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“En los servicios de Salud Mental se descarga no solo la patología sino el malestar, problemas sociales...”

La falta de profesionales y la sobredemanda, los grandes problemas de la unidad

Alfonso Casas. | // GUSTAVO SANTOS

El pasado lunes se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, una iniciativa de la Federación Mundial de la Salud Mental para destacar la importanicia de estos cuidados y defender los derechos y la inclusión social de las personas con trastorno mental.

–¿Cómo es hoy el panorama de la salud mental en el área sanitaria? ¿Cuántas consultas se realizan anualmente y sobre qué dolencias?

En nuestra área sanitaria se realizan alrededor de 60.000 consultas al año, incluyendo el área infanto juvenil. A lo que habría que sumar la actividad de consultas a domicilio que lleva a cabo el equipo de continuidad de cuidados y las consultas in situ en centros residencial que realiza el equipos sociosanitario y de Psicogeriatria. Hay dos principales problemas. La carencia de facultativos es la primera, en parte similar a la de otras áreas, o España en su conjunto, dada la gran emigración de facultativos a países en los que tienen mejores condiciones; y en particular acentuado en nuestra área por el hecho de que en general los facultativos prefieren áreas adyacentes a la nuestra, mas grandes, con mayores posibilidades profesionales, como Santiago y Vigo. La segunda, la sobredemanda, los servicios de Salud Mental se han ido convirtiendo un poco en el cajón de sastre que recibe casi todo tipo de problemas, en la que se descarga no solo la patología sino también el malestar, el disconfort, los problemas sociales o educativos en la caso infanto juvenil.

–¿Se constata un gran repunte de estas enfermedades vinculado a la pandemia?

–No se lleva un registro de calidad epidemiológica para responder con exactitud. Un medio indirecto es medir la demanda de consultas que llega a Salud Mental. Pero es incierto. Por ejemplo durante la pandemia, disminuyó, pero es que también disminuyó la asistencia a los médicos de Primaria, que son quienes vehiculizan la demanda. Por nuestros datos y en cierto modo intuitivamente, diría que globalmente no cambió la demanda, aunque haya habido diferencias de un año a otro según diferentes zonas geográficas.

Quizás lo más importante (para la salud mental) es ser capaz, hacer el esfuerzo de relativizar, alejar los problemas...

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– ¿Cómo ha afectado la Covid a nuestra salud mental?

–Es una respuesta que para tener cierta exactitud exige estudios clínicos. Probablemente la conclusión es que tiende a ser una suma cero. Lo explicaré. Hay problemas clínicos que han tendido a mejorar, por ejemplo es fácil de ver los derivados del consumo tóxico en todos los meses de restricción; y en cambio los relacionados con personas con fobias, por ejemplo miedo a contraer enfermedad han aumentado, aunque en otras personas con la misma clínica han reaccionado con alivio dado que han asumido con gran alivio la reclusión, porque se ha transformado en una conducta adaptada y normativa y no enfermiza. Creo que el mayor impacto no lo tendrá la pandemia en si, sino las consecuencias económicas de la misma, como en general siempre ha ocurrido: las consecuencias económicas son el factor de estrés social más persistente y de más impacto.

–¿Están siendo la infancia y los jóvenes colectivos especialmente vulnerables?

–No lo creo así. La vulnerabilidad en nuestra sociedad se concentra claramente en la ancianidad. Hablando como colectivo, la juventud tiene más recursos, entre ellos el propio impulso vital.

– “Atención de salud mental para todos: hagámosla realidad” es este año el lema de la OMS en el Día Mundial. La salud mental está cada vez más en el centro del debate público ¿eso tendrá efectos positivos en la atención?

–Dudoso. Históricamente no ha sido así. En pocos días olvidaremos el Día Mundial. El propio nombre es confuso. ¿Qué es Salud mental? ¿Cuál es la idónea? Ya no siempre es fácil separar la triada bienestar - sufrimiento - patología. Lo que quiero decir es que un objetivo enfocado en el concepto difuso de Salud Mental es irrealizable y nunca habrá recursos suficientes. Ya nos cuesta atender la patología. Y en nuestro caso, nuestra patología tienen un alto grado de cronicidad: atender a la cronicidad es lo más caro para un sistema sanitario, y lo que en el nuestro, similarmente a otros, está peor atendido. No creo que cambien mucho, en un contexto de recursos limitados.

La vulnerabilidad en nuestra sociedad se concentra claramente en la ancianidad. Hablando como colectivo, la juventud tiene más recursos, entre ellos el propio impulso vital

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– ¿Es posible un autocuidado de la salud mental?

–Si. Es evidente. No hace falta ser profesional. Vida activa... En fin, las cosas generales. Quizás lo más importante es ser capaz, hacer el esfuerzo de relativizar, alejar los problemas...

– ¿Qué debe hacernos sospechar que debemos consultar a un especialista?

–No es una pregunta que se resuelva con una única posibilidad de respuesta. Mi opción personal si tuviera que poner un único índice seria que cuando lo que nos esté sucediendo tenga un impacto en nuestra actividad. O sea, ejemplificado, que abandonemos nuestras actividades ocio, no hagamos lo que habitualmente sí hacíamos.

–¿Es necesario tener un problema más o menos grave para acudir a terapia?

–También es evidente que no. Porque no tenemos las personas un estándar único de tolerancia, o resiliencia en términos más técnicos, a las situaciones de malestar. Tampoco hace falta que éstas alcancen un nivel patológico para buscar ayuda o alivio.

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