La mañana del lunes, la estación de Adif de Pontevedra presenta una estampa, otrora curiosa, que ya es la habitual al inicio del curso escolar: colas en taquilla e información, con la mayor parte de los usuarios saliendo del recinto con una mano delante y otra detrás: nada. Los trenes están completos y esto obliga a preparar los viajes con antelación.
La situación de caos es generalizada en todas las estaciones que comprende el Eje Atlántico que comunica por vía férrea Vigo y A Coruña. De él hacen uso diario muchos pontevedreses y les está causando auténticos quebraderos de cabeza. Las últimas semanas los trenes están agotados desde hace tiempo, acumulan retrasos de más de diez minutos y, en general, están suponiendo un corte en las rutinas de los usuarios por una serie de circunstancias.
Los estudiantes que viajan semanalmente a Santiago o a Vigo son de los principales damnificados, junto a los trabajadores que hacen un uso diario de este transporte. Es el caso del universitario Adrián Figueroa, que aparece en la estación a las 11.09, a escasos minutos de la salida de su tren hacia Santiago de Compostela, donde estudia. Tiene algo de margen, dice, “porque siempre llevan algo de retraso”. Lo peor, cuenta, es el momento de venir a ver a la familia: “Nunca hay billetes para venir a Pontevedra los viernes”. No se plantea adquirirlo con antelación porque “hace meses que no quedan”. Esta clase de situaciones está bastante normalizada ya entre los usuarios de tren, que no esperan que haya sitio a la hora más conveniente.
Este colapso parece haberse cronificado hasta el punto que los estudiantes que quieren ir a Santiago ya no cuentan con el tren cuando lo necesitan. “No puedo elegir qué día me voy”, explica Sabela Brea, que se igual que Adrián, se marcha un lunes por la mañana hacia la ciudad compostelana. Antes, podía hacerlo los domingos con mayor comodidad. La situación “es un estrés a la hora de ir a la estación” porque “nunca sabes muy bien si va a venir cuando pone en el billete”.
También venía a Pontevedra los viernes a la salida de las clases, cosa que ya no puede hacer: “Me tengo que ir el sábado por la mañana o incluso por la tarde, si quedan sitios”. Además de por otras razones, en buena medida es porque hay personas que tienen el abono, como Sabela González, que se ven obligados a adquirir los billetes con antelación, vistos los problemas que está habiendo.
“Por suerte, siempre tengo billete porque soy de las que lo cogen con muchísima antelación. Ahora con el abono se acaba bastante rápido el sitio”, explica. “Cogí el billete para irme hoy a Santiago a finales de agosto, y el de vuelta también”, indica esta estudiante de Comercio Internacional. Sin ir más lejos, la semana pasada fallaron la página y la aplicación de Renfe durante toda la jornada del viernes. El viernes, dicho sea de paso, es un día clave para el regreso de los universitarios a sus casas por el fin de semana en la ciudad del Lérez.
La alternativa del autobús, que les queda muy a mano al lado de Adif, tampoco compensa a todos los estudiantes: “Es más cómodo el tren y prefiero esperar. Además, con el abono me sale gratis y el autobús tendría que pagarlo”, explica Sabela Brea. Otras opciones recurrentes son compartir coche, bien mediante aplicaciones móviles o a la vieja usanza: “Yo no lo hago pero entiendo que a veces es más cómodo, sobre todo si tienes amigos o compañeros con coche que vayan al mismo sitio que tú para quedar con ellos”, concluye Sabela González.
Jane y Robert forman una pareja neozelandesa que durante tres semanas pernoctó en Pontevedra, en el apartamento de José Antonio Mera, para hacer turismo y de paso disfrutar de la Gran Final de las Series Mundiales. Su plan inicial era ir ayer temprano a Santiago de Compostela, donde habían previsto continuar el periplo por la comunidad gallega. El pontevedrés que los hospedó durante las pasadas semanas los acercó ayer por la mañana temprano hasta la estación de Adif, con la esperanza de que encontrasen alguna plaza: “Llegamos con mucha antelación y aun así, solo quedaba un asiento en todo el tren”.
En efecto, quedaba solamente alguna plaza. Visto el panorama, la pareja de Nueva Zelanda adquirió in situ dos billetes para el próximo tren con dos asientos disponibles, ni siquiera juntos: a las cinco de la tarde. El autobús no era una opción viable para ellos, pues ya “experimentaron los autobuses de por aquí”, comentan con ironía.
Con humor y sin estrés
Pero ellos, que ni por asomo pensaron en separarse para ir hasta Santiago, prefieren tirar de una filosofía de vida serena y “disfrutar de un último día en Pontevedra y dejar algo más de dinero aquí”, bromean. “Es una ciudad en la que nos imaginamos viviendo. Nos encanta el café de España y nos pasaremos el día en alguna terraza al sol”.
Aprovecharán también para comer en algún restaurante que les recomendó José Antonio y al que no les había dado tiempo a ir. Eso sí, “como vinimos con las maletas, tenemos que andar con ellas por toda la ciudad”. Jane y Robert se alejaron de la estación de tren, enfrentándose a casi siete horas arrastrando equipaje, pero con una sonrisa.