Mercedes Fernández-Martorell | Antropóloga

“Quien pide niños de encargo, quien los compra, es un inconsciente”

Las vientres de alquiler “son tratadas como esclavas, con un contrato terrible”, critica la antropóloga, que hoy participa en la Uned en un encuentro sobre la polémica maternidad subrogada

La antropóloga Mercedes Fernández-Martorell.

La antropóloga Mercedes Fernández-Martorell. / Susana Regueira

Susana Regueira

La polémica gestación subrogada es el objetivo del encuentro que celebra hoy la UNED y en la que participará la antropóloga Mercedes Fernández-Martorell que, como recuerda la organización, es toda una referencia en la construcción de la identidad humana y en el feminismo.

–Su conferencia lleva por título “Encargar humanos” ¿estamos comprando niños?

–Así es, sí, entiendo que, en efecto, estamos comprando humanos.

–No le gusta hablar de maternidad subrogada…

–Prefiero hablar de vientres de alquiler porque en realidad lo de maternidad subrogada… Es muy raro pasar la maternidad de una a otra mujer o a un hombre.

–¿Qué son los vientres de alquiler?

–Realmente entiendo que es un adelanto de la ciencia la posibilidad de hacer que en una placa de cristal o de Petri un óvulo y un esperma se encuentren y puedan inseminar. Y esta posibilidad que se idea para intentar resolver los problemas de algunas parejas con dificultades para tener un hijo, ahora se ha convertido en un negocio.

–Habla de connivencias para sacar adelante este nuevo nicho de mercado

–La verdad es que hay una connivencia entre ciencia, tecnología, farmacéuticas y medicina que hace que el mundo económico, que busca siempre la ocasión de hacer negocio, lo utilice para hacer más negocio.

–Insiste en que detrás de todo esto hay una ideología…

–Es lo que me parece más importante aún. Detrás de esto hay toda una ideología, que es el transhumanismo, el posthumanismo. Lo que la ciencia quiere, lo que está investigando, es lo más. Y muchas personas con grandes capitales están impulsando a la ciencia para lograr en definitiva superar eso que dice el poshumanismo, que nacemos en cuerpos equivocados, y que en realidad lo que la ciencia tiene que lograr y logrará es que vivamos 200 años y que nuestro cuerpo… En fin, hay todo un trasfondo muy potente que está actuando, que fomenta esta práctica.

La posibilidad que se idea para intentar resolver los problemas de algunas parejas con dificultades para tener un hijo, ahora se ha convertido en un negocio... En él hay una connivencia entre ciencia, tecnología, farmacéuticas y medicina

–¿Cómo empezó esta deriva?

–Todo esto viene de 2012, momento a partir del cual el ADN nuestro, el humano, se puede cortar, pegar, quitar y poner, por decirlo así. Ahora está prohibido hacerlo de forma independiente, pero inicialmente lo que hizo un cidadano chino es que su hijo tenía sida e intentó que su prole no la tuviese. Trató su línea germinal, el ADN de este hombre, y supuestamente tiene dos hijas, Lulú y Susana, que no tienen posibilidades de padecer Sida. Por resumir mucho, él acabó en la cárcel, estamos hablando de 2018, ahora seguramente habrá salido; pero la idea teórica es: conseguiremos humanos que no padecerán enfermedades conocidas. Cosa que, claro, que no padezcan las conocidas no quiere decir que no contraigan otras aún peor, esto para empezar.

–Apuntaba a grandes capitales de Silicon Valley, varios de los cuales han recurrido a vientres de alquiler para tener familia…

Ellos dicen, al final no habrá nadie que quiera tener hijos si no es a través de la ciencia, todo tendrá que venir del laboratorio porque el que tenga un hijo con “defectos” no lo podrá curar cuando se podrá tener hijos sin ningún defecto físico. Esta es la idea y, claro, es muy preocupante. Pero de todos modos lo que más me interesa es el silenciamiento de la mujer. Ella es realmente la única que hace posible tener un hijo, sin ella tampoco la fecundación in vitro tendría éxito alguno.

–Se ha repetido la imagen de una famosa saliendo en silla de ruedas del hospital; cabe preguntarse si la que dio a luz al bebé no saldría caminando. O por otra puerta…

–Seguramente (sonríe), seguramente. Y esto para mi es lo más impactante. No sé si sabe el contrato que hacen pero está considerado por muchos jueces y abogados como de esclavitud. Son mujeres tratadas como esclavas, con un contrato terrible.

Lo que más me interesa es el silenciamiento de la mujer. Ella es realmente la única que hace posible tener un hijo, sin ella tampoco la fecundación in vitro tendría éxito alguno

–¿Dónde revierte el (mucho) dinero que pagan los que hacen uso de esta posibilidad?

–Realmente no llega a manos de ellas, a ellas les llega una cantidad ínfima, porque los viajes, costes de médicos, hospital etc suman y a ellas solo les llega una mínima parte. Pues para mi esto es lo importante. Los demandantes de esta actividad son muy inconscientes del sufrimiento y el dolor de la mujer que gesta. Lo que puedo decir respecto a quien pide niños de encargo, quien los compra, es que es un inconsciente. Me llama la atención esa inconsciencia, porque al final cabría preguntarse la ética qué es, pues es no producir dolor ni sufrimiento a los demás. Esa es la ética, que creo que es la que hay que seguir, no la ética religiosa o la de la ciencia, no, la ética del tú a tú.

–¿Nos olvidamos de recordar que la maternidad no es un derecho?

–Claro que no lo es, es una posibilidad que uno tiene. No es un derecho; se ejerce si se puede y, si no, no se hace. Hay que asumir las posibilidades que uno tiene, si no puedes tener hijos por la razón que sea puedes adoptar, puedes acoger o renunciar a ello, no pasa nada.

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