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“No hay que esperar al fracaso de un niño con dislexia, desde Infantil podemos intervenir”
“En un aula de 25 alumnos tendría que haber al menos 2 con esta dificultad de aprendizaje, pero solo se detectan los casos más graves”

Olga Torres Cancela con algunos de los materiales del proyecto Littera-dys. / PABLO HERNANDEZ GAMARRA
Familias de distintos puntos del mundo y gabinetes de atención a menores se ponen en contacto con la profesora pontevedresa Olga Torres Cancela, que ha puesto en marcha un programa de recursos para disléxicos, “Littera-dys.” Se trata de libretas, agendas o diarios con diferentes pautas para distintas edades y niveles de afectación, con las que se consigue eliminar el estrés visual y mejorar la grafía, concentración y el orden.
–¿Qué es la dislexia?
–Una dificultad, está catalogada así, como una dificultad del aprendizaje específica, que afecta sobre todo a la lectoescritura en la etapa escolar. En Galicia tenemos un protocolo bastante bueno para orientar a los profesores y familias, pero en España hay comunidades que prácticamente no tienen protocolos. Hay una desigualdad muy grande entre territorios.
–¿Se cura?
–No. Se es disléxico, no es que se tenga dislexia, no se cura: es una neurodiversidad que existe y naces disléxico, lo que sucede es que no siempre la diagnostican.
Mi hijo por ejemplo tiene una dislexia con mucho estrés visual, que significa que se le mueven los textos, desaparecen espaciados e interlineados. Eso un niño no te lo dice, de hecho yo tuve alumnos con 12 años que no sabían que las letras no se movían
–¿Es muy frecuente?
–Sí, el 10% de la población se supone que es disléxica, de modo que en un aula de 25 alumnos tendría que haber al menos 2 disléxicos, pero la realidad es que no se detectan porque solo se diagnostican los casos más graves, los que presentan un alto nivel de dislexia, a los 7 y 8 años, cuando ya tienen un atraso lectoescritor evidente. En ese momento le pasan al niño los test y es cuando lo detectan. La dislexia es muy frecuente y en las aulas no se están detectando todos los casos que hay.
–¿Cómo empezó el proyecto de Littera-dys?
–Todo esto vino trabajando con mi hijo. En el confinamiento nos dimos cuenta de que era disléxico y a partir de ahí empecé a investigar, a buscar cosas. Y hay una serie de dificultades, como la escritura, hacía una letra gigantesca etc. Me ayudó mucho mi formación como ingeniero y mi experiencia docente, con eso y todo lo que él me decía me di cuenta de que si cambiabas el soporte en el que escribía hacía una letra diferente. Antes escribía con una caligrafía que no correspondía con su capacidad. Un día, sospechando que la pauta de su libreta escolar le estorbaba, le distorsionaba el plano de la escritura, le imprimí una pauta de filas grises y blancas y el cambio inmediato en la grafía del niño fue impresionante. A partir de ahí me puse a investigar y a probar pautas de libretas con diferentes formatos.
El 10% de la población se supone que es disléxica, de modo que en un aula de 25 alumnos tendría que haber al menos 2 disléxicos, pero la realidad es que no se detectan porque solo se diagnostican los casos más graves, cuando ya tienen un atraso evidente
–Lo que usted ha hecho es cambiar el formato, el soporte, sobre el que escriben
–Sí, cambiando el formato de renglones, sustituyendo líneas por filas grises, de diferentes anchos y contrastes.
–¿Cómo es posible que solo ese cambio transforme el modo en el que niño escribe?
–Mi hijo por ejemplo tiene una dislexia con mucho estrés visual, que significa que se le mueven los textos, desaparecen espaciados e interlineados. Eso un niño no te lo dice, de hecho yo tuve alumnos con 12 años que no sabían que las letras no se movían, hasta que le pusimos una tipografía especial para disléxicos, Opendyslexic, que es gratuita y se puede bajar desde cualquier web de tipología de letras. Cuando le pusimos esa tipografía se quedó asombrado, diciendo “no se mueven”, que fue lo mismo que me dijo mi hijo con 6 años, “esta no se mueve”. Y ya me quedó claro que tenía un estrés visual y a partir de ahí fui investigando.
–¿Por qué se les mueven las letras al intentar leer?
–El movimiento se debe a que ellos no procesan exactamente igual, procesan todo como si fuese en tres dimensiones. Nosotros podemos procesar dos o tres dimensiones, de un modo más o menos mediocre, pero ellos no, todo es en tres dimensiones, de modo que si le ponen esto (muestra una libreta con rayas) el fondo se les mueve. Y si le pones más peso (contraste más oscuro) al folio, no se les mueve.
Se es disléxico, no es que se tenga dislexia, no se cura: es una neurodiversidad que existe y naces disléxico, lo que sucede es que no siempre la diagnostican
–¿Ese estrés visual sucede en todos los disléxicos?
–No, por eso no se diagnostican todos, solo aquellos que tienen movimientos de letras etc. Pero si le cambiamos las pautas a los niños disléxicos todo cambia. También funciona con los que no lo son: si ves un niño con una letra enorme, que no corresponde con su edad y nivel, cámbiale la pauta, interlineados más gruesos y con mayor contraste. Se basa también en una tipografía diseñada por un disléxico que tiene más peso en la parte de abajo y consigue que no lo procesen ellos en tres dimensiones. La diferencia con las pautas normales, como la rayita o la cuadrícula, es que son capaces de procesarla en dos dimensiones, sin estrés visual y con menor cansancio mental.
–¿Basta con que el niño se dé cuenta de este cambio de perspectiva?
–Exactamente, los cambios en mi hijo se dieron en 5 minutos, solo necesita procesar mejor esa hoja, ya empieza a trabajar en dos dimensiones. A partir de ese día empecé a investigar, encontré algunas pautas en el mundo anglosajón pero no le servían a él, así que me puse a trabajar y a sacar todas las pautas que fue necesitando. En este curso cambió tres veces de pauta, y decidí sacar todas las pautas que pudiese necesitar un niño disléxico, desde Infantil hasta universidad.
Los padres estamos megaestresados, los niños tienen muchos problemas en el colegio y falta formación en el aula
–Y a partir de ahí realizó las libretas que ahora vende en Amazon
–Sí, en total son 14 pautas de escritura y 3 de matemáticas. Las distintas pautas tienen códigos diferentes: A0, A1, A2, B1... No quería que él perdiese la etapa infantil, la oportunidad de llevar una libreta bonita a clase, le faltaba lo de estrenar una libreta bonita y con un diseño adecuado a su edad. A partir de ahí fui sacando todos estos diseños y formatos: libretas y agendas escolares, libretas especiales para matemáticas, cuadernos de caligrafía, libretas temáticas, para recetas, viajes, diarios, diarios deportivos y de aficiones… Con distintas pautas de alto o bajo contraste, porque dependiendo del nivel de estrés visual necesitará más o menos peso en la hoja. Para ayudar a los padres y orientadores saqué todas las pautas con orientaciones en un único libro en el que se pueden hacer pruebas de escritura. Sobre todo, hay que dejar escoger al niño la pauta en la que está cómodo y que vean la diferencia de cómo escribe antes y después.
–¿En el momento en que el niño empieza a hacer uso de estas nuevas libretas o agendas la transformación es inmediata?
–Sí, la transformación es inmediata, si la pauta funciona la transformación es inmediata. Ellos se cansan menos, porque procesan mejor, se concentran mejor, y las libretas les quedan más ordenadas, cuando antes suelen ser un caos.
–Lamenta que la dislexia se detecta cuando el niño ya presenta un importante retraso escolar
–Se les detecta a edades tardías, cuando ya llevan un retraso lectoescritor grande, de hecho a muchos los hacen repetir, por eso quiero decir que no hay que esperar al fracaso de un niño con dislexia, desde Infantil podemos intervenir. Por ejemplo, si tiene estrés visual simplemente decirle que las letras no se mueven. Preguntar ¿quién ve bien este texto? Si no ve bien ya hay que empezar a trabajar con él. Y trabajar con distintos soportes, no esperar a 7 u 8 años. Y otra cosa: estos recursos no le van a servir a todos, pero si a muchos.
–Le piden consejo muchas familias con niños disléxicos ¿qué se encuentra?
–A partir de que conocieron el trabajo que hacía muchos vinieron a testar las libretas. Hubo una niña con 8 años, probó las libretas, una le funcionaba, le expliqué qué le pasaba realmente, que su cerebro procesaba distinto, que no es que fuese tonta. Porque una cosa que me dijo mi hijo es que “porque tú me dijiste que era disléxico, si no pensaría que soy el tonto de la clase”, que es lo que les pasa a muchos de estos alumnos, que creen injustamente que son el tonto de la clase. Esta niña llegó un momento en que le expliqué que tenía que perdonar a sus profesores, a su madre, que la hacía trabajar un montón, y rompió a llorar. Su madre y yo nos dimos cuenta de lo que había sufrido solo con 8 años. Una vez que publiqué estos recursos en Instagram viendo que funcionaban me escribieron más personas, que me dijeron que también valen estas pautas para baja visión. Y también padres con niños TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad) me han dicho que les funciona porque los relaja.
–¿Qué le transmiten esas familias?
–Los padres estamos megaestresados, los niños tienen muchos problemas en el colegio y falta formación en el aula. En mi caso tuve que investigar yo, fue una necesidad.
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