Ropa nueva, visitas a familiares y amigos, acompañadas de mucha y sabrosa comida. Musulmanes de distintas nacionalidades festejaron ayer el final del Ramadán, el Eid al-Fitr que puso fin al mes más sagrado para los practicantes del Islam. Lo celebraron con un gran encuentro en la plaza de España en el que se dieron cita numerosos vecinos de la comarca para compartir los rezos de la mañana y también un sabroso té que marcó la conclusión del ayuno.
La fiesta de final del ayuno “es un día muy especial para todos los musulmanes, todos los del mundo”, explica Mohamed Bah, presidente de la comunidad islámica de Pontevedra, una jornada que despide “un mes en el que no comemos durante todo el día, un mes en el que celebramos Ramadán y en este día especial rezamos juntos, otros días lo hicimos en la mezquita y esta vez en la carpa que nos cedió el Ayuntamiento”.
La fiesta de final del ayuno “es un día muy especial para todos los musulmanes, todos los del mundo”, explica Mohamed Bah, presidente de la comunidad islámica de Pontevedra. El rezo colectivo dio paso a un sabroso desayuno
El rezo colectivo, que como es tradicional realizaron por separado mujeres con los niños pequeños y varones, dio paso a una degustación. “A partir de este momento tenemos derecho a comer durante el día, también el resto del año podemos hacerlo”, señala Mohamed Bah, tras estas semanas de haber ayunado durante las horas de sol. Para despedirlas, en el desayuno no faltaron deliciosos postres, que compartieron musulmanes de todas las nacionalidades.
“Estamos personas de Bangladés, Senegal, Marruecos, Pakistán… Casi todos los que están en Pontevedra”, señala el representante de la comunidad islámica, muchos de cuyos integrantes vistieron sus ropas tradicionales, como la chilaba en el caso de los marroquíes.
Se trata de una comunidad amplia. “Somos muchos, y aquí solo estamos los que vivimos en Pontevedra, pero hay muchos más en la comarca que fueron a otras mezquitas”, resume un joven profesional de la hostelería afincado hace escasas fechas en la Boa Vila. Como él, jardineros, carniceros, conductores, amas de casa o cocineras compartieron unas horas de encuentro para despedir el ayuno que, recuerdan, les ayuda a ponerse en la piel de aquellos “que no tienen la suerte de poder comer siempre”.
El Ramadán, uno de los cinco pilares sagrados del Islam, es un tiempo de introspección y mejora. Tras el rezo colectivo el clérigo recordó a los asistentes la importancia de cumplir con los preceptos de este mes de sagrado, así como de “ordenar el bien y prohibir el mal, actuar con pudor, evitar chismes, no hablar mal de los ausentes” y ser noble en los negocios. También recomendó “devolver deudas y no molestar a los vecinos”.
Es una fiesta que suele compartirse en familia, de modo que en la reunión participaron musulmanes de todas las edades, desde bebés hasta abuelas, cuyas recetas fueron merecidamente saludadas por los asistentes. También ellas visibilizaron sus trajes tradicionales y prácticas como los tatuajes de henna, símbolos de buena suerte y salud y propios de grandes celebraciones.
“Estamos personas de Bangladés, Senegal, Marruecos, Pakistán… Casi todos los que están en Pontevedra”, señala el representante de la comunidad islámica, que recuerda que "hay familias que llevan más de 35 años" afincadas en la Boa Vila
“Hoy es un día muy especial”, resume Ghizlani Zendi, una de las asistentes, “tras un mes muy sagrado para nosotros en el que hay que estar muy bien con la gente, con todo el mundo. Hay que hacer un desayuno y celebrarlo con la familia, como estamos haciendo ahora. Hay mucha gente que no tiene la familia aquí e intentamos ayudar a toda la comunidad”.
Al coincidir en viernes “después del rezo se junta la familia y se hace cuscús, seguramente hoy todos comerán cuscús juntos” con los suyos, explica.
En Pontevedra están radicadas “familias que llevan aquí más de 35 años”, subraya Mohamed Bah, de modo que en la fiesta estuvieron representadas hasta tres generaciones vinculadas a la Boa Vila. Especialmente, disfrutaron de los dulces los más pequeños. “Procuramos que los niños participen en estas reuniones de la comunidad”, señala en este punto Ghizlani Zendi, “para que conozcan la religión, la cultura” y también el ambiente de confraternidad. “Ves que son personas que no se conocen de nada pero se saludan y se dan abrazos, es un día muy feliz”, una alegría y un delicioso té que compartieron con los afortunados invitados.