El Gobierno “resucita” un nuevo tramo de la A-57 con el informe ambiental del trazado entre Marcón y Xeve

Después de más de siete años de ejecución del tramo de la A-57 entre Vilaboa y Marcón, aún pendiente de finalización, y un largo silencio con respecto a los demás trazados para prolongar la circunvalación de Pontevedra hasta Curro, en Barro, el Gobierno central ha publicado este viernes en el Boletín Oficial del Estado la declaración de impacto ambiental del segundo tramo de esta futura autovía, entre Marcón y Xeve.

Desde 2018, cuando se publicó el último documento técnico de este recorrido, no se registraban avances administrativos al respecto, hasta el punto de que la anterior declaración de impacto ambiental, de septiembre de 2007, llegó a caducar. Además del tramo A Ermida-Pilarteiros que ahora se reactiva, está pendiente un tercero, entre Pilarteiros y Curro, del que tampoco hay noticias en el BOE desde 2018.

Las dos alternativas inicialmente diseñadas para este proyecto entre Maercón y Xeve afectaban a los municipios de Pontevedra y Cotobade, si bien la seleccionada, la número 1, solo discurre por el territorio de la capital. Los núcleos de población dentro del ámbito directa o indirectamente afectados son A Cardosa, Corval, O Teso, Leirados, A Ermida, Pilarteiros, Xamín, O Quinteiro, As Pontes y Carabelos. Conecta al sur con el tramo de la A-57 Vilaboa-A Ermida y al norte con el tramo Pilarteiros-Curro. Incluye tres enlaces: enlace de A Ermida con la carretera autonómica PO-532, enlace intermedio con la carretera N-541 y enlace de Pilarteiros con la carretera autonómica PO-223. 

El tramo de la A-57 Vilaboa-A Ermida se encuentra en ejecución desde hace más de siete años y el recorrido Pilarteiros-Barro para su conexión con la AP-9 en Curro tiene informe ambiental favorable desde julio de 2017.

El tramo propuesto entre A Ermida, en Marcón, y Pilarteiros, en Xeve, cuenta con una longitud total de cinco kilómetros y tres viaductos “para salvar depresiones del terreno y facilitar la integración paisajística, así como para minimizar la afección a edificaciones”. En concreto, habrá uno de 365 metros sobre el Rego de Cardosa, otro de 461,5 sobre el Rego de Xanín, y el de mayor tamaño sería sobre el río Lérez, de 735 metros.

Se diseña “para ser operado a una velocidad de 100 km/h, con un ancho de calzada de entre 7,0 y 10,5 metros, asociado este último a tramos con carril adicional, y con un ancho de mediana de tres metros”.

Aunque la mayor parte de los informes apuestan por la alternativa 1, la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta de Galicia señaló que esta opción “es la que mayor número de impactos causa sobre el patrimonio cultural por su proximidad a núcleos de población”. También la Coordinadora de Bora se mostró en su día en desacuerdo con este trazado “debido a afecciones permanentes al núcleo de su parroquia, como la generación de un efecto barrera y de niveles de ruido elevados en zonas con presencia de viviendas. Asimismo, también destaca impactos sobre el patrimonio natural”.

Asimismo, la Comunidade de Montes Veciñais en Man Común de Santo André de Xeve se manifiestó “en contra de las dos alternativas planteadas por afecciones medioambientales, entre otras”, mientras que la Comunidade de Montes de Castro Lampán (Bora) realizó alegaciones “en contra de la alternativa 1 por cuestiones socioeconómicas y medioambientales”. Por otro lado, la Comunidade de Montes Veciñaos en Man Comun da Parroquia de Mourente señala posibles impactos de la alternativa 1 sobre sus actividades forestales.

La Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta de Galicia indicó en su informa que “durante el trabajo de campo se documentaron dos yacimientos arqueológicos (Mámoas da Monte Barburiña) cuyos ámbitos de protección o alrededores se verían afectados por la construcción de alguna de las alternativas. Asimismo, se documenta el topónimo A Rega Moura que se vería afectado directamente por las dos alternativas”. Añade que “el trazado enlaza en Pilarteiros con la PO-223 en un ámbito fuertemente antropizado en el que existen numerosas viviendas que también podrían verse afectadas o que dificulta cualquier modificación del trazado en esa área. Por ello, debería evaluarse la posibilidad de modificar ese tramo final y, de ser inviable, adoptar ajustes del trazado que reduzcan sustancialmente la ocupación en planta del nuevo trazado. Mantener el trazado previsto puede suponer afección y destrucción de restos arqueológicos no documentados”.

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