El Concello eleva la factura de la luz a 5,1 millones al año

Licita otra vez el servicio tras quedar desierto el anterior por falta de ofertas | El presupuesto actual es el triple de lo que pagaba en 2020

Farolas de alumbrado público en la plaza de San José.

Farolas de alumbrado público en la plaza de San José. / Gustavo Santos

Elevar el presupuesto hasta casi los 5,1 millones de euros al año y establecer un contrato por dos ejercicios. Son algunas de las pequeñas variaciones que introduce el Concello en el concurso para adjudicar el suministro de luz en un nuevo intento por contratar este servicio. Será la segunda vez en un año que afronta este proceso, ya que el anterior, licitado en noviembre de 2022, quedó desierto porque ninguna empresa lo consideró rentable.

Sea como sea los cinco millones ya reservados para pagar cada año la factura de la luz supone el triple de lo que se abonaba en 2020: 1.780.245 euros por el consumo eléctrico.

El Concello asume un consumo que se concentra sobre todo en el alumbrado público, pero también incluye el suministro de energía a las escuelas y guarderías y a las dependencias municipales, incluidos los pabellones y el Pazo da Cultura.

El gobierno local acumula ya varios meses de intentos de adjudicar este contrato, pero la imparable oscilación de precios dificulta el proceso. Ya a finales de 2021 se estimaba que habría que pasar de 1,8 a 2,2 millones, pero las negociaciones con las distintas compañías suministradoras resultaron en vano, ya que “es imposible mantener las condiciones de servicio” tal y como las tenían.

El gobierno local intentó negociar una prórroga del contrato con la actual suministradora, pero “las ofertas que se presentaban dejaban de ser válidas, por la subida del precio de la luz, en el mismo día”. Ahora se afronta este segundo intento, con un presupuesto mucho más elevado, de 5.070.000 euros por año. De ellos, 3,3 corresponderían al alumbrado público y 1,3 a las dependencias municipales, al margen de otros consumos.

El propio concurso ya deja claro que “se propone como período de contrato el período de dos años ya que las condiciones actuales del mercado desaconsejan períodos mayores de contrato”.

Añade que “a la vista del nuevo sistema tarifario y los históricos de consumos que se disponen en base a tarificación anterior, resultará un precio de contrato estimado, máxime cuando además de las tarifas, también son susceptibles de cambios los consumos de un año a otro”. Por ello, se apunta que “este precio de contrato es orientativo debido a la actual inestabilidad en los precios de la energía así como a la variación de los consumos durante la duración del mismo”.

Incertidumbre

Además, “a la vista del estado actual de incertidumbre en el mercado, para esta contratación se considera oportuno recurrir a la modalidad de precio indexado al mercado diario OMIE (operador del mercado eléctrico designado) pass-through, toda vez que se trata de un contrato imprescindible para esta Administración y no existen garantías de obtener licitadores para dicha prestación mediante ofertas con precios fijos de la energía para un período de al menos un año”.

Las alternativas que tiene el gobierno local no parecen muy amplias. Ahorrar en el uso del bombeo de la estación de Monte Porreiro, apostar donde sea posible por energías alternativas, en especial pellets y, sobre todo intensificar las medidas de eficiencia energética y ahorro de consumo mediante la generalización de la tecnología LED. Son las vías que trata de explotar el Concello para tratar de hacer frente al “tarifazo” eléctrico que ha triplicado la factura en cuestión de meses, que obliga a “desviar” dinero de otras partidas para pagar la factura.

Sin margen para reducir consumos

El gobierno local admite que el margen de maniobra “es escaso” porque los consumos actuales son muy difíciles de reducir y lo que se descarta por completo, al menos por el momento, es reducir el horario o la actividad del alumbrado público, que se lleva buena parte del coste anual. No está previsto tampoco, al menos hasta ahora, recortar las horas de funcionamiento o el número de farolas encendidas por la noche, pero sí se trabaja en ampliar la red de iluminación ajustada a la eficiencia energética. Se trata de un plan puesto en marcha ya hace años en el casco urbano, con la implantación de esta tecnología cada vez que se reformaba una calle o incluso en viales no remodelados. También se actúa en las parroquias. No obstante, son medidas que no suponen un ahorro visible a corto plazo. Además, “la volatilidad del mercado y el incremento desmesurado de los precios hacen que las estimaciones que nosotros teníamos de aumento se queden cortas”, admiten fuentes municipales.

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