Un seísmo de 3,2 grados con epicentro en Barro se siente en 200 localidades gallegas

El Instituto Geográfico Nacional reporta registros del terremoto en toda la provincia de Pontevedra y en el sur de la de A Coruña

No hay constancia de daños o heridos

Mapa que detalla los lugares donde se sintió el seísmo .

Mapa que detalla los lugares donde se sintió el seísmo . / IGN

La madrugada de ayer domingo bien podría haber sido una noche de miedo en las localidades de Barro, Campo Lameiro, Moraña o Pontevedra, entre otros. Pero todo se quedó en una anécdota tras ser el foco del seísmo de magnitud más alta registrado en la provincia en el último año, al alcanzar los 3,2 grados. Sin embargo, la sensación general de los vecinos es que el temblor pasó desapercibido.

El Instituto Geográfico Nacional situó el epicentro en las inmediaciones del Monte Acibal, a unos 20 kilómetros de profundidad y reportaba registros de que se había sentido, en mayor o menor medida, en más de 200 localidades gallegas: en toda la provincia de Pontevedra y al sur de la de A Coruña.

El propio alcalde de Barro, Xosé Manuel Fernández Abraldes, explicaba ayer que fue informado por la mañana por el subdelegado del Gobierno, Abel Losada, quien le hizo llegar un informe del Instituto Geográfico Nacional (IGN) donde quedaba registrado un seísmo de 3,2 grados de intensidad a la 1.24 horas de la pasada madrugada, y que el primer edil confirmó no haber notado. «Estaba con amigos en una cena y no noté nada. He mantenido contacto con el 112, la Policía Local, Protección civil y muchos vecinos y no hay registrados daños personales, ni materiales. Y ninguna de las personas con las que hablé me dijo haberlo sentido», comentó ayer. El alcalde sí reconoció haber experimentado una «sensación rara» en otro momento, cuando se produjo el seísmo con epicentro en Vilaboa (1,8 grados de intensidad) el pasado mes de mayo, pero no en esta ocasión en la que el grado era mayor y el epicentro su propio pueblo.

«Es posible que haya influido el hecho de que se ha producido a 20 kilómetros de profundidad. Puede ser que la onda expansiva se desplazara hacia los lados y no en vertical. Quizá eso explicaría por qué hay quien afirma haberlo sentido estando a muchos kilómetros de aquí, pero en definitiva, yo no soy un experto y no puedo explicarlo», decía Fernández en relación al hecho de que los vecinos, en general, no manifestaran molestias, ni daños por el temblor en su área de influencia. Y, sin embargo, haya personas de Santiago de Compostela, por ejemplo, que han asegurado que lo notaron.

«Fue como si pasase un camión por el cabecero de la cama. No era temblor, solo ruido», relataba al Correo Gallego una familia de Meixonfrío. Frente a su testimonio, decenas de vecinos de las zonas que ocupan el centro del seísmo afirmaban no haber sentido nada durante la noche, a pesar de que muchos estaban despiertos. Siendo solo unos pocos los que aseguran haberlo notado.

En Barro, la noche fue tranquila, en general. «Estábamos durmiendo y no notamos nada. Y esta mañana los vecinos tampoco han comentado que lo hayan sentido», decía ayer María Dolores, dueña del bar A Fonte. «Nos comentó un vecino que hubo un terremoto, pero nosotros no lo notamos, a esa hora estábamos cerrados», decía el dueño de A Lareira.

Xeve siguió la misma tónica. «Lo estuvimos hablando por la mañana, pero no lo notó nadie que conozca», contaba Alberto, dueño de Casa Pampín, al tiempo que aprovechaba para preguntar a los clientes. «Oye, ¿vosotros notasteis algo?», «Yo no me enteré», respondía uno, mientras otro se unía, «yo tampoco».

En los puntos de reunión de Moraña, la tónica era la misma. «La verdad es que trabajamos hasta esa hora y más tarde. Había gente cenando, pero no nos dimos cuenta ninguno», explicaba Ramón, dueño de DeVintage. «Primer noticia», decía Natalia dueña de A Adega.

Los perros avisaron, pero poca gente se dio cuenta

A pesar de ser el terremoto más fuerte del último año en las Rías Baixas, lo cierto es que pocos testimonios manifiestan haber experimentado sus efectos en las zonas más cercanas a Barro. Uno de ellos es el de un vecino de Moraña que aseguraba ayer a primera hora en la Taberna Casa Giao, que las paredes de su casa habían temblado durante la noche. Su comentario abrió una conversación entre los clientes presentes que hizo el desayuno muy ameno, según contó horas más tarde una de las empleadas del local, que explicó también que la vivienda no presentaba daños.

Sin embargo, como suele ser habitual ante este tipo de episodios de la naturaleza, los animales, que tienen otra sensibilidad y umbrales auditivos diferentes, sí fueron conscientes. Y en el caso de los perros, se mostraron especialmente nerviosos intentando avisar a unos dueños que no comprendían por qué ladraban tanto. «La verdad que no se enteró casi nadie. Estaba en casa y escuché ruido de los animales.

Los perros empezaron a ladrar con un ladrido muy fuerte y no sabíamos por qué. Y ahora, pensándolo otra vez nos damos cuenta de que era por el terremoto», recuerda Olalla, vecina de Barro y dueña de A Cabaza. «Yo estaba despierta y no me enteré. Mi casa es de piedra y aunque el epicentro fue aquí no lo sentí. Los perros ladraban mucho, pero no le di importancia porque otras veces lo hacen cuando pasa un vecino», contó Sara, dueña del Maracaibo.

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