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Cándido Conde-Pumpido | Magistrado del Tribunal Constitucional

“A Pontevedra la veo como un referente europeo... una ciudad que anticipa el futuro”

“Estoy encantado de haberme dedicado durante casi 50 años a la profesión más bella del mundo”, señala premio anual de Amigos de Pontevedra

Cándido Conde-Pumpido Tourón | // MARTA G. BREA

El Pazo da Cultura será escenario el próximo día 12 de la “xuntanza” de Amigos de Pontevedra, que distingue en este encuentro a particulares y entidades que se han destacado por proyectar a la Boa Vila en el Estado e internacionalmente. Entre ellos estará en este 2022 el magistrado Cándido Conde-Pumpido.

Al hacerse pública la relación de premiados anuales de Amigos de Pontevedra afirmó que usted ha sido muy feliz en Pontevedra

–Sí, porque tuve la suerte de pasar mi infancia, mi adolescencia, mi juventud, en Pontevedra, durante 25 años. Y, la verdad, entonces era una ciudad muy tranquila, donde se podía vivir muy bien. Yo estudié en el colegio de Mollavao, en el colegio La Inmaculada, hice grandes amigos, algunos los he mantenido durante toda mi vida, y por eso yo desde entonces me enamoré de esta ría y vengo todos los años aquí.

–¿Cómo fue su infancia?

–La verdad es que muy feliz, mi padre fue fiscal durante 30 años en la Audiencia de Pontevedra, llevó algunos casos importantes como el del aceite de Redondela y otros asuntos relevantes, y yo vivía en el palacio de justicia, que estaba en una calle que se llamaba Salvador Moreno, hoy Rosalía de Castro. Era una Pontevedra muy distinta, recuerdo ir con mis padres en lancha a la playa, a la de Lourido (sonríe) y realmente era una ciudad en ese aspecto casi como la de ahora, porque apenas había coches, había muy pocos. También había un poso cultural importante, un poso histórico, era una ciudad en la que el alcalde de entonces, Filgueira Valverde, había conservado bien la parte antigua. Y llena de monumentos. Desde el principio lugares como el Museo de Pontevedra nos llamaban la atención, la afición que había a la música, la Filarmónica, la Polifónica… La ciudad mezclaba cultura y bienestar.

Mi vocación es una tradición familiar. Mi abuelo era magistrado, fue presidente de la Audiencia Territorial de Galicia, en A Coruña, y después también de la de Castilla y Valencia, y me introdujo esta afición a la justicia

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–Deduzco que su vocación de juez fue familiar…

–Sí, es una tradición familiar. Mi abuelo era magistrado, fue presidente de la Audiencia Territorial de Galicia, en A Coruña, y después también de la de Castilla y Valencia, y me introdujo esta afición a la justicia. Mi padre además ejercía de fiscal y me crié ahí en Pontevedra rodeado de magistrados, uno de los que vivían en ese mismo edificio, precisamente, era el padre del ex presidente Mariano Rajoy. Yo acudía incluso a los juicios cuando estaba estudiando Derecho en Santiago, y mi vocación de juez la he mantenido toda mi vida.

–¿Cuántos años ha ejercido de magistrado?

–Casi 50, desde que fui a un pequeño juzgado de Puebla de Sanabria enseguida volví a Galicia y estuve de juez en O Carballiño varios años. Y después siguió toda mi trayectoria hasta llegar al Tribunal Supremo, a la Fiscalía General del Estado y ahora al Tribunal Constitucional, son casi 50 años dedicados a la justicia.

–¿Qué casos le han impactado más o recuerda especialmente?

–Cuando estuve una temporada en la Audiencia de San Sebastián ahí tuvimos que enfrentarnos con dureza contra el terrorismo, entonces esos casos de terrorismo me han impactado mucho. Después como fiscal general del Estado tuve que enfrentarme también a lo que es la criminalidad organizada y a los temas de tráfico de drogas. Recibí incluso la Legión de Honor por parte de la República Francesa por la colaboración que prestábamos en la lucha contra el terrorismo y la criminalidad internacional. Esos casos a mi me han marcado. Y luego en el Tribunal Supremo hemos llevado de todo, desde jurisdicción universal a asuntos de corrupción, a asuntos del GAL que entonces había, y todos esos casos la verdad es que los recuerdo como cosas importantes pero que a uno le daban la satisfacción de estar haciendo justicia.

Incluso ahora me parece que en Pontevedra está todo más cerca, porque la ciudad es tan agradable, tan paseable, los edificios, las plazas maravillosas de A Ferrería, A Leña, A Verdura, la del Pazo de Mugartegui...

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–¿Si llega a saber el trabajo se habría presentado otra vez a las oposiciones?

–(risas) Si, lo haría, estoy encantado de haberme dedicado esos casi 50 años a la profesión más bella del mundo.

–¿Qué le parece hoy Pontevedra?

A Pontevedra la veo como un referente europeo, un referente en cuanto a la configuración de la ciudad. Es una ciudad que anticipa el futuro. A mi mujer, Clara Martínez de Careaga, que es vasca y también está enamorada de Pontevedra, de hecho me ha acompañado durante 35 años todos los veranos a venir a esta maravillosa ría, le encanta el comercio, la encanta la facilidad que tiene uno de pasearse. Incluso ahora me parece que está todo más cerca (sonríe) porque la ciudad es tan agradable, tan paseable, los edificios, las plazas maravillosas de A Ferrería, A Leña, A Verdura, la del Pazo de Mugartegui... Todo ese conjunto arquitectónico es algo que creo que realmente no existe más que aquí. Yo en realidad nací en A Coruña pero desde el primer día me trajeron porque mis padres vivían aquí, y creo que la ciudad monumental de Pontevedra es una joya que uno tiene que conocer y conservar.

–En la actualidad desde el Tribunal Constitucional ¿cómo ve el país?

–Al país lo veo como una democracia muy asentada, un país muy asentado desde el punto de vista institucional, aunque alguno no lo vea así. Somos también en el ámbito europeo e iberoamericano, que son los que yo más trabajo, un país que continúa siendo referente. Es un país que tiene muy buena seguridad, uno puede pasear por cualquier sitio con escaso riesgo, en comparación con otros que conozco. Y sin entrar en ningún tipo de valoración política, que como magistrado del Tribunal Constitucional no me corresponde, creo que éste es un país consolidado y con mucho futuro.

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