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Carlos Názara | Médico recién jubilado en el Sergas

“Es inviable mantener a un profesional con esa actividad brutal de 70 u 80 pacientes al día”

Facultativo durante 35 años en el centro de salud de Marín, decide jubilarse a los 68 años y no agotar el límite máximo ofrecido por el Sergas porque “sería un mundo”

Carlos Názara en el centro de salud de Marín. GUSTAVO SANTOS

El doctor Carlos Názara se jubila en el Sergas tras 42 años de ejercicio profesional, 35 de ellos en el centro de salud de Marín, en donde actualmente tenía alrededor de 1.600 pacientes en su cupo. El área sanitaria de Pontevedra pierde a uno de sus activos más importantes, ya que el médico, de 68 años, ha decidido no continuar hasta el límite de los 70 años por la “actividad brutal” diaria a la que los facultativos de Atención Primaria son sometidos hoy por hoy.

– Se jubila ¿después de cuántos años en la profesión?

– Después de 42 años de ejercicio profesional, contando con la especialidad. Los 35 últimos en el centro de salud de Marín.

– ¿Dónde había estado antes?

– Me licencié en el año 1978 con la calificación de sobresaliente en la Facultad de Santiago y después inicié la especialización en Medicina Interna en Montecelo. Posteriormente obtuve la plaza interina de médico de salud pública en Meaño y la plaza por oposición en el concello de Chandrexa de Queixa, en Ourense. Allí estuve cerca de cuatro años. Por concurso de méritos obtuve la plaza en Marín.

"No hay que olvidar que la Atención Primaria resuelve el 90% de las patologías de los paciente"

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– Pero su formación ha sido muchísimo más amplia...

– Sí. En realidad estudié en las tres universidades gallegas. Me licencié en Santiago, pero me diplomé en Investigación, en Estudios Avanzados, por la Universidad de A Coruña, y me doctoré en la Universidad de Vigo con un trabajo sobre riesgo cardiovascular. Además, me he formado en diferentes hospitales españoles en Ecografía Clínica y formo parte de la Sociedad Gallega de Hipertensión y Riesgo Vascular. Soy miembro también del grupo de riesgo vascular en la Sociedad Gallega de Medicina Interna y del grupo de dislipemia aterogénica de la Sociedad Española de Arterioesclerosis. También he podido publicar y colaborar en numerosos trabajos científicos con estas sociedades.

– Es un curriculum amplísimo que ha podido aplicar no solo en la sanidad pública, sino también en la privada.

– Sí, desde el año 1989 en la especialidad de Medicina Interna, en el Policlínico de Marín y en el centro Adeslas de Pontevedra.

– Cada vez que un médico se jubila se pierde un activo muy importante en la sanidad pública...

– Sí, indudablemente. Sobre todo, si estás en buenas condiciones físicas y mentales, el bagaje que se pierde, el capital científico, es muy importante. Por dos razones. Una en cuanto a si te has mantenido activo respecto a tu formación. La otra, por la experiencia que acumulas. En la situación actual, dadas las circunstancias de mala gestión, porque hay que decirlo así, de los recursos humanos, se hace inviable poder mantener a un profesional con esa actividad brutal de tener que atender a 70 u 80 pacientes al día. Eso no mantiene ni los más mínimos estándares que preconiza la Organización Mundial de la Salud, que dice que un profesional, sobre todo en Atención Primaria, no puede tener más de 20 pacientes diarios. Esto se ha dejado ir y ha habido fugas de profesionales desde el año 2014 hasta el 2022, cuando se han ido de España 11.000 médicos. Si tú no mejoras las condiciones laborales, los médicos se te van a marchar. Ahora tienes que mantener lo poco que tienes hasta casi explotar.

"Nunca recibes una llamada por parte de quien corresponda de la gerencia del área sanitaria para darte las gracias"

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– ¿Qué le pasa por la cabeza a un médico cuando llega de mañana al centro de salud y ve en la agenda a 80 pacientes?

– Es un pequeño shock. Pero te vas aclimatando de tal manera que se va formando como un callo y organizas tu pensamiento durante la mañana buscando unos estándares mínimos de calidad que aportar al paciente. Porque si no la sensación de malestar que te llevas para casa es horrorosa. No de trabajo mal hecho, sino de trabajo apresurado. Te quedas con dudas de si el paciente ha recepcionado bien tu transmisión en cuanto a tratamiento, en modificaciones de su estilo de vida... Al final, para intentar amortiguar un poco todo eso, prolongas tu tiempo en consulta, que no es remunerable, que ya no es lo que te importa realmente, sino valorable. Nunca recibes una llamada por parte de quien corresponda de la gerencia del área sanitaria para darte las gracias. Jamás, eso no ha ocurrido en ningún momento.

– ¿Los profesionales sienten miedo ante este panorama?

– Claro que tienen miedo. Tanto a cometer errores en algo importante para el paciente como por su propia salud, a poder sufrir un evento cardiovascular, un infarto o un ictus, porque la situación de estrés es tremenda. En el médico de Atención Primaria tenemos que tener en cuenta que no solamente hay que pasar esa agenda, sino que en cualquier momento puede ser requerido por el 061 para ocupar un puesto en la ambulancia en una emergencia. En definitiva, esta situación tiene que sufrir un cambio radical, que ya no va a ser posible porque no hay recursos porque llevan diez años haciendo mal las cosas.

"Ha habido momentos buenos y otros tristes, como cuando fallece un paciente. En general, estoy muy agradecido a los pacientes y a los compañeros"

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– ¿Se ha perdido esa relación estrecha tan importante entre médico y paciente?

–Es una relación pero que muy estrecha: ves crecer a tus pacientes. Estoy atendiendo a abuelos, hijos y nietos. Son muchos años. Un estudio reciente ha demostrado que cuando llevas tantos años en un cupo se reduce la morbimortalidad en un 35% porque ya conoces a tus pacientes así como entran por la puerta: ya sabes a lo que vienen, el tipo de vida que llevan, su trabajo... Esto redunda en el enfoque del tratamiento y en las recomendaciones que haces al paciente. No hay que olvidar que la Atención Primaria resuelve el 90% de las patologías de los pacientes.

– ¿Cómo se han tomado sus pacientes la noticia de su marcha?

– (Risas) Me han reñido bastante. Me los encuentro por la calle y me dicen que les he abandonado. He aguantado tres años, tengo 68, y podría haber seguido dos más, pero para mí, en estas circunstancias, sería un mundo. Otros compañeros han dicho lo mismo. No puedes afrontar estos ratios. Yo estaría dispuesto a atender a una media de 30 o 40 pacientes al día, más de ahí no.

– ¿Le costó tomar la decisión?

– Muchísimo. Pero mi familia ya temía por mi salud.

– ¿Por qué eligió en su momento la especialidad de Medicina Interna ?

– Dudé si estudiar Ingeniería o Medicina. Elegí Medicina Interna porque es muy completa. Tiene una visión holística.

– ¿Qué balance hace de estos 42 años de ejercicio de la profesión?

– Muy positivo. Los primeros fueron muy duros, con muchas guardias. También hicimos nuestras aportaciones, a nivel científico, laboral... Ha habido momentos buenos y otros tristes, como cuando fallece un paciente. En general, muy agradecido a los pacientes y a los compañeros.

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