21 de enero: Día Mundial del Perro de Trabajo
Chispa y Cuper: un olfato insuperable
La unidad Cinológica de la Guardia Civil de Pontevedra cuenta con varios perros de trabajo, que buscan drogas o explosivos en el aeropuerto de Vigo, en la prisión de A Lama, en festivales y eventos con público multitudinario...

Rafa Vázquez
Chispa y Cuper son dos pastores belga malinois de tres y un año de edad, respectivamente. Ella ya es una agente oficial de la Guardia Civil; él conseguirá su número en breve, puesto que está a punto de ser sometido a la valoración para su reconocimiento. Son mucho más que dos perros de trabajo (cuyo día mundial se celebra cada 21 de enero), ya que son parte de la vida personal de su guía, el agente Víctor Fraga Ríos, miembro de la Unidad Cinológica de la Guardia Civil dependiente de la Comandancia de Pontevedra.
La unidad, con base en el aeropuerto de Peinador, está físicamente formada por dos guías de drogas, con cinco perros actualmente (uno a punto de jubilarse), y un guía de explosivos, con otros tres canes. El equipo compuesto por Víctor, Chispa y, en breve, Cuper trabaja en la detección de estupefacientes.
Durante una entrevista con FARO en Pontevedra, Fraga explica cuál es el proceso por el que un cachorro se convierte en agente de este cuerpo de seguridad y qué condiciones debe reunir para lograr su número.
Será así en el caso de Cuper a través del Plan Aurora, consistente en la socialización y posterior adiestramiento de un perro joven por parte de su guía. «Él tiene ahora un año y dos meses. Normalmente, con quince o dieciséis meses yo solicito a la Guardia Civil una valoración en El Pardo para que vean cómo trabaja, algo en lo que yo lo estoy adiestrando», afirma.
Allí, en Madrid, donde se encuentra el centro en el que se imparte la formación al personal de la Guardia Civil en adiestramiento de perros, examinarán su olfateo, el manejo con la correa, que marque bien...
«El perro tiene que entender que no siempre hay drogas, por eso también trabajamos en vacío», indica Víctor Fraga.
Además, respecto al uso de la correa, señala que depende mucho del guía. «En mi caso me gusta trabajar sin ella y utilizarla solo a veces, para dirigirle al punto».
En cuanto al marcado, puede ser pasivo, en el cual el agente canino se sienta, o activo, en el que ladra o rasca. Para la elección de uno u otro, es importante tener en cuenta que el perro puede marcar en la calle, de ahí que guías como Fraga, prefieran el marcado silencioso, es decir, el pasivo.

Chispa sigue el paso a su guía en un ejercicio. / RAFA VÁZQUEZ
Especialización
Los perros de trabajo están especializados en su tarea. Es decir, que uno que se dedique a la búsqueda de explosivos no puede hacer lo mismo con drogas o dinero. No porque no esté capacitado para ello, sino porque no sería operativo a efectos prácticos para las unidades policiales.
Cosa diferente es que estén entrenados para buscar drogas y dinero, ya que en muchas ocasiones los hallazgos de ambos se dan simultáneamente. No es raro encontrar estupefacientes junto a fardos de billetes.
«Tampoco hay problema en pasar de la búsqueda de personas a drogas», señala Víctor Fraga.
Hay que destacar que el papel moneda y la tinta son especiales, de ahí que estos perros sean capaces de diferenciarlo. Aún así, en estos casos se les entrena con umbrales altos de dinero, como es lógico a la hora del marcado.
Cada entrenador utiliza sus métodos, aunque hay algunas cuestiones en común. Para el guía de Chispa y Cuper es fundamental que «si el perro te muestra sumisión, tú tienes que parar, respetar eso». En caso contrario, se puede generar un trauma en el animal que afectará a su trabajo futuro.
No extraña esta forma de pensar de este guardia civil, ya que los dos malinois viven con él. «Es una decisión personal. Yo quiero que estén conmigo desde cachorros, porque todos los días trabajo con ellos, sobre todo el tema conductual, para lo que busco escenarios nuevos. Pero, además, no me imagino que se queden solos durante horas. Sufro pensado eso. En nuestra vida juntos hay momentos de trabajo, de juego, de pateo... Raro es el fin de semana que no nos hacemos una ruta de dos o tres horas», reconoce este hombre, que no deja de formarse en la materia. El próximo curso que tiene previsto hacer es de utilización de láser para el entrenamiento en la búsqueda de explosivos.
Durante el reportaje con FARO, tanto Cuper como Chispa demuestran sus capacidades, de modo que Fraga les pone varios señuelos escondidos de heroína y cocaína y no tardan en encontrarlos. «Se les puede adiestrar con cualquier cosa que desprenda olor», afirma. «Cuando trabajamos con drogas, tiene que ser pura».

Chispa y Cuper juegan en el patio de la Comandancia de Pontevedra. / RAFA VÁZQUEZ
Hallazgos variopintos
Antes los perros de la Guardia Civil estaban en una zona de la Comandancia de Pontevedra, pero desde hace años su sede está en el aeropuerto de Peinador, en Vigo. Por ello los equipos trabajan mucho allí, sobre todo cuando son vuelos internacionales o procedentes de Madrid.
Además, en este escenario Víctor Fraga aprovecha para adiestrar a sus canes con la utilización de maletas. Su presencia provoca, asimismo, un efecto disuasorio en la población a la hora de intentar pasar sustancias en el avión.
La Unidad Cinológica de Pontevedra también realiza dos servicios al mes en el centro penitenciario de A Lama, tanto en paquetería como en el control de accesos.
«Los días que vamos tienen unos 50, 80 o 100 paquetes almacenados para su revisión. Pero también podemos hacerla con las visitas en el acceso. Normalmente se hace con personas que vienen a ver a internos que están allí por cuestiones de drogas», asegura Víctor Fraga.
Por otro lado, se puede solicitar la presencia oficial de los perros de la unidad en los puertos o en determinadas intervenciones policiales en coches, viviendas...
La acción más curiosa es la que se realiza en los festivales o eventos con público multitudinario, donde los agentes se encuentran en los controles de acceso para luchar contra el menudeo.
La fiel Chispa ya acumula importantes logros en su labor como agente de la Guardia Civil. En el centro penitenciario de A Lama encontró diez gramos de hachís en los cosidos de una manta que iba destinada a un interno, 43 gramos de esta misma droga en un preservativo que una mujer pretendía pasar en su vagina también en la prisión o, y esto ya son palabras mayores, 239 kilos de cocaína en un contenedor con grano incautado en el puerto de Vigo.
Son muchas las anécdotas que su guía puede contar y muy variopintos los lugares que se utilizan para pasar drogas: disfraces, plantillas de zapatillas, pliegues bajo el pecho en personas con sobrepeso, palanca de cambios del coche...
Los perros también muestran frustración cuando no son capaces de encontrar: «Si encuentran una dificultad, buscan tu gesto, el del guía. Te mira para que le eches una mano, pero no puedes. La razón es muy sencilla: si tú le indicas con la mano, él asocia».

Cuper marca una moto en la que su guía ha escondido droga como parte de un ejercicio. / RAFA VAZQUEZ
Pasión por los animales
Víctor Fraga Ríos, de 55 años, realizó el curso de guía de perros de trabajo en el año 2006. Anteriormente estuvo en la Brigada Paracaidista entre 1989 y 1992, año en el que entró en la Guardia Civil.
Estuvo en el GAR de operaciones especiales, en Tráfico, volvió al GAR y fue en este grupo donde hizo el curso de guía para perros. Hasta 2014 trabajó en seguridad y rescate con perros de intervención. Tras una etapa como motorista, se fue a la unidad de búsqueda de personas con perro con base en Ourense. Desde 2022 hasta la actualidad trabaja en la detección de drogas en la sede pontevedresa en Vigo. También fue escolta en la embajada de España en Líbano.

El fallecido perro Koto y Víctor Fraga cuando recogió sus cenizas. / FdV
El recuerdo de Koto, un perro que le marcó la vida
Hay perros que marcan la vida de sus guías. Es el caso de Koto, un pastor belga malinois que a día de hoy sigue ocupando un lugar preferencial en el corazón de Víctor Fraga Ríos. El can murió atropellado persiguiendo a un gato cuando se dirigían a un operativo en febrero de 2023. Tenía solo tres años y, tal y como lo define Fraga, «era un perrazo». Había un vínculo afectivo muy grande entre ambos porque él lo crió a biberón, ya que su madre lo rechazaba. Su muerte fue un duro golpe y supuso un año muy duro para su guía.«El día que recogí sus cenizas me puse el uniforme de gala, se lo merecía», confiesa emocionado.
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