Urbex: el turismo en lugares abandonados que está de moda entre los jóvenes

Fábricas, casas, antiguos hospitales e incluso aldeas enteras son el destino preferido de estos “exploradores urbanos” que buscan y documentan sitios en decadencia

Gasolinera abandonada cerca de Caldas.

Gasolinera abandonada cerca de Caldas. / Gustavo Santos

Buscar y documentar lugares abandonados y decadentes, en eso consiste básicamente el Urbex, el fenómeno de moda entre muchos jóvenes y que está en el filo de lo legal y lo ilegal, mientras que sus practicantes lo defienden simplemente como un estilo de vida, y de turismo, diferente. La palabra surge de la combinación de los vocablos ingleses “Urban” y “Exploration” o, lo que es lo mismo, exploración urbana. Desde casas particulares hasta fábricas, pasando por viejos hoteles y balnearios, hospitales, almacenes e incluso aldeas enteras, casi cualquier lugar es susceptible de ser protagonista en este hobby.

Se trata de una afición extendida especialmente entre fotógrafos, que buscan el lado estético de lugares decadentes o en ruinas, pero también tiene un punto de aventura que atrae a muchos jóvenes que después lo comparten en sus redes sociales. De hecho, hay numerosos canales de Youtube en los que se comparten vídeos de exploraciones urbanas por Pontevedra y la comarca, así como perfiles de Instagram con imágenes de sus peripecias.

Es realmente complicado conseguir testimonios de aficionados al Urbex en Pontevedra por el secretismo que lo rodea (uno de los principios básicos de los exploradores es no compartir las direcciones de los lugares explorados) y porque existe cierto vacío legal al respecto y prefieren evitar problemas, también por eso sus visitas suelen ser bastante cortas. “Nos gusta explorar lugares diferentes, es como una aventura, pero siempre sin molestar a nadie. Los que practicamos Urbex ni robamos ni vandalizamos los lugares que visitamos, respetamos totalmente la propiedad”, explica Elena, la única aficionada que ha accedido a hablar con FARO.

Gasolinera abandonada cerca de Caldas.   | // GUSTAVO SANTOS

Aldea de Arufe, en Cerdedo-Cotobade. | // GUSTAVO SANTOS / Cristina Prieto

Y es que, según relata, la mayoría de los lugares que visitan presentan numerosas pintadas y graffitis, así como algunos elementos rotos. “Un sitio bastante conocido aquí es una gasolinera abandonada cerca de Caldas que está bastante destrozada. Los que practicamos Urbex no buscamos estos lugares para romper nada, ni para robar, nos lo tomamos casi como un tipo de turismo diferente”, insiste.

"Los que practicamos Urbex no buscamos estos lugares para romper nada, ni para robar, nos lo tomamos casi como un tipo de turismo diferente", explica Elena, aficionada a este tipo de rutas singulares

“Entramos, vemos lo que hay, hacemos alguna foto si hay cosas que nos llaman la atención, nos imaginamos cómo era el lugar antes, si es una casa cómo serían las habitaciones, dónde estaría la cocina... Y nos vamos dejando todo tal cual estaba. Es por una cuestión de respeto al propietario del edificio y también para que los que lo exploren después se puedan encontrar lo mismo”, apunta Elena.

Todo un paraíso para los amantes del Urbex se encuentra en Cerdedo-Cotobade. El municipio cuenta con varias aldeas abandonadas, como las de Vichocuntín, Arufe y A Godela. Precisamente en esta última se encuentra la llamada Casa da Peste, en la que se dice que todos sus habitantes murieron por esa enfermedad; unas monjas la vendieron a unos alemanes y hoy en día permanece en el olvido.

Restos del bar Avión, en Barro.

Restos del bar Avión, en Barro. / Gustavo Santos

Son lugares en los que el musgo y la vegetación reinan libremente, interrumpiendo su olvido solo algunos visitantes, como estos amantes del Urbex, que practican este nuevo turismo que, aunque no lo crean, ayuda a sacar a la luz pequeños tesoros de la historia de los pueblos.

Fotos, cartas y otros tesoros escondidos

Uno de los grandes alicientes para quienes practican Urbex es encontrar pequeños tesoros ocultos en los lugares que exploran; esos sitios que llevan años abandonados, olvidados para sus dueños, son casi como pequeños museos “si tienes suerte y paciencia”.

Lo más habitual que se suelen encontrar en sus aventuras son fotografías antiguas y alguna carta o documento, incluso libros de cuentas en alguna fábrica o almacén, pero normalmente en blanco. “Nosotros nos encontramos alguna fotografía y una vez encontramos un libro en bastante mal estado. Hicimos varias fotos y dejamos todo tal cual estaba, porque existe cierto romanticismo en esta actividad, nos gusta que quien venga detrás a visitar este mismo lugar pueda encontrar lo mismo que encontramos nosotros y disfrutarlo igual”, explica Elena.

Normalmente suelen hacer estas exploraciones en pequeños grupos o en pareja porque les da más seguridad, pero también hay algunas personas que se atreven a explorar en solitario, sobre todo las “youtubers”. En parte esto también es para mantener en secreto algunas localizaciones para protegerse en cuanto a ese limbo legal en el que está esta actividad.

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