La parada total de la producción en la fábrica de Ence en Lourizán debido a la escasez de agua en el río Lérez (en cuya presa de Bora está la captación de la planta), va camino de convertirse en un conflicto laboral una vez que la compañía ha anunciado la aplicación de un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) a los trabajadores, una medida que rechaza de plazo el comité de empresa, que cree que ese expediente “no está justificado”.

Ence suspendió su producción el jueves pasado tras recibir la advertencia de la Xunta de la caída de nivel del río por debajo de su caudal ecológico. La parada es temporal hasta que el río recupere su caudal ecológico. No obstante, las perspectivas sobre la posible fecha en la que se podrá reanudar la producción son bastante inciertas, al menos si se tienen en cuenta las predicciones meteorológicas.

Ante esta incertidumbre, la dirección de Ence informó el pasado viernes al comité de empresa de la opción del ERTE, al asumir que esta parada se prolongará “durante algún tiempo” ante la necesidad de preservar el caudal ecológico del río Lérez, del que se surte la compañía y los municipios de la ría de Pontevedra. En un comunicado, la empresa asegura que “en todo momento” la prioridad debe ser el abastecimiento de agua a los ciudadanos.

Los trabajadores de la fábrica de Lourizán realizan estos días labores de mantenimiento, aunque a partir de la próxima semana se irá aplicando el citado ERTE, siempre y cuando se llegue a aplicar, ya que el comité quiere negociar alternativas con la dirección.

La compañía asegura que, con la información de la que dispone en estos momentos, “no es posible determinar” la duración de esta situación, aunque estima “probable” que se pueda prolongar durante algún tiempo. En una comunicación a la Comisión Nacional de Mercados y Valores (CNMV), Ence afirma que si la situación de parada productiva se prolonga durante más de un mes puede llegar a tener un “impacto material” en los resultados económicos del ejercicio.

Por su parte, Rubén Fernández, secretario del comité de empresa de la fábrica, mostró este sábado el total rechazo de esta representación sindical al expediente que plantea la compañía al entender que “no está justificado”. Explica que la empresa “apela a una causa de fuerza mayor”, como es la imposibilidad de utilizar el agua del río, imprescindible para mantener la planta en funcionamiento. “Nosotros no queremos entrar a valorar el ERTE (que presumiblemente afectaría a la totalidad de la plantilla de Lourizán, unos 300 trabajadores) y hemos emplazado a la dirección a una reunión ya prevista con anterioridad para el martes, en las que negociar las condiciones u otras medidas que eviten” el citado expediente temporal. A la espera de esas negociaciones, posibles alternativas serían dar vacaciones al personal o intensificar las tareas de mantenimiento. Además, alertan de los efectos en empresas auxiliares y de transportes.

El comité admite que “hay un condicionante objetivo, que es la sequía y la falta de agua en el Lérez, por lo que la empresa hizo lo que tenía que hacer, suspender la producción para salvaguardar el abastecimiento a la población”, pero insiste en que esa parada “no justifica” la vía del ERTE, medida que, en principio, no afectaría al personal de oficinas.

A juicio de Rubén Fernández, “esta situación (de escaso caudal en el Lérez) se veía venir desde hace meses, por la prolongada falta de lluvias y las previsiones de que habría un verano seco”. De hecho, aunque la Xunta acaba de decretar en la cuenca de Pontevedra una prealerta por escasez de agua en el Lérez, desde febrero estaba activada en casi toda Galicia una prealerta por sequía, aún vigente.

Por ello, el comité de empresa echa en falta medidas preventivas por parte de la empresa meses atrás para evitar llegar a esta situación, con un condicionante que afecta a la producción. Según los informes de la Xunta, el caudal en el Lérez se desplomó de forma abrupta desde principios de este mes pasando de un caudal del más de 3,7 metros cúbicos por segundo en los primeros días de julio a apenas 1 metro cúbico por segundo los que supone una reducción de un 73% en menos de 20 días, circunstancia que según la administración autonómica puede “comprometer el abastecimiento”.

Cuando Pontevedra tuvo que recurrir al Pontillón

Cuando el caudal del río Lérez baja del mínimo ecológico –establecido en 1,516 metros cúbicos por segundo–, Pontevedra tiene que recurrir a las reservas de agua de Pontillón de Castro para garantizar el abastecimiento a la población. Es lo que está a punto de ocurrir, si la medida provisional de cerrar la captación de la fábrica de Ence no logra recuperar el caudal del río. El suministro a la población siempre prevalece al uso industrial del agua. 

Pero no será la primera vez que Pontevedra y otros municipios de la cuenca del Lérez tienen que acudir a las reservas del embalse de Verducido. Ocurrió la última vez en 2017, durante una situación de sequía similar a la actual, y también en años anteriores, como 2011. De hecho, estos fueron los peores años que se recuerdan en cuanto a situaciones se sequía en la comarca. En 2008, el Lérez estuvo hasta en diez ocasiones en situación de alerta por estas contingencias.

En noviembre de 2017 se vivió una situación de sequía muy prolongada, que con una situación de sequía y una ola de calor como la actual desencadenaron los grandes incendios de aquel año. La ausencia de lluvias desde el verano anterior llevaron entonces al gobierno local a recurrir al agua del embalse del Pontillón para dar servicio a los hogares. 

En septiembre de 2013, un disparo del consumo y una caída de nivel del Lérez obligaron también a utilizar las reservas del Pontillón. Tras un verano escaso de precipitaciones, con tres veces menos de lluvia de lo normal en la ciudad, Pontevedra se vio obligada a adoptar las medidas de urgencia para paliar la sequía. Se necesitaban unos 35.000 metros cúbicos de agua al día, de los que el 45% procedían del embalse, que en ese año había estado cerrado desde mayo. 

La cuenca del Lérez es además la más afectada por la falta de precipitaciones en los últimos 13 años en Galicia, según los datos del Plan da Seca elaborado por Augas de Galicia. En los últimos 39 años la provincia de Pontevedra fue igualmente la más afectada por las situaciones de emergencia hidrológica en Galicia, con un total de 102 meses afectados por sequía, que se sitúan en 14 episodios de esta situación contados desde 1982.

El abastecimiento desde Pontillón se aplica regularmente cada año a partir de octubre o, excepcionalmente, en septiembre. Pero la grave situación actual, con prealerta por sequía desde febrero pasado, obligará a adelantar el uso del embalse incluso a agosto, según admite el Concello.

Por otra parte, cuando cae drásticamente el caudal del Lérez la corriente de agua se hace insuficiente para que la presión garantice el buen funcionamiento de las bombas de captación.

Marín, Poio y Sanxenxo consumen cada año del río Lérez y del embalse del Pontillón unos 9.800 metros cúbicos al día (3,5 millones al año), mientras que el 61% (unos 17.22 metros cúbicos diarios) se destina a la capital, que recibe algo más de seis millones.

En caso de que el caudal del Lérez bajase de forma alarmante, con el Pontillón do Castro el suministro de agua para la población estaría garantizado durante unos dos meses. 

El Plan da Seca de Augas de Galicia explica que el sistema asociado al Lérez suma unos 625 kilómetros cuadrados, con una población que supera los 160.000 habitantes, de los que un 70% cuenta con acceso a las redes municipales. El documento añade que en Pontevedra, con unos 83.000 habitantes, un amplio porcentaje tiene acceso a la red municipal, mientras que en Barro y Vilaboa la población abastecida (por redes no particulares) solo alcanza un 10%.