Benditas mascotas

Bendición de mascotas, esta mañana, en la parroquia de San José de Campolongo.

Bendición de mascotas, esta mañana, en la parroquia de San José de Campolongo. / Rafa Vázquez

Más de una veintena de mascotas, en su gran mayoría perros pero también un conejo, participaron en la mañana de ese viernes en la tradicional bendición a los animales en el día de San Antón. El atrio de la iglesia de San José, en el barrio de Campolongo, fue escenario un año más de un acto que para muchos propietarios se ha convertido en una cita infaltable.

Es el caso de Cris, que acude apurada con sus caniches Lola y Vega. “Esta vez casi no me da tiempo a llegar”, explica, “pero siempre vengo porque pienso que si no las traigo un año igual pasa algo”.

Otro tanto sucede en el caso de Susana, que acude con su pincher Peregrina. “La encontramos un día de La Peregrina, y ella también hizo su propia peregrinación, así que decidimos llamarla así”, señala la propietaria, otra de las que reconoce que no falta a la bendición. “O la traigo yo o lo hace mi madre, que incluso la engalana, un año hasta le hizo un traje como de bautizo”, recuerda.

Peregrina es toda una veterana que acude por décimo quinto año a la bendición, así que no se asusta ni del movimiento ni del agua bendita.

A los propietarios y a sus mejores amigos el sacerdote les recordó que “los animales y toda la creación forman parte del plan divino”

A unos metros, la wetsie Lola da buena prueba de la personalidad y el carácter intrépido de estos terrier, y su propietaria se esfuerza por tranquilizarla momentos antes de que el sacerdote concluya la misa y salga al atrio para la bendición.

Allí lo esperaban mascotas de todas las edades, inquietos cachorros y también perros que tienen que ser transportados en sus carritos por sus lesiones. Es el caso de Kira, una bulldog francés de 13 años, que está “operada de dos hernias discales”, detalla su propietaria, Marisol. Ésta acude a la bendición “siempre que puedo, la traigo desde que era muy pequeñita” a un bendición que es también, como señaló el sacerdote, un “reconocimiento a la dignidad” de los animales que nos acompañan.

Y con los veteranos, novatos como la coneja Ramona. “Es el primer año que viene”, señala su propietaria, que explica que su pequeña compañera “es muy tranquila y juguetona”. De hecho, a los asistentes les sorprendía el carácter sosegado, que la propietaria atribuye a que está acostumbrada a compartir espacio con otras mascotas, por lo que no se asusta al ver perros o gatos.

A los propietarios y a sus mejores amigos el sacerdote les recordó que “los animales y toda la creación forman parte del plan divino”.

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