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Los bancos marisqueros de la ría registran los primeros cierres del año por la presencia de la toxina

El Intecmar clausura de forma cautelar tres de las cinco zonas de marisqueo y desde junio no hay actividad en los polígonos de bateas

Una subasta en la lonja de Campelo. Rafa Vázquez

La práctica totalidad de la ría de Pontevedra se encontraba en la tarde de ayer cerrada al marisqueo y a la recogida de mejillón por la presencia de toxinas lipofílicas. El Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar) mantiene clausuradas la totalidad de polígonos de bateas desde el mes pasado y el cierre ha llegado esta semana a todos los bancos marisqueros del fondo de la ría, en las zonas III, IV y V, las más utilizadas y productivas para las cofradías de Pontevedra, Lourizán y Poio. Las otras dos áreas, aún abiertas, se sitúan entre Ons y la boca de la ría, y en Aldán, que no son utilizadas por los mariscadores pontevedreses.

Se trata de las primeras clausuras del año en el caso del marisqueo ya que desde octubre de 2021 no se producía ningún episodio de toxina que obligara a cerrar los bancos. El verano es una época en la que no faltan medidas de este tipo por parte del Intecmar, si bien se da la circunstancia de que el pasado año ya hubo cierres desde abril, aunque no hubo ninguno en el mes de julio.

Los polígonos de bateas denominados Portonovo A, B y C, situadas ante el litoral de Poio, permanecen sin actividad desde finales de junio por la presencia de toxinas lipofílicas y el sector ya daba por hecho desde entonces que, de mantenerse las condiciones climatológicas, este fenómeno llegaría, antes o después, a los bancos marisqueros. Y ha ocurrido una semana después del último cierre de bateas.

La Zona III, entre Sanxenxo y Bueu y por tanto la más exterior de las afectadas por la toxina, fue clausurada cautelarmente por el Intecmar el pasado martes y fue el miércoles cuando se extendió la medida a las zonas IV y V, las más interiores, entre Raxó y A Barca.

Este cierre de los bancos marisqueros es el primero del año, pero no ocurre así con las bateas, que ya acumulan entre dos semanas y más de un mes de clausuras, según la ubicación de los polígonos. El pasado año, estas plataformas de cría de mejillón acumularon entre 123 y 175 jornadas sin actividad, mientras que los efectos de la toxina no fueron muy elevados en 2021 en los bancos marisqueros, ya que las zonas III y IV sumaron 24 días de clausura y la V, la más interior, entre Tambo y A Barca, llegó a las 40 jornadas.

La japónica, el 70%

La almeja japónica supone el 70% de los ingresos del año en la lonja de Campelo, según los datos provisionales del portal pescadegalicia de la Consellería do Mar. Este balance detalla que desde el 1 de enero hasta ahora se han movido en esta rula unos 229.000 kilos de pescado y marisco, en su mayor parte almeja, con la japónica como la más habitual, con cerca de 182.000 kilos. La venta de esta especia ha supuesto hasta ahora unos ingresos de 1,6 millones de euros.

Las cifras provisionales de la consellería apuntan a un descenso del 10% en el número total de kilos de este año en Campelo con respecto al mismo periodo de 2021, cuando se movieron algo más de 253 toneladas. En el apartado económico, la caída es algo más acusada, por encima del 20%, al pasarse de 2.985.000 euros de 2021 a los 2.342.000 actuales.

Tras la almeja japónica, con 182.000 kilos y 1,6 millones de euros, se sitúa este año la fina, con más de 278.000 euros y unos 8.700 kilos, mientras que la babosa suma más toneladas, por encima de las diez, pero su cotización es inferior, de menos de 148.000 euros. Hace un año, la japónica ya rondaba a estas alturas los 2,3 millones de euros y la babosa se situaba en 285.000. La única especia de almeja que presenta ahora mejores cifras que en primer trimestre de 2021 es la fina.

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