El Estado señala a Pontevedra como una de las áreas españolas más expuestas al radón
El Consejo de Seguridad Nuclear elabora un mapa que declara este territorio como una zona de actuación prioritaria al superarse la media gallega de concentraciones de este gas

Un técnico realiza una medición de gas radón en el interior de un dormitorio. / INAKI ABELLA
A. Martínez / N. Davila
Galicia y Extremadura son las dos comunidades españolas donde se producen más muertes por cáncer atribuibles al radón, un gas radiactivo invisible y sin olor que se libera de forma natural de las rocas, la tierra y el agua. Y dentro de Galicia, la comarca de Pontevedra es también un lugar considerado de alto riesgo.
Hace ya tiempo que la Universidade de Santiago de Compostela alerta a la población, a las administraciones públicas y a las empresas de la necesidad de adoptar medidas para reducir los efectos de este tipo de contaminación natural, y el Consejo de Ministros acaba de aprobar un plan que confirma que la comarca es una de las más expuestas al radón.
El Gobierno aprobó la pasada semana, a propuesta del Ministerio de Sanidad, el Plan Nacional contra el Radón, en el que se incluyen unos mapas confeccionados por el Consejo de Seguridad Nuclear. En esta cartografía, la comarca pontevedresa figura como zona de actuación prioritaria, debido a las elevadas concentraciones de gas que se detectaron en el interior de viviendas y edificios públicos.
Más de 300 becquerelios
De hecho, se resalta la situación de diez de sus catorce ayuntamientos, en los que más del 75% de su población está expuesta a niveles elevados de radón. Se trata de Pontevedra, Marín, Sanxenxo, Vilaboa, Cerdedo-Cotobade, Ponte Caldelas, Moraña, Portas, A Lama y Campo Lameiro. Solo quedan al margen, aunque sin librarse del gas, los municipios de Poio, Caldas, Cuntis y Barro.
De este modo, el plan del Gobierno central da la razón a los sondeos realizados desde 2001 por la Universidade de Santiago, de la que depende el Laboratorio do Radón de Galicia. Los técnicos de dicho Laboratorio ya apuntaron en su momento que la comarca supera la media gallega de concentración de radón. Así, si en el conjunto de la comunidad la media ronda los 100 becquerelios por metro cúbico, en el caso de Pontevedra algunos de ellos incluso superan los 300 becquerelios, de ahí que el Gobierno les haya dado la consideración de zonas de acción prioritaria.
El radón puede entrar en las casas y oficinas a través de pequeñas grietas o agujeros y acumularse en el aire. Con el tiempo, la inhalación de altos niveles de radón puede causar enfermedades graves. Las personas fumadoras corren un mayor riesgo, y de hecho la Organización Mundial de la Salud considera que el radón es la segunda causa de mortalidad por cáncer de pulmón entre los fumadores, y la primera entre los que no fuman.
El Plan Nacional contra el Radón aprobado esta semana en el Consejo de Ministros pretende ampliar los estudios y mediciones realizados en algunas comunidades –Galicia ha sido una de las pioneras– y en el cronograma de actuaciones previstas para los próximos meses se incluyen al menos 200 mediciones anuales más en Galicia, que se unirán a las más de 6.000 que se efectuaron en los últimos años.
El fin último del plan es conocer la magnitud del problema y estimar su incidencia sobre la salud de la población, reducir la concentración del gas en los edificios e impulsar programas de formación específicos para los profesionales de la arquitectura y de la construcción. El plan nacional aprobado en el consejo de ministros no contiene datos pormenorizados por ayuntamientos, pero en su momento sí los publicó el laboratorio dependiente de la Universidade de Santiago, que ubicó las mayores concentraciones en Campo Lameiro (100% del territorio), Vilaboa (60%), A Lama (50), Portas (50), Marín (50), Cerdedo-Cotobade (50).
La presencia de radón es más elevada en esta provincia por su suelo granítico, ya que el granito contiene mucho uranio y radio, del que procede el radón.
La ventilación frecuente es la medida preventiva más sencilla y rápida
Que el radón esté presente en el medio natural y más aún en suelos graníticos no significa que no pueda hacerse nada por evitar una exposición que pueda resultar peligrosa para la salud. La medida más sencilla de llevar a cabo es ventilar con frecuencia las viviendas o lugares de trabajo, para reducir la concentración de gas en los espacios interiores. Pero también se pueden adoptar medidas preventivas, mediante un buen aislamiento de las edificaciones, de ahí que el Plan Nacional quiera hacer hincapié en la formación de arquitectos, aparejadores y jefes de obra.
Otro de los consejos que hacen los expertos es conocer el subsuelo sobre el que se va a construir, ya que las características del mismo y la mayor o menor presencia de determinadas rocas influirá de forma decisiva en los posteriores niveles de gas. En este sentido, se puede conocer la concentración de radón en un suelo mediante la realización de un pequeño sondeo. Este gas era un gran desconocido para la opinión pública hasta no hace muchos años. Sin embargo, el Laboratorio de la Universidade de Santiago contribuyó a visibilizar esta realidad e hizo que incluso surgieran empresas especializadas en la medición del gas, las cuales también pueden aportar soluciones técnicas para reducir los niveles del mismo. Los especialistas recomiendan actuar cuando los niveles de exposición elevados se producen en lugares de la vivienda donde se pasa mucho tiempo, como las habitaciones o los salones. La medición en una vivienda unifamiliar cuesta en torno a 200 euros, y se realiza mediante un aparato digital que registra los niveles de gas cada hora durante una semana.
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