La toxina da un respiro al marisqueo a flote en la ría tras un mes con los bancos cerrados

La actividad se pudo retomar ayer en la subzona IV.2, en el entorno de la isla de Tambo, aunque ya se han pedido nuevos análisis

Marisqueo a flote, ayer en el entorno de la isla de Tambo. |   // GUSTAVO SANTOS

Marisqueo a flote, ayer en el entorno de la isla de Tambo. | // GUSTAVO SANTOS / Cristina Prieto

Después de un mes de cierre de los bancos marisqueros del fondo de la ría de Pontevedra por la presencia de toxina paralizante, los análisis han dado una pequeña tregua al sector, permitiendo que regrese la actividad en la subzona IV.2, donde se lleva a cabo a flote. “La zona de marisqueo a pie aún dio positivo, ahí cerca del límite, pero positivo”, apunta el patrón mayor de la Cofradía de Raxó, Iago Tomé.

Según los controles analíticos efectuados por el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar), se mantiene la prohibición de extracción de moluscos infaunales (almeja, berberecho y navaja, fundamentalmente) en las zonas IV.1 y V por la presencia de toxina paralizante.

“La situación ahora mismo es impredecible, no podemos decir que estamos bien. El marisqueo a flote abrió, pero Intecmar ya envió un mensaje avisando de que nos va a pedir muestra de la zona V, donde está muy inestable la toxina, cerca del límite. Detectaron subidas de alguna célula tóxica en agua. Por eso estamos ahí como en el filo de la navaja”, comenta Tomé, que confirmó que ayer se volvió a pedir muestra de la zona IV, “porque es un protocolo que tienen cuando se abre una zona, en el mismo día vuelven a pedir muestra, y quién te dice que no la vuelven a cerrar por cautela. La toxina es una cosa contra la que no se puede luchar. Es un proceso natural y es lo que hay”.

La jornada de marisqueo a flote, al menos, fue “bien, la gente coge las cuotas sin problema. No es que tengamos ahí miles y miles de toneladas, pero bueno, hay, la gente coge las cuotas y esperemos que el precio sea bueno”.

Intecmar decretó ayer el cierre de la subzona II.1 (Bueu B) que afecta a moluscos bivalvos cultivados en viveros flotantes (básicamente mejillón). Iago Tomé comentó al respecto que “en principio” no tiene por qué significar el cierre próximo de bancos marisqueros, “como aquí tenemos varios polígonos, regularmente a veces abre uno, cierra otro, pero esto quiere decir que ya está la toxina otra vez ahí en la puerta de la ría”. Pero sí reconoció que “esto es un arma de doble filo, porque la toxina le afecta antes al mejillón que a la almeja. Esto quiere decir que la toxinas está ahí en la entrada de la ría y en cualquier momento vuelve para dentro y nos vuelve a fastidiar otra vez, no estamos en una situación estable”.

El patrón mayor de la Cofradía de Raxó teme que se repita la situación que se dio el año pasado, con un verano en el que los bancos estuvieron cerrados durante meses por la toxina. En este sentido, valora muy positivamente la división que se ha hecho de las zonas. “El único logro, el paso que se dio a nuestro favor fue que se dividieran las zonas en dos. En este caso, por ejemplo, estaría la zona de Marín cerrada, pero nosotros seguiríamos abiertos”, explicó.

Algo más escéptico se mostró con respecto a la sentencia que dio la razón a la mariscadora de Poio Ángeles Corredoira en su demanda al Instituto Social de la Marina para que se le reconociera el derecho a la prestación de cese de actividad debido a la toxina. “Es una sentencia trampa, porque solamente va a cobrar una persona que se dedica exclusivamente al marisqueo y en nuestro sector esos casos se cuentan con los dedos, porque si tenemos 100 barcos, habrá sobre 7 u 8 de estas zonas que se dediquen exclusivamente al marisqueo todo el año, que es su medio de vida, pero el resto de la gente se dedica a más cosas. Puede haber otra toxina y va a ser un problema porque la gente va a estar sin cobrar. No tienen derecho a cobrar ese cese que nosotros siempre clamamos que deberíamos tener derecho, pero la administración dice que no”, lamentó.

Sobre las previsiones, Iago Tomé comenta que “leí por ahí que subían las temperaturas, que iba a haber granizo, está todo cambiado. Antes esperábamos al Norte, que siempre echaba a la toxinas fuera de la ría, al mismo tiempo enfriaba muchas aguas, pero sin embargo hace unos días hubo una nortada tremenda, pero la temperatura del agua estaba más caliente de lo normal. Al estar la temperatura del agua caliente, las toxinas proliferan y aumentan”.

El patrón mayor de Raxó apunta a un posible cambio en la forma de trabajar para adaptarse a las nuevas circunstancias meteorológicas, influenciadas directamente por el cambio climático. “Va a ser difícil, porque está afectando a nuestro medio de vida, a nuestro medio económico, pero creo que tenemos que ir pensando en cambiar de mentalidad, adaptarnos a las cosas nuevas que vengan. A lo mejor hay que pensar que hay que darle una vuelta de tuerca a esto y en estos meses hay que estar cerrados y a lo mejor tenemos que cambiar el sistema de trabajo, como hacen en otras confradías, porque no nos va a quedar otra”, señala Iago Tomé.

Su idea es, al menos, no vivir en una incertidumbre constante sobre si podrán salir a trabajar o no. “El cambio climático cambió todo, porque casualmente en mi barco están trabajando ahora mismo fuera de puntas a choco y no se recuerda fuera de puntas trabajar a choco en esta época, nunca. El choco a partir de enero o febrero se trabajaba dentro de la ría, alrededor de Tambo, y fuera no se cogía ni uno. Ahora se está trabajando. En el mes de noviembre no se cogían chocos, el año pasado hubo días de 100 o 200 kilos de choco. Aquí algo está cambiando. Somos tan cuadriculados que no queremos aceptar los cambios que nos está deparando la naturaleza, y no nos queda otra que adaptarnos”.

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