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Ramón Marrades | Director de Placemaking Europe

“En Pontevedra saben que la mejora de las ciudades es un proceso que no se acaba”

El director del evento apunta que“el trabajo desde el espacio público, la comunidad y la cultura casi es universal”

Ramón Marrades, ayer en la plaza de Méndez Núñez. Rafa Vázquez

Pontevedra se llenó esta semana de expertos en urbanismo y sostenibilidad gracias a la celebración de la Placemaking Week Europe, un congreso en el que participaron personas de todo el mundo para trabajar sobre las posibilidades de los diferentes modelos urbanos, con especial foco en el de la Boa Vila, que es ya toda una referencia internacional. El director del evento, Ramón Marrades, hace un balance muy positivo de los cuatro días de congreso, que considera muy exitosos por las sinergias que se construyeron entre diferentes ciudades.

–¿Qué balance hace de esta Placemaking Week Europe?

–Yo no puedo estar más contento. Veníamos de tres años de parón por la pandemia y ha sido como un chute de energía tremendo. Hemos llegado al aforo máximo que podíamos, que era el que marcaba el Teatro Principal, 450 asistentes, 250 personas de fuera de España, y a nivel de contenido creo que ha sido magnífico. El elemento central ha sido discutir qué importancia tiene el espacio público justamente después de un período en el que no hemos podido encontrarnos y entender también que es importante ver desde el espacio público la transición climática y conseguir la sostenibilidad de las ciudades; si no se hace desde el espacio público y con las comunidades eso es imposible.

Y luego creo que es muy importante el rol que ha tenido la ciudad, que ha sido una conferencia supermetida en la ciudad, donde todos los participantes la están viviendo, donde la ciudad se ha debido también al contenido libre en una plaza pública. En resumen, yo creo que ha sido precioso.

–¿Pontevedra ha estado, entonces, a la altura de las expectativas?

–Yo creo que no podía haber sido una mejor sede. Primero porque es una ciudad que tiene una historia increíble que contar en cuanto al urbanismo y al espacio público, y dentro de la comunidad de urbanistas ya se conocía la historia de Pontevedra, entonces muchísimas personas querían conocerla. Lo segundo, que todavía me parece más importante, es que es una ciudad que tiene ganas de escuchar, que no dice “ya lo hemos materializado y ya está bien”. Tiene curiosidad genuina. En una sesión que teníamos sobre el espacio público había cuatro concelleiros, eso no es normal, normalmente los políticos van, dan el discurso y se van, y estos cuando dicen que quieren escuchar escuchan de verdad porque saben que la mejora de las ciudades es un proceso que no se acaba. La ciudad se ha beneficiado mucho de ver experiencias como las de San Francisco, Ecuador, Nepal, Singapur… y ver qué desafíos tienen en otras ciudades y eso ha estado genial, porque esto no es un congreso de ventas, sino que se comparten mucho los desafíos, los errores y los aprendizajes. Y el tercer elemento es que la ciudad ha sido el escenario perfecto, porque el hecho de estar en el Teatro Principal, la plaza del Teucro, el Museo, el convento de Santa Clara, ha sido increíble, ha sido vivir la ciudad mientras haces un congreso. Normalmente se hacen en recintos cerrados, solo miran hacia dentro y casi la gente ni se entera, y aquí esas 450 personas han sido unas pontevedresas más, desde la mañana haciendo yoga y saliendo a correr, hasta las que se iban a las salas de conciertos para ver la programación musical por las noches.

–¿Qué mejoraría de Pontevedra?

–Justamente el último día tenemos unas sesiones en las que los participantes internacionales trabajan con la ciudad sus futuros desafíos, lo que aún nos queda por hacer. Primero la relación con la ría, por ejemplo, trabajando el entorno del peirao de As Corbaceiras; segundo, después de comprar el convento de Santa Clara y entender que va a tener parte de uso del Museo, pero que también se tiene que abrir a la comunidad, como el jardín, pues algunos urbanistas van a pensar y buscar ejemplos sobre cómo abrir eso gradualmente, cómo gestionarlo y qué actividades tener.

Otra cosa que también es importante y un gran desafío es que, a pesar de que es una ciudad muy agradable, está ubicada geográficamente donde está. Yo estoy muy contento de que hayan venido tantas personas, pero algunas decían que no nos podíamos haber ido más lejos, porque estamos en uno de los extremos más occidentales de Europa y, además, habitamos un país que desgraciadamente es centrípeto, radial y tiene unas dinámicas territoriales determinadas, entonces para una ciudad de la dimensión y la escala de Pontevedra no es fácil conseguir que las personas jóvenes se queden aquí, atraer que la gente venga aquí, aunque gracias a hacerlo bien crece en habitantes más que otras ciudades gallegas. Entonces, una de las cuestiones es, después de ser una ciudad a escala humana, por qué actividad económica se apuesta y cómo conseguir que la gente venga a trabajar y se quede a vivir aquí.

El cuarto desafío es la cuestión de Ence, que no se puede negar que es la cuestión más caliente de la ciudad. Aquí trabajamos qué posibles alternativas hay para recuperar el espacio verde, pero también que, a través de la economía y la sostenibilidad, se puedan conseguir alternativas también de trabajo para esos empleos que la fábrica genera.

–Pontevedra es una ciudad pequeña y peculiar, ¿ve realmente posible aplicar y adaptar su modelo a otras ciudades mucho más grandes?

–Absolutamente, y vemos ejemplos. Tuvimos una presentación tremenda sobre Milán, que en el período de la pandemia ha peatonalizado dos centenares de plazas, intersecciones y espacios públicos en toda la ciudad. Tenemos el modelo de París, la estrategia de la ciudad en 15 minutos. Vemos que de alguna manera las ciudades grandes están intentando recuperar la esencia de las pequeñas, con sus centralidades y sus usos comunitarios. Las cosas que hablamos aquí no solo sirven para ciudades de mayor escala, sino también para ciudades en otros contextos: el trabajo desde el espacio público, desde la comunidad y desde la cultura casi es universal y a la vez tiene que estar muy contextualizado. Compartir conocimiento entre ciudades parece que solo funciona en la misma jerarquía, pero lo interesante de esto es que en realidad es Amsterdam la que tiene que aprender de Pontevedra, estaba Rotterdam la que estaba aprendiendo de Trencin o Vilanova de Braga enseñando a Estocolmo. Creo que es muy interesante porque nadie tiene la receta completa.

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