El mercadillo de antigüedades estrena ubicación, distribuido en cuatro zonas

En general, los vendedores valoran positivamente los nuevos emplazamientos | Además de la calle Sierra, donde se sitúan dos espacios, se reparte entre César Boente y A Pedreira

Vendedores en un puesto de la zona 1, en un lateral del Mercado de Abastos.

Vendedores en un puesto de la zona 1, en un lateral del Mercado de Abastos. / Rafa Vázquez

El tiempo no acompañó en el estreno de las nuevas ubicaciones del mercadillo de antigüedades, que desde ayer se reparte en cuatro zonas del centro histórico. A mayores de su habitual emplazamiento en la calle Sierra, donde siguen ubicadas dos áreas de puestos, los vendedores se situarán en adelante en un tramo de la calle César Boente y en la plaza de A Pedreira.

La lluvia hizo que varios de los vendedores desistiesen de montar sus puestos, de hecho la calle César Boente estuvo vacía y hubo poca actividad en A Pedreira, pero habitualmente en mercadillo «somos unos 35 aproximadamente», explica Óscar Barral, que encabeza los ambulantes de la zona 1, ubicada en uno de los laterales de la Plaza de Abastos.

Es uno de los que valora positivamente la reubicación. «Muchos de los vendedores que estaban en Sierra van a estar mejor en A Pedreira, porque no generarán molestias, también van a estar pegados a la pared, creo que tienen mejor espacio: si llueven pueden ponerse bajo los soportales y si no podrán situar alguna estantería».

A cambio de una ubicación más cómoda, se reducen los metros para cada puesto. Ahora cada vendedor dispondrá de 4 metros para la venta de mercancía.

La lluvia obligó a cubrir con plásticos artículos a la venta en la plaza de A Pedreira, donde algunos vendedores se resguardaron bajo los soportales.

La lluvia obligó a cubrir con plásticos artículos a la venta en la plaza de A Pedreira, donde algunos vendedores se resguardaron bajo los soportales. / Rafa Vázquez

Los ambulantes se congratulan especialmente que de este modo «se evitan las molestias a los vecinos» de la calle Sierra, tanto para acceder a sus portales como, especialmente, «por las horas de montar, que muy tempranas y siempre se hace ruido», apunta otro de los vendedores de la zona 1, «ahora nos vamos a repartir así para que esto continúe».

Stefan Edú, cuyo puesto está ubicado en A Pedreira, explica que el nuevo emplazamiento «está bien. Estaba en el otro lado y resulta que estábamos molestando a la gente, por eso la semana pasada vinieron del Ayuntamiento, tuvimos una reunión con ellos y nos dijeron que se cambiaba. A mi me tocó este sitio», señala desde los soportales de la plaza.

Para instalar el puesto en el mercadillo «hay una lista que hace el Ayuntamiento y ahora tenemos indicado el nombre y los sitios», detalla mientras señala a los carteles que marcan en el suelo la ubicación de los puestos.

A propósito de su trabajo en el rastrillo, indica que «normalmente a las 9 en punto ya estamos aquí y marchamos a la una y media o dos, depende de los compradores que haya. Vendemos cosas viejas por poco dinero, 50 céntimos, 1 euro o 3, depende, y ganamos nuestra vida como se puede. Depende del día, pero hoy no hicimos ni para el pan».

Es un labor que aprecian clientes como Alejandro Medina, que desde hace una década compra en el rastrillo. Recuerda que «son gente honrada que se gana la vida de esta forma, por ejemplo juntando las cosas en los contenedores. Y hacen una buena labor, porque se recicla muchísimo con esto y viene mucha gente de muchos estratos sociales a comprar. En el mercadillo hay buenas cosas y además se les da un nuevo uso».

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