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El Lérez es seguro salvo algunos remolinos en el puente de O Burgo

Deportistas que entrenan a diario en sus aguas destacan que apenas se producen incidentes y que es “totalmente tranquilo”

Piragüistas durante un entrenamiento ayer en el río Lérez. | // RAFA VÁZQUEZ

Un río tranquilo, seguro, en el que entrenan a diario personas de todas las edades, desde niños de 6 años hasta adultos, desde gente con muy poca experiencia hasta personas que llevan toda la vida practicando actividades acuáticas. Tras la tragedia de José Manuel Penas “Keni”, fallecido tras volcar con su piragua en el tramo urbano del Lérez, se ha generado un pequeño debate acerca de la seguridad del río pontevedrés, algo que quienes lo conocen a fondo han querido zanjar de forma contundente.

“En el río entrena todo tipo de gente, sobre todo en verano; en invierno, con la lluvia, ya se hace más complicado y se ve básicamente a deportistas de los clubes de la ciudad y del CGTD”, apunta Óscar Ponte, de la Escuela de Piragüismo Ciudad de Pontevedra, que recuerda que “no es un río complicado, en él entrenan niños de 6 años”. Lo que sí reconoce Ponte es que “el río va con mucha más fuerza en días de lluvia, sobre todo si es después de una temporada de sequía como la que hemos vivido, pero aún así, aún con mayor caudal y más corrientes, sigue siendo un río muy tranquilo, y sobre todo para quienes lo conocen bien y entrenan a menudo en estas aguas”.

Por esto, el piragüismo pontevedrés tiene claro que la desgracia de Keni Penas se debió a un accidente por algún tipo de indisposición, ya que era “un palista experimentado”. En este sentido, el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, confirmó que se le está realizando una autopsia para conocer si sufrió “algún tipo de incidencia o no”. Miñones espera que el resultado de la autopsia refleje si “hubo algún acontecimiento previo” que derivase en el hundimiento de la embarcación en la que entrenaba José Manuel Penas, de 49 años y que fue enterrado ayer, y que “era una persona experta en el manejo” de la piragua, por lo que “extraña lo sucedido”.

Los deportistas pontevedreses coinciden al señalar una única zona como algo más peligrosa: el entorno del puente de O Burgo. Por un lado, apuntan a que, especialmente en época de lluvias, hay zonas en las que se crean remolinos, “aunque gente experimentada podría superarlos. También cuando hay riadas es una zona que cuesta más remontarla, pero se puede hacer”.

Un experto piragüista pontevedrés apunta a que “hay vuelcos todos los días en el Lérez y no pasa nada”. Señala que en el puente “hay diferencia de altura, es como si hubiera que hacer un remonte, porque en la parte de arriba hay sedimentos, pero si la intensidad del agua es baja, se remonta sin ningún problema”. De hecho, destaca que “es un río en el que apenas hay incidentes, no se pierden piraguas habitualmente como sí sucede en otros, etc”.

Óscar Ponte comenta también el efecto embudo que se produce en el puente por la estructura de arcos del mismo. “Cuando llueve y el caudal va alto, el agua canaliza por los arcos y se crea ese efecto que puede llegar a ser peligroso en caso de que se vuelque”, explica el presiente de la EP Ciudad de Pontevedra. De hecho, muy cerca del puente de O Burgo se suele formar un remolino, que incluso es visible desde fuera del agua, que es donde confluye ese efecto embudo del que habla Ponte. “Por ejemplo, en días de riada, en los entrenamientos llegamos casi hasta el puente. En días normales, vamos hasta la playa fluvial. La corriente que existe está totalmente controlada. Es raro que vayamos con las piraguas hasta la presa de Bora, pero incluso allí es seguro; aunque haya corriente, si vuelcas no hay peligro”, explica el responsable de la EP Ciudad de Pontevedra, que añade que “la clave es conocer el río y saber por dónde meterse”.

Tres accidentes mortales en lo que va de siglo

En lo que va de siglo apenas se han registrado accidentes mortales en el río Lérez. Contando los casos de personas que se quitaron la vida arrojándose al agua, en las dos últimas décadas se contabilizan menos de una decena de fallecimientos en el río pontevedrés.

Uno de los casos más dolorosos ocurrió en mayo de 2003, cuando un adolescente de 16 años murió ahogado después de haberse lanzado para intentar recuperar una pelota que se le había caído al agua. El joven estaba jugando al fútbol con otros amigos en una de las pistas de A Xunqueira y el balón se les escapó al río en una zona próxima al puente de Os Tirantes. El fallecido se tiró al agua y su primo fue en su ayuda, pero no pudo rescatarlo. Dos lanchas de los bomberos y Protección Civil y buceadores de la Guardia Civil y de la Armada peinaron la zona, recuperando el cuerpo alrededor de dos horas después del incidente.

Posteriormente se registraron dos casos relacionados con pescadores. El primero, en marzo de 2007, cuando un hombre de 54 años que pescaba lampreas junto a la cascada de Monte Porreiro se resbaló y se golpeó la cabeza. Su hermano trató de rescatarlo sin éxito. El segundo, en agosto de 2013, se produjo en la misma zona. Una mujer vio a un hombre en el fondo del río y dio aviso a los servicios de Emergencias. Un bombero fuera de servicio llegó a rescatarlo e incluso que recuperase el pulso tras practicarle maniobras de reanimación, pero éste fallecería horas después en el hospital.

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