Pésimo balance del marisqueo: un 70% menos de capturas en la ría y 4,5 millones de pérdidas
El cierre de los bancos en 2024, que llegó a ser de casi un año para el sector de a flote, deja un grave agujero económico en el sector | Aunque diciembre acaba con datos aceptables, solo se facturaron unos dos millones en todo el ejercicio
Que el presente 2024 es el peor año que se recuerda en el sector del marisqueo en la ría era algo conocido, con largos meses sin apenas actividad debido al cierre de los bancos por la imparable mortandad de la almeja y otras especies. Pero faltaba plasmar en datos concretos el pésimo balance de este desastre. En enero, tanto el sector de a pie como el de a flote decidía dejar de trabajar porque, en resumen, no había nada que recoger. Las fuertes lluvias del otoño-invierno anterior y otros factores provocaron una caída de la salinidad de las aguas, cuya temperatura también se elevó y llegó un aumento de algas y otros depredadores. El cierre tenía la intención de favorecer una recuperación de las especies, con limpiezas y rareos, siembras de cría y otras medidas.
Fue en julio, tras seis meses de parón, cuando el sector de a pie decidió regresar a las playas, pero el de a flote optó por aguardar a diciembre. El regreso no fue tan decepcionante como se esperaba pero tampoco ha servido para recuperar buenas sensaciones. Los bancos no han recuperado la producción de años anteriores y los trabajadores temen que tampoco se consiga en 2025. No solo influyen las lluvias. Tampoco ayuda el cambio climático.
Y los resultados económicos son pésimos, los peores que se recuerdan. Así se pone de manifiesto con los datos provisionales que ofrece el portal pescadegalicia de la Consellería do Mar sobre la actividad de la lonja de Campelo, en Poio, donde se centraliza toda la actividad marisquera de las cofradías de Lourizán, San Telmo y Raxó. Estos datos indican que hasta ayer habían pasado por las subasta de Campelo unos 125.000 kilos de productos del mar, especialmente almeja japónica, por delante de la rubia y la fina. Es un descenso de más de 70% con respecto a las capturas del año anterior. En 2023 se superaron los 435.000 kilos. Era una caída esperada ante los seis meses en los que no se recogió nada y la actividad de la lonja de Poio fuer casi nula en algunos meses.
Por ejemplo, en marzo apenas se facturaron 630 euros, y no se pasó de los 3.000 en ninguno de los seis primeros meses del año, cuando en 2023, en ese mismo periodo la media superaba con creces los 30.000, es decir, diez veces más.
Fue a partir de julio, con el regreso a las playas, cuando comenzó cierta recuperación, pero tampoco muy esperanzadora. Apenas 9.500 euros ese mes, 17.000 en agosto y septiembre y cerca de 20.000 en octubre. Diciembre ya arroja unos datos más habituales, como casi 32.000 kilos recogidos y más de medio millón de euros de facturación. Pero esta «normalización» llega demasiado tarde para equilibrar el balance de todo 2024, que es pésimo. No se llega a los dos millones de euros, un descenso del 70% con respecto a 2023, cuando se rondaron los 6,5 millones de euros. Es decir, que la mortandad del marisco y el cierre temporal de los bancos ha dejado unas pérdidas en el sector de al menos 4,5 millones de euros.
La cifra aún puede ser mayor si se compara con otros ejercicios más boyantes para el marisqueo, como 2021 y 2018, cuando se superaron los siete millones facturados. Incluso en 2020, el año del COVID y sus restricciones sanitarias, en la lonja de Campelo se facturaron más de cinco millones.
El único aspecto positivo en este pésimo balance es el relativo al impacto de las toxinas en los bancos marisqueros, que permitieron faenar en todos los periodos en los que fue posible salir a las playas. El Intecmar solo contabilizó hasta ayer un total de 29 días de cierre por toxina en la zona V de la ría, la situada más cerca de A Barca. Fueron 14 jornadas en abril y 15 en mayo, dos meses en los que los bancos permanecieron sin actividad, por lo que no hubo impacto directo en el sector. Se acumulan así siete meses consecutivos sin la presencia de las toxinas en la almeja, aunque sí fue más prolongado en las bateas de mejillón, con cierres obligados entre 130 y 140 días en todo el año, según los polígonos en la ría.
También hay descenso en Portonovo y Marín
La lonja de Campelo fue el epicentro del desastre pesquero de este año en la ciudad, con una caída drástica de su actividad, incluso con un expediente temporal de regulación de empleo entre sus trabajadores durante los peores momentos, pero la crisis del sector del mar en general se extiende a otras modalidades. Así se desprende, al menos, de los resultados que ofrecen otras dos lonjas de la ría, más volcadas hacia el pescado y otros mariscos no bivalvos. Se trata de las rulas de Marín y Portonovo, que también han registrado descensos tanto en su facturación como en la mercancía subastada.
Con la caída de Campelo, que históricamente era la que más dinero movía, la lonja de Marín se aupó este año al primer lugar entre las de la ría, al alcanzar hasta ayer los 3,4 millones de euros correspondientes a algo más de 1,1 millones de mercancía. Supone un descenso en ambos parámetros con respecto a las cifras de 2023, cuando se superaron los 3,7 millones facturados y se llegó a 1,3 millones de pescados subastados.En el caso de Portonovo, en el municipio de Sanxenxo, el descenso es aún más acusado, con una notable caída de capturas. Así, se pasó de 1,4 millones de toneladas de pescado que pasaron por esta lonja el año anterior, a apenas 730.000 kilos en este ejercicio, prácticamente la mitad. Todo ello se traduce en unos ingresos de 1.657.000 euros, muy lejos de los 2.229.000 euros que pescadegalicia certifica como facturación de 2023.
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