El cómic gana adeptos en Pontevedra

El consumo de cómic parece estar en alza gracias a la profesionalización de esta arte, a la que contribuyen la Facultade de Belas Artes y la escuela O Garaxe Hermético de Kiko Da Silva. Los jóvenes son sin duda una pieza clave en la pasión por el cómic en Pontevedra, pero antes de ellos hubo una serie de personajes clave que impulsaron la producción y la demanda de este arte.

Uno de los veteranos en la venta de cómics de Pontevedra es Fernando Iglesias, propietario de la librería Baroja. Lleva desde 1995 y su caso no es paradigmático porque tiene clientes de todas partes de España que acuden atraídos por su personalidad y sus originales vídeos humorísticos en las redes sociales: “Lo que pasa aquí no tiene nada que ver con las otras librerías. Viene gente a pedirme que les dedique cómics y todo”.

Gracias a su derroche de personalidad, el negocio pasó de ser una papelería a dar un cambio drástico gracias a la irrupción de las redes sociales, especialmente de TikTok, donde Fernando acumula miles de seguidores. Hasta la Librería Baroja llegan clientes de toda la provincia, pero también de toda España, y esta misma semana le llegaron visitas de Valencia y de Madrid.

Otro librero mítico de la ciudad es Cano Paz, que lleva desde 1989 trabajando en la ya clásica Libraría Paz, situada en la calle Peregrina, de la que ahora es propietario. “Este es un negocio familiar, pero es verdad que fue cambiando y evolucionando con el paso de los años”. Explica que cuando empezaron la tienda sus padres en los años sesenta, las librerías eran muy diferentes y eran más bien papelerías que vendían también libros.

Cano y su céntrico establecimiento fueron testigos de un cambio de paradigma que se dejó notar en la ciudad pontevedresa: “Cuando empecé a vender cómic, el público era mayoritariamente masculino que consumía tebeo americano o historieta europea. Hace no mucho, cuando irrumpió el manga japonés, empezaron a ser más las clientas, y también es verdad que cambió el enfoque del cómic que se hacía para un público femenino”.

A la pregunta de si la Boa Vila es una ciudad ávida lectora de cómics, Cano contesta que cada vez más y sobre todo los jóvenes. Además, cada vez más mujeres están interesadas en la banda diseñada, especialmente en el manga. “El otro día presentamos un libro y acompañó al autor la primera clienta que vino aquí expresamente para comprarnos un cómic”, explica el librero. También apunta a que se demanda más cómic porque se publica más, sobre todo español y gallego, que no siempre abundó en los estantes de las librerías.

A la Libraría Paz no solo acuden pontevedreses, sino que también lo hacen lectores de toda la comarca, como de Sanxenxo, Cambados o Marín.

A escasos minutos de la calle Peregrina hay una nueva tienda especializada en banda diseñada. Su propietario, Ángel Cuñarro, dejó la veterinaria para abrir su propia tienda en la calle Uxío Novoneyra, Erebor Cómics, que lleva tan solo un mes abierta pero ya va ganando clientela de la ciudad y de la comarca. Cuenta que llevaba tiempo con la idea, pero este año se decidió: “Yo llevo toda la vida coleccionando cómics y tenía una colección grande en casa. Pontevedra llevaba tiempo demandando una tienda especializada; mucha gente me lo dice. Por una parte es verdad que Pontevedra es una ciudad de costumbres y que la gente va a los sitios que conoce. Estamos empezando pero ya notamos que algunos clientes van a ser fijos, tienen mucho interés en una librería especializada como la nuestra”.

Sobre todo vende manga, cómics de Marvel y Supermario, pero también tiene encargos de otro tipo y facilita a sus clientes la adquisición de títulos que son difíciles de encontrar. Los más pequeños, explica, cada vez se inician antes en el cómic: “Hasta vienen aquí los padres y madres a comprar libros para sus niños que aún están aprendiendo a leer”.

La Facultad de Belas Artes y la escuela de ilustración de Kiko Da Silva, O Garaxe hermético, maridan bien en Pontevedra. Cuando estudiaba Belas Artes, a Da Silva lo equiparaban a “un apestado” por dedicarse a la ilustración. Entonces no se consideraba un arte y estaba denostado. Ahora, la escuela suma alumnos cada curso e incluso el departamento de Memoria Histórica de la Deputación de Pontevedra se vale de la banda diseñada para difundir sucesos contemporáneos. Este año publicaron “As nove cruces”, de Fernando Llor, ilustrado por alumnos de la escuela O Garaxe Hermético y coordinado por el director de O Garaxe. Buscan la excelencia pero también ser realistas: “Enseñamos a hacer facturas porque el mundo es así, y tienen que saber hacer una factura si van a ser autónomos”.

Pontevedra, explica Kiko, le pareció el lugar indicado para establecer una escuela de ilustración: “Aquí hay Belas Artes, Publicidade y Deseño, pero faltaba esta vertiente artística. Viene mucha gente titulada a aprende rel oficio”. Para comprobar que la mentalidad acerca de la ilustración cambió en los últimos años, solo hay que ver la Facultade de Belas Artes, que abre hasta el 29 de junio la exposición “9 narrativas gráficas e unha animación desesperada”, dedicada a ilustradores que salieron de la facultad, como Alberto Vázquez, Brais Rodríguez, Jano, José Domingo, Julia Lago, Martín Romero.

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