Las aulas móviles resisten las borrascas
Los módulos provisionales del IES Valle-Inclán superan con nota el mal tiempo | Los alumnos se sienten “cómodos” a pesar del ruido de lluvia, a la espera de la instalación de una sobrecubierta

Alumnos de Bachillerato durante una de sus clases en las aulas móviles del Valle-Inclán / Rafa Vázquez
Gala Dacosta
Los módulos construidos en Montero Ríos delante del instituto Valle-Inclán para acoger las clases provisionales de los estudiantes de Bachillerato durante la rehabilitación del edificio llevan desde el pasado 16 de octubre en uso. Allí asisten a clases los alumnos del instituto y continuarán haciéndolo hasta finales de este curso escolar.
Se trata de 11 casetas o estructuras que sirven como aulas temporales para más de 200 estudiantes del centro durante el transcurso de unas obras dentro de las instalaciones del centro público. Fue entonces, con el uso, cuando comenzaron a notarse algunas deficiencias, que sobre la marcha se van solventando. Por ejemplo, la falta de privacidad de las aulas temporales, que los primeros días de curso supuso una distracción para viandantes y alumnos. Otros problemas mayores que ya fueron previstos desde el inicio fueron la cuestión del aislamiento sonoro y térmico.
Para satisfacer las necesidades de la comunidad educativa, el jefe territorial de Educación, César Pérez Ares, indicó durante una visita que se instalaría una estructura para cubrir los techos, de forma que estas no estarían completamente al descubierto como ahora. Tal y como explicó en su momento la responsable de la intervención, se trata de una superficie de 170 metros cuadrados que integrará el total de las aulas exteriores con una estructura metálica y policarbonato.
Por el momento, sin dicha cubierta, los alumnos han dado clases durante casi un mes con el sonido de la lluvia sobre sus cabezas: “Cuando hay viento y llueve fuerte molesta, a veces cuesta escuchar al profesor”, comentan. “No es nada que interrumpa la clase”, aseguran, pero entre algunos estudiantes se crea un debate: unos dicen no escuchar bien al profesor cuando cae el agua a chuzos, pero otros niegan que haya tanta diferencia con un aula al uso. De este modo, estas aulas móviles parecen superar con nota el tren de borrascas que azota la ciudad desde hace días.

Paseo de Os Gafos, cerrado. | // G. SANTOS / Gala Dacosta
Algunos de estos alumnos se ríen y comentan que lo peor de esta solución temporal es en el momento de dar clase de inglés: “Ahí sí que cuesta entender los listenings”, dicen mitad en broma, mitad en serio. Eso sí, todos aseguran estar “cómodos”.
Otra deficiencia de estos módulos es la temperatura, pues todos insisten en este mismo punto. Cuando esto ocurre, tan solo tienen que “avisar al profesor y él te enciende el aire sin ningún problema”. Al parecer, están empleando unos aires acondicionados para regular la temperatura. En algunas aulas, se quejan un par de adolescentes, no funciona bien.
Con los temporales aún en el horizonte, estos días aseguran que no sufrieron molestias, a pesar de encontrarse en un punto rodeado de árboles durante la sucesión de Ciarán y Domingos. El único momento reseñable, dicen, fue cuando les cayó un rayo “prácticamente al lado”. El estruendo fue mucho mayor que en un recinto cerrado, por lo que algunos se llegaron a asustar: “Parecía que se iba caer el techo”. En cualquier caso, las aulas exteriores de Montero Ríos no presentan grandes deficiencias y pasaron estos días de temporal sin sucesos trascendentes. Las clases, que es lo importante, pudieron darse sin problemas para que los chavales puedan seguir las lecciones con todas las garantías y con total seguridad.
Lluvia que no cesa: 24 días seguidos con precipitaciones llenan el embalse del Pontillón
La lluvia se instaló en Pontevedra el pasado 15 de octubre y desde entonces no ha abandonado la ciudad. Y parece que aún seguirá a orillas del Lérez algunas jornadas más, según las previsiones. Son 24 días consecutivos de precipitaciones que han dejado hasta el momento un balance histórico de agua: 488 litros por metro cuadrado en octubre y cerca de 160 en esta primera semana de noviembre. Además de causar inundaciones, anegamientos y daños por toda la comarca, este interminable tren de borrascas ha llenado por completo los cauces de los ríos y el embalse del Pontillón, que está a plena capacidad, como casi todas las presas de Galicia.
Así, el de Verducido está al 100%, al igual que el de Eiras en el río Oitavén, mientras que el del Umia se encuentra el 72%, aunque en su caso es habitual proceder a su alivio periódico para evitar desbordamientos. El caso más significativo es el de O Con, que abastece a Vilagarcía, que supera el 90% de ocupación cuando el pasado 23 de octubre no llegaba al 20%. Tras jornadas en los que se superaron los 50 litros por metro cuadrado, con el récord registrado en los casi 77 del 19 de octubre, tanto el lunes como ayer “solo” se contabilizaron 10 y 8 litros (hasta las 20.00 horas de ayer) en 24 horas, el balance más bajo de esta sucesión constante de lluvias y las previsiones apuntan a que a lo largo de la semana se repetirán las precipitaciones intensas por momentos. Ningún portal meteorológico apunta a días secos antes de mediados de mes.
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