“En ese asunto no prevemos otra calificación, por el momento, que no pase por el homicidio o asesinato”. Así de claro se manifestaba, hace apenas unas semanas, el fiscal jefe de Pontevedra, Juan Carlos Aladro, al ser preguntado acerca de la muerte de Jessica Méndez el pasado 17 de marzo de 2022 tras ser embestido el coche de esta mujer por el automóvil que conducía un conocido suyo, José Eirín, quien al parecer estaba “obsesionado” con la joven de 29 años.
Eirín ingresó en prisión hace hoy un año, el 21 de marzo de 2022, investigado por un delito de homicidio o asesinato, en un caso que sigue el juzgado mixto número 1 de Caldas de Reis por el procedimiento del Tribunal del Jurado. Doce meses después, el asunto está a punto de finalizar la fase de instrucción en cuanto se reciba el informe final del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico de la Guardia Civil. Durante estos 12 meses, el acusado ha intentado en varias ocasiones eludir la actual situación de prisión provisional, pero el juzgado ha denegado todas ellas. La defensa llegó a recurrir a la Audiencia Provincial, pero la Sección Cuarta también rechazó esta posibilidad.
En un auto dictado dos meses después del siniestro, con la investigación ya bastante avanzada, la Audiencia Provincial repasó todos los indicios que apuntan a que José Eirín empotró su vehículo directamente contra el de Jessica tras desviarse de su trayectoria con la intención de matarla, no siendo una mera imprudencia, sino un impacto intencionado y “buscado por el investigado”.
“Las manifestaciones recogidas a testigos en cuanto a la presunta existencia de un obsesivo enamoramiento no correspondido del investigado hacia su vecina”, dice uno de los autos
En dicho auto, partiendo de que el accidente y el fallecimiento de Jessica es un punto indiscutible, se señalan aspectos recogidos en el informe de la Guardia Civil de Tráfico como las trayectorias, posiciones finales de los vehículos, características de la vía o la “inexistencia de huellas de frenada o de maniobras evasivas” que “vendrían a indicar un desvío del vehículo del acusado, sin justificación aparente en otra causa, hacia el vehículo conducido” por la víctima “y detenido fuera de la calzada” por la que circulaba el investigado. A ello suman “las manifestaciones recogidas a testigos en cuanto a la presunta existencia de un obsesivo enamoramiento no correspondido del investigado hacia su vecina” y a un “comportamiento de aquél sometiéndola a vigilancias incluso en momentos previos de ese mismo día de los hechos”.
“Se trataría de un impacto directo y justo contra la puerta de la conductora a una considerable velocidad (entre 80 y 90 km/h, según el auto) y en un tramo recto de buena visibilidad y sin adoptar ningún tipo de maniobra de evasión”, se recoge en la documentación.
Por otra parte, la investigación de la Guardia Civil también estableció que el coche que conducía el acusado tuvo que desviarse del carril por el que circulaba en la Nacional 550 para impactar contra el de la víctima, que estaba detenido a dos metros y 70 centímetros del borde de la calzada y situado de forma perpendicular a esta vía principal. Esto se pudo establecer en virtud del análisis de las huellas de fricción que dejó el Seat Ibiza de la fallecida en el asfalto. Estos datos recabados por Tráfico avalarían esta tesis de la colisión intencional, que se refuerza con la supuesta obsesión que tenía el acusado con la víctima como se infiere a través de diversos testimonios e incluso de conversaciones de WhatsApp de la fallecida con alguno de los testigos. Uno de los autos dictados por el juzgado de Caldas de Reis resalta que “existen serios indicios de que el investigado buscaba en todo momento la proximidad” de la víctima, “contra la voluntad de esta, incluso el propio día del accidente”.
Medicación
De la declaración en su día del acusado en el juzgado de instrucción trascendió entonces que él, por su parte, insistía en que se trató de una colisión accidental. Los autos judiciales desvelan que, además, el acusado señaló que no recuerda “nada” del accidente salvo que vio “introducirse algo” en la carretera y apunta al Tramadol, un medicamento con el que se estaba tratando, que le pudo dar sueño. No obstante, también habría admitido que estaba plenamente consciente momentos antes del accidente.
La defensa también apunta al hecho de que fue el investigado el primero en abandonar el coche el lugar de Constenla por lo que no tenía “posibilidad” de saber cuándo saldría la víctima de su vivienda para luego empotrar su coche contra el de la mujer. Frente a ello se sitúa la postura de la Fiscalía quien llama la atención del instructor y de la Audiencia al señalar que el investigado “sería perfecto conocedor de las rutinas diarias de la fallecida”.
Por lo tanto, el juzgado de instrucción concluye que, “siempre con la provisionalidad propia de este momento inicial de la investigación”, todo apunta hacia la tesis de la colisión intencionada y por ello considera proporcionada la medida de prisión. Algo que ratifica la Audiencia Provincial por el riesgo de fuga ante la elevada pena a la que se puede exponer en el caso de que finalmente se formule una acusación por homicidio o asesinato, de entre 15 y 25 años de cárcel.