Vidas en negro

La UNED acoge hoy la exposición etnográfica “A saia raíña” sobre las gallegas enlutadas en el siglo XXI

La exposición parte de un trabajo etnográfico que documenta la experiencia de las últimas gallegas enlutadas en el siglo XXI.

La exposición parte de un trabajo etnográfico que documenta la experiencia de las últimas gallegas enlutadas en el siglo XXI.

Por costumbre, por imposición social o familiar, por el miedo al qué dirán... Durante siglos las familias (fundamentalmente las mujeres) guardaron luto por los familiares, una práctica que se analizará esta tarde en el Centro de la UNED, que acogerá exposición Itinerante de testimonios etnográficos “A saia raíña”.

La exposición está basada en un trabajo de campo, es decir, en un recorrido de viajes por toda Galicia, en las cuatro provincias, donde con grabadora en mano, cámara de fotos y vídeo lo que hacía era entrevistar a lo que se llama en etnografía informantes”, explica la poeta y etnógrafa audiovisual María Rita Mas Ybáñez a propósito del trabajo realizado para “A saia raíña”.

Este proyecto en formato fotográfico y documental reúne testimonios de mujeres a propósito del luto. Será el protagonista de la actividad que celebrará esta tarde el Centro de la UNED a partir de las 19 horas, un encuentro en el que María Rita Mas Ybáñez profundizará en estas entrevistas y en la metodología del trabajo de campo.

“Lo que hago es buscar y encontrar, primero, a las mujeres que todavía guardan luto en el siglo XXI en Galicia para que me contasen cómo es esa costumbre, cómo la habían vivido, desde cuándo estaban de luto, qué significaba, qué les prohibían hacer...” explica la autora.

¿Por qué se habían enlutado? Las respuestas son diversas y también sorprendentes. Mas Ybáñez se encontró que “algunas cuando hablaban del luto se referían únicamente a la iconografía de la vestimenta, pero inmediatamente revelaban como también les habían prohibido participar en fiestas, en las vidas sociales etc... Y muchas de ellas prácticamente no sabían la razón concreta de por qué se habían enlutado”.

En ese momento aparecen respuestas como que “era la costumbre”, que lo que “hacía todo el mundo”, o por evitar las críticas.

Muchas de ellas reconocían también que “no sabían salir del luto, ni siquiera eran capaces de vestirse de otro color”, explica la investigadora.

Unas de las informantes estaban a favor de esta costumbre y otras en contra, pero lo que sí pudo percibir la autora es que “el luto permanente, el de algunas de ellas que con 80 años te contaban que llevaban así desde que eran niñas y no se lo habían quitado nunca, tiende a desaparecer”.

En el siglo XXI se guarda “más bien temporal, los días del entierro o un tiempo muy corto”, explica.

El encuentro que celebra la UNED sobre esta exposición (que ya ha recorrido distintas localidades gallegas y que continuará su itinerancia) será una oportunidad para reflexionar sobre una práctica que surgió en el siglo XV, coincidiendo con el reinado de los Reyes Católicos. En esos momentos el vestir de negro como signo de pesar por la muerte de un familiar “era una prohibición mucho más abnegada y restringida”, explica la responsable de “A saia raíña” y progresivamente se fue convirtiendo “en un protocolo de costumbres, en la que también había una obligatoriedad, sobre todo en el mundo rural”.

"Algunas cuando hablaban del luto se referían únicamente a la iconografía de la vestimenta, pero inmediatamente revelaban como también les habían prohibido participar en fiestas, en las vidas sociales etc..." Muchas desconocían por qué se habían enlutado

También en el urbano, donde “cuando las reinas se vestían de luto las mujeres de clases sociales más bajas las imitaban y mantenían ese luto”, recuerda la etnógrafa.

En las centurias siguientes el luto siguió evolucionando “hasta convertirse en una costumbre que hoy en día es social pero la tendencia es que sea temporal y desaparezca el permanente”.

La investigación constata como las restricciones afectaban fundamentalmente a las mujeres. “El trabajo de antropología no es juzgar, sino señalar, mostrar”, recuerda la investigadora, que incide en que “con una observación objetiva el mismo trabajo te va a revelar las diferencias tan notables entre cómo guardaban el luto las mujeres y cómo lo hacían los hombres”.

Empezaban ya en la propia vestimenta (ellas, de negro de arriba abajo, en ellos se limitaba a una corbata, brazalete etc), pero, especialmente, se proyectaban a la vida social: las mujeres no asistían a fiestas o a reuniones. Las hay que contaron que acudían a la fuente a buscar agua de madrugada para que no las viesen los vecinos.

Suscríbete para seguir leyendo