras más importante de la literatura y la producción artística local, además de miles de encargos particulares que son pura vida.

Maestro y aprendiz, tras una vida juntos capeando los cambios tecnológicos. |  Gustavo Santos

Maestro y aprendiz, tras una vida juntos capeando los cambios tecnológicos. | Gustavo Santos

La Imprenta Peón cierra sus puertas tras 123 años dando cuenta de la vida administrativa, comercial, social y artística de Pontevedra. Lo hace porque «no se puede competir con las máquinas modernas». Tampoco con las técnicas de diseño gráfico y otros inventos de estos nuevos tiempos. Sin embargo, pocas entidades representan, y conocen con esa certeza, tantas cosas sobre la vida y milagros de esta ciudad como esta empresa familiar.

Por sus máquinas, joyas en sí mismas (entre las que figura una prensa de 1700 y otra de 1863), han pasado los recibos de notarios y administradores. También los carteles de las fiestas del Albariño y la Semana Santa. Y la minuta de las fiestas de la Peregrina y «Primavera» (porque en la época franquista eso de los Carnavales ni se nombraba) que el Liceo Casino o la Diputación ofrecían en los años 60. También se diseñaron e imprimieron las «fes de vida» de todo el mundo, en forma de invitaciones de boda y recordatorios de comunión o boletines de notas del Sagrado Corazón de Placeres. También los partes de muerte, pues por ellas pasaban todas las esquelas de la ciudad, hasta que se empezaron a encargar las funerarias. «El diseño de todo aquello, esos detalles de cada invitación y cada tarjeta de visita, era el juguete de mi padre, le gustaba tanto que repetía y repetía el trabajo, hasta quedar satisfecho», recuerda con cierta nostalgia Nito (Juan Antonio) Peón Gómez, nieto del fundador, mientras se afana en romper modelos de lo que un día fueron sus trabajos estrella.

Nito y la prensa del año 1700. |  Gustavo Santos

Nito y la prensa del año 1700. | Gustavo Santos

Desde que el pasado 31 de diciembre cerraran las puertas al público recoger, organizar y tirar papeles ha sido la principal tarea. Aunque no es fácil. Cada cartulina es un recuerdo y abstraerse pensando en el pasado es inevitable. Las mesas se van quedando vacías y dejan a la vista unos maravillosos artilugios: sus prensas e imprentas. Entre las que «la Minerva» de 1920 es la reina. En ella se imprimió, entre otras, la revista Sonata Gallega y junto a las otras máquinas, fueron testigos de creaciones literarias y grabados de maestros como Castelao («Os vellos non deben de namorarse»), Filgueira Valverde (que se crió al lado de la imprenta), Carlos Sobrino, Cifuentes, Sánchez Cantón o Conde Corbal, cuyos grabados se hacían a partir de un molde tallado con las ballenas de los paraguas.

Uno de los últimos trabajos realizados por esta histórica imprenta ha sido el calendario 2025 para la parroquia de San Bartolomé que, a todo color y con figuras tan potentes como la madre Teresa de Calcuta, compone la muestra gráfica de una despedida que deja huérfana a la plaza del Teucro. Más honda aún si se tiene en cuenta que, solo unos metros más arriba, en la calle Princesa, abandona también su existencia en su centenario la tasca «La Navarra», otro testigo mudo de la historia local.

José Manuel, de aprendiz a maestro al lado de la familia Peón.

José Manuel, de aprendiz a maestro al lado de la familia Peón. / Gustavo Santos

José Manuel Rey, el último hombre del oficio

El 25 de diciembre José Manuel Rey, el empleado más longevo de Peón, cumplió la edad de jubilación, bueno, al menos sobre el papel, porque él en realidad nació el día 19 de diciembre, pero un error en el registro le cambió el cumpleaños. «Trabajo más días de lo que marca la ley», bromea a menudo. Él era el bastión de este oficio, el último de la imprenta. Entró a formar parte del equipo de Peón con solo 15 años. «Su tío tenía un taller de joyería y sentía confianza con nosotros. Un día vino por aquí para contarnos que tenía un sobrino que era un chaval al que le vendría bien un trabajo. Llegó y desde aquel día ha estado con nosotros», rememora Nito. Se trata de un vínculo estrecho y fuerte, forjado a lo largo de 50 años, el medio siglo que José Manuel le ha dedicado al proyecto de la familia Peón. Toda una vida, que no siempre ha sido fácil.

«Aquí siempre hubo una docena de empleados. Unos iban, otros venían... Pero José Manuel siempre estuvo con nosotros. En los últimos tiempos hubo momentos de dificultad, pero siempre tiramos para delante. Había veces que venía a trabajar, pero ya no había encargos como antes», explica Nito. Para él y su hermano Celestino, José Manuel es más que un empleado y la prueba es que han aguantado hasta la jubilación de este. «Cerramos por él. Es el último de nosotros».Conscientes de lo que la Imprenta Peón ha significado para los pontevedreses, la familia ha puesto a a venta tanto las máquinas como los muebles industriales, para regocijo de coleccionistas y nostálgicos de otras épocas que busquen consuelo.

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