Emilio Arruti Peleteiro | Facultativo de Urgencias que se jubila

“Desde niño quise ser médico, porque creía que ese era mi lugar en el mundo”

Entrevista con uno de los profesionales con los que el servicio de Urgencias del Hospital Montecelo de Pontevedra echó a andar en el año 1989 y que ahora se jubila

Emilio Arruti Peleteiro en el Hospital Montecelo.   // RAFA VÁZQUEZ

Emilio Arruti Peleteiro en el Hospital Montecelo. // RAFA VÁZQUEZ / Ana López

El doctor Emilio Arruti Peleteiro, profesional del servicio de Urgencias del Hospital Montecelo, se jubila después de 43 años en activo. Natural de Ponte Caldelas, pero vecino de Pontevedra, se despide de su puesto, pero no de la vocación que le llevó a ser médico y que continuará transmitiendo a través de la divulgación sobre la importancia de la donación de órganos.

– Más de cuatro décadas en activo, ¿qué balance hace de todo este tiempo?

– Para mí el balance es positivo. Lo que intentas siempre es hacerlo todo lo mejor posible, desde todos los puntos de vista. Lógicamente, a nivel profesional quieres que todos los pacientes salgan adelante. A veces lo consigues y a veces no. Eso sí, te esfuerzas por que la asistencia sea lo más humana y amable posible.

–Durante 16 años compaginó la coordinación hospitalaria de trasplantes del Complexo Hospitalario de Pontevedra con la atención en Urgencias; eso es muchísimo trabajo...

– Lo cierto es que era muy estresante estar en ambas cosas a la vez, pero creo que lo compaginé bastante bien, a pesar del estrés que en alguno momentos teníamos y de la sobrecarga. Era gratificante cuando conseguías al final una donación de órganos.

Hay que potenciar la Atención Primaria, que es la que está fallando ahora y sobrecargando a Montecelo

– ¿Cuándo comenzó en Urgencias?

– En Urgencias del Hospital Montecelo llevo casi 34 años, los haría en febrero, desde que se fundó este servicio con personal médico. Éramos solamente ocho médicos y se fue ampliando plantilla, porque, lógicamente, las necesidades fueron aumentando.

– ¿Qué había antes de ese servicio?

– Antes de enero de 1989 no existía el servicio como tal. Esos ocho médicos teníamos que atender a un área sanitaria más grande que ahora, porque por aquel entonces abarcaba Lalín, Agolada...

– Esa organización a nivel de pesonal ha cambiado mucho.

– Sí, porque la demanda también aumentó muchísimo. Al no funcionar la Atención Primaria a pleno rendimiento ni los PAC todo el mundo va a Urgencias del Hospital Montecelo, lógicamente.

Han sido años muy duros, y lo están siendo para los compañeros, que siguen al frente del servicio, porque sigue habiendo muchísimos casos de COVID

– Y a ello se ha sumado, en los últimos años, la pandemia del COVID, que ha hecho que todo haya sido todavía más duro en la profesión...

– Sí, han sido años muy duros, y lo están siendo para los compañeros, que siguen al frente del servicio, porque sigue habiendo muchísimos casos de COVID y ellos están en primera línea.

– ¿Las principales demandas en el servicio son de recursos humanos?

– Lo que hacen falta son medios humanos, pero también materiales, porque el servicio es muy pequeño. El flujo de pacientes no es el correcto y eso sobrecarga todo. Hay veces en las que los pacientes están esperando en Urgencias por una cama mucho tiempo y eso bloquea el servicio. Son doce boxes, pero uno de ellos se utiliza básicamente para enfermos psiquiátricos. Los once restantes no nos llegan a nada. El espacio es muy pequeño, se ha quedado muy obsoleto.

– Esa cuestión de espacio debería quedar resuelta con el futuro Gran Montecelo, pero seguiría pendiente el problema de la Atención Primaria y los Puntos de Atención Continuada (PAC)...

– Está claro que si ni Primaria ni los PAC funcionan correctamente los pacientes se van a desviar a otro lado. Eso es fundamental. Hay que potenciar la Atención Primaria, que es la que está fallando ahora y sobrecargando a Montecelo.

– Usted se jubila, pero ¿hay ya reemplazo para su puesto?

– Supongo que mi plaza se cubrirá interinamente. Eso espero. No sé los planes de la dirección en ese sentido.

La gente ya viene quemada antes de empezar. Eso dificulta el desarrollo de la profesión, sacrificada de por sí

– ¿Qué fue lo que le llevó en su momento a estudiar Medicina? ¿Había tradición en su familia?

– No. Yo desde niño siempre quise ser médico, porque creía que ese era mi lugar en el mundo, intentar ayudar a los demás. La Medicina me atraía y me empeñé en hacerlo, hasta que lo conseguí.

– ¿Con alguna especialidad en particular?

– Soy médico general, sin ninguna especialidad porque la de Urgencias no existe. A nivel de gobierno ninguno ha querido crearla; llevamos más de veinte años reclamándola. Todos dicen que sí, hay compromiso, pero ninguna da el paso definitivo.

– También tiene experiencia en la formación de los nuevos médicos. ¿Cómo los ve? Obviamente, es una profesión en la que la vocación es fundamental, pero ¿llegan ya con el “síndrome del quemado” en vista del panorama laboral que se les presenta?

– Bueno, la cultura del esfuerzo que tenía nuestra generación en estos momentos no existe. Yo creo que la gente ya viene quemada antes de empezar. Eso dificulta el desarrollo de la profesión, sacrificada de por sí. Aunque en mi opinión, esa cultura del esfuerzo desaparece en toda la sociedad, estamentos y profesiones.

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–¿Cuáles son sus planes para el futuro más inmediato?

– En principio, si cuentan conmigo desde la Oficina de Coordinación Autonómica de Trasplantes, me gustaría seguir dando charlas sobre la importancia de la donación, en colegios, centros de vecinos... Será también una manera de mantenerme ocupado. Con eso, descansar y viajar un poco más...

– Respecto a la donación, ¿en qué momento se encuentra la predisposición de la sociedad gallega? ¿Se han superado los prejuicios de carácter religioso, social...?

– En unos días se harán públicos los resultados de la Oficina de Trasplantes de Pontevedra y O Salnés y, en principio, son buenos. La gente se va concienciando cada vez más. Los trasplantes siguen aumentando y creo que va a seguir siendo así. El modelo español funciona bien.

– ¿Cuál es su filosofía de vida ahora que se jubila, a los 66 años y con un año de prórroga como médico?

– Que la solidaridad es importante para llevarnos en nuestro paso por la vida. No se puede ser individualista; hay que ser solidario y colaborar. Todas las profesiones son importantes en ese sentido.

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