«La experiencia de ser humano es que muchas veces nos perdemos y equivocamos»
En la novela «Yo, adicto» Javier Giner explica cómo decidió ingresar en una clínica de desintoxicación. Su serie adapta ahora en 6 capítulos este viaje conmovedor que fue protagonista ayer del encuentro que el escritor y director mantuvo con los espectadores, a las puertas de la gala de los Feroz 2025.
Con cuatro nominaciones, la serie «Yo, adicto» es una de las favoritas a los Feroz 2025. «Estoy superfeliz, especialmente por el equipo al completo, que ha hecho un gran trabajo», reconoce su director, «ni en mis mejores sueños lo esperaba, en un año donde hay series absolutamente espectaculares y donde hay una especie de grupete que nos encontramos y nos cuidamos. Es muy guay vivirlo y formar parte de esta camada, porque nos admiramos mucho».
Son ya más de 15 años en el audiovisual ¿qué representa en esa trayectoria esta serie?
He estado durante muchos años haciendo cortos, intentando levantar largometrajes, pero digamos en la sombra, y trabajando para otras personas, y creo que con “Yo, adicto” hay un cambio de etapa en mi vida. Antes era muy feliz pero ahora sí estoy ocupando el espacio que siempre quise, que es el de director, de guionista, de responsable. Representa el paso al frente definitivo, la presentación en sociedad.
“Yo, adicto” es, sobre todo, un retrato de la vulnerabilidad
Sí, me gusta decir que la capa de la adicción, por así decirlo, no es más que la más superficial. Realmente es un retrato, como bien has dicho, de la vulnerabilidad, de las heridas, de la comunicación con el otro, que nos hace seres humanos y de alguna manera nos construye. Hay una reivindicación muy fuerte en la serie del mostrarse vulnerable, de mostrar las heridas y de hacer hincapié en que muchas veces necesitamos la fuerza de lo colectivo para salir adelante. Estamos muy ocupados en dar esa sensación de omnipotencia y control, cuando la experiencia del ser humano es que muchas veces nos perdemos, nos equivocamos. Todos dolemos, todos nos echamos de menos y todos no sabemos.
También de habla de la imperfección, o de lo difícil que nos resultan, por ejemplo, las relaciones familiares y las heridas de la infancia
Fíjate que en España mucha parte de la sociedad está construida en torno a la institución familiar. Además es una institución donde de alguna manera no se admite una crítica, y sin embargo todos hacemos bromas sobre las cenas de Nochebuena. Porque la realidad absoluta es que en Nochebuena estamos todos discutiendo en casa, por una cosa u otra, porque al final somos seres humanos relacionándose. Y del mismo modo que es una historia de la vulnerabilidad también es una historia de la honestidad, porque hasta que tu no admites o no eres honesto contigo y con el resto sobre lo que está pasando no puedes aprender, ni crecer, ni salir de ahí. Ese momento del capítulo 5 del gran enfrentamiento familiar, ese gran vómito, es una forma de expresar que tiene el personaje sobre algo que ha sentido su vida y que no se ha permitido decir, porque no ha sabido nunca cómo decirlo, ni siquiera tenía las herramientas para poder indentificarlo y las aprende en una clínica de desintoxicación.
Hay dos reivindicaciones muy importantes en la serie, el construirnos como seres vulnerables y el construirnos como seres honestos
Ese vómito, como le llama, podría entenderse como algo destructivo
Y sin embargo es todo lo contrario, es : pongamos encima de la mesa lo que nos pasa, cómo nos sentimos. Probablemente podría haberlo hecho mejor, pero muchas veces hacemos lo que podemos. Hay dos reivindicaciones muy importantes en la serie, el construirnos como seres vulnerables y el construirnos como seres honestos, con uno mismo y los demás.
Los personajes caen bien
Me gusta que diga eso porque es verdad que el personaje principal, que prácticamente soy yo, en los primeros capítulos es un absoluto gilipollas, histriónico, me parece insoportable. Pero también en eso de lo que hablábamos de la honestidad: no te podía hablar de una enfermedad sin mostrarte lo que es estar enfermo, y esa especie de histeria casi como un vendaval que arrasa, cuya principal víctima es él mismo pero que también se lleva todo por delante. Había un riesgo muy bestia de que la serie te expulsase, sobre todo en esos primeros capítulos, y tomé una decisión en esta especie de apuesta radical de que si hay gente a la que la expulsa, que la expulse. Hay también un viaje en la serie que de alguna manera si en el primer capítulo te quedas con la superficie tal vez, y no quiero que suene chungo, mereces seguir haciendo el viaje. Mereces seguir si ves que debajo de todo eso hay dolor, entonces te lo voy a mostrar. Era un riesgo y me hace feliz que digas que los personajes caen bien, porque para mi era importante, en este intento de querer desestigmatizar no solo a los adictos sino a los enfermos mentales, realmente mostrarlos como seres humanos, más allá de sus problemáticas, porque lo somos. A los actores muchas veces se lo decía: no quiero que interpretéis a enfermos mentales, sino a seres humanos, olvidémonos del diagnóstico de esa persona, quién es esa persona. Y sí tienes esa sensación de humanidad cuando los conoces.
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