No le acompaña la meteorología en su regreso puntual en otoño. “Creo que de joven debí de robarle alguna novia al hombre del tiempo y por eso me manda estos días de sol”, bromea Francisco Pazos Campos, Paco Pazos, que vuelve a vender castañas en la glorieta de Compostela desde su singular locomotora asadora, con la que rinde homenaje al deporte y, especialmente, al Pontevedra C.F. del “Hai que roelo”.
–¿Cuánto tiempo lleva vendiendo castañas en Pontevedra?
–Realmente llevo 45 años, tengo 55 y desde los diez estoy aquí.
–Anuncia que este año llega con novedades
–Una importantísima: soy el único castañero a nivel mundial (y es la cosa más grande que va a pasar aquí en Pontevedra en los últimos 40 años, muy por encima del Triatlón, lógicamente) que va a publicar un libro. El 7 de diciembre, que es mi cumpleaños y la fecha que tenemos pactada con la editorial, se va a publicar, por fin, el libro “El príncipe de las castañas. 40 años en la calle”. Voy a ser el único castañero en el mundo que publica un libro y te puedo asegurar que va a cambiar el mundo.
–¿Por qué va a cambiar el mundo?
–Cuento todo: en ese libro se habla de la muerte, de la vida, del racismo, de política, del ser humano, de sexo, de mil experiencias que aquí han pasado y que ni tu te creerías. Yo ahora te digo: he tenido una aventura con una marciana, y tu dirás, cómo se te va la pinza. Pues posiblemente te sería mucho más fácil de creer eso a muchas de las cosas que van a salir en el libro.
En ese libro se habla de la muerte, de la vida, del racismo, de política, del ser humano, de sexo, de mil experiencias que aquí han pasado y que ni tu te creerías
–Insiste en que hay que actuar a partir de leer el libro
–El libro en sí es un libro, es un libro muerto. Si tu lo lees y te tumbas a dormir ya no te aportó nada, pero si tu actúas, cambia todo. El libro invita a las personas a actuar y, primero, a saber. Párate a pensar que el único medio de comunicación libre que queda, sin estar contaminado, es un libro. Y quedan dos años de margen, porque van a acotarlo por ahí.
–También asegura que quien escribe esa obra es el niño que fue
–He peleado muchísimo para que quien lo escribiera fuera el niño de 10 años que empezó aquí a vender castañas, no el hombre que soy ahora. Porque yo he conseguido mantener vivo a ese niño dentro de mi; y fue una lucha titánica, pero ganó el niño, entonces lo que se va a leer ahí, aparte de actualidad, política etc, es una solución a todo. Si tu eres una persona que no tienes dinero y yo te digo que la solución sería que trabajase pero tu me respondes que estás descansando, entonces no, claro. Pero la solución a todo es muy sencilla.
Tengo el privilegio de que el pueblo de Pontevedra coma la mejor castaña a nivel mundial. Y al mejor precio que se pueda vender: seguimos vendiendo el cucurucho a 1 euro, el mismo precio que en 2002
–Relatará experiencias que ha vivido vendiendo castañas ¿Cuál puede adelantar?
–Por decir una: un señor mayor, de alto standing, trabajando en México, lloró al contarme que lo secuestraron, lo llevaron a un pantano, le dijeron que lo iban a matar, que no se preocupase que no le iba a doler. Les dijo que su mujer es minusválida, que se desaparecía ella lo iba a pasar muy mal y no iba a poder tirar para adelante. Le perdonaron la vida y yo le pregunté si no había denunciado, él me contestó que los secuestradores le habían dicho que como denunciase lo iban a matar. Y es que los secuestradores eran policías, la propia policía lo había secuestrado. Y después hay historias muy tiernas, muy bonitas y al mismo tiempo me he dado cuenta de que es mi deber contar mi vida, porque me he criado con el pueblo de Pontevedra, he sido educado por la gente de esta ciudad y, en cierta manera, soy como un monumento de la ciudad que tiene que estar aquí tres meses al año. No voy a estar aquí eternamente, y me doy cuenta de que mi etapa de castañero está llegando al final.
–Y hablando de su oficio ¿cómo viene este año la castaña y a qué precio?
–Viene bien, viene muy sanita. Yo la cojo en Verín, y por desgracia se exporta toda, lo bueno nunca se come aquí. Es muy triste que tengamos lo mejor en castañas y que se exporte todo. Tengo el privilegio de que el pueblo de Pontevedra coma la mejor castaña a nivel mundial. Y al mejor precio que se pueda vender: seguimos vendiendo el cucurucho a 1 euro, el mismo precio que en 2002, lógicamente ahora al paquete le faltan una castaña o dos, pero siempre luché porque ser pobre no impida a la gente comer castañas.