Fue a finales de junio cuando la vida de Manuel Gallego Fariña, de 67 años daba un giro trágico. En pocos días veía como la Axencia de Protección da Legalidade Urbanística (APLU) derribaba su casa en Cerponzóns y era denunciado por una vecina por supuesto acoso sexual y amenazas. Se trata de la misma mujer que también denunció la situación de su vivienda. Desde entonces, el afectado no ha dejado de recibir el apoyo y ayuda de la parroquia. Además de la colaboración directa, sus convecinos ya han protagonizado varias concentraciones de solidaridad, ya que ponen en duda las acusaciones de la denunciante.

Cerponzóns volvió a salir ayer a la calle para dejar claro que no se olvida de la situación que atraviesan Manuel Gallego y su hija Laura.