La vecindad de Cerponzóns salió ayer a las calles de la parroquia para mostrar su apoyo a uno de los vecinos, Manuel Gallego Fariña, de 67 años, que en los últimos días ha visto cómo, poco a poco, se ha quedado en una situación crítica, sin vivienda, después de que la Axencia de Protección da Legalidade Urbanística la derribara al estar en situación ilegal. A ello, se le sumó una denuncia interpuesta por una vecina, que le acusó de acoso sexual y amenazas, lo que provocó que Gallego pasase una noche en el calabozo. Se trata de la misma vecina que también denunció la situación de su vivienda.

Por ambos motivos, más de un centenar de residentes de la zona han celebrado una asamblea para trasladar su solidaridad a Gallego y a su hija, Laura, que moraban en el lugar de Leborei hasta el derribo del inmueble.

Consideran que Manuel “no tiene medios para defenderse” y que las alegaciones de la vecina en cuestión son “muy poco creíbles”, ya que es una persona “que denuncia a toda la parroquia para hacer daño”, según explicó a FARO uno de los vecinos presentes en la asamblea, que recordó que ya había llevado a los tribunales a otros residentes de Cerponzóns sin éxito, incluido Gallego, que ya fue absuelto por abuso sexual en un pleito anterior con esta misma persona.

Los vecinos, más de 150, según las estimaciones de los organizadores de la asamblea, posaron con una pancarta en apoyo a Manuel y repartieron un número de cuenta para que se pueda ayudar económicamente a la familia. Todo un éxito de convocatoria, explican, ante las altas temperaturas que se vivieron y la dispersión que existe entre las viviendas de la parroquia.

Además, se acordó entre los asamblearios hacer varios turnos de compañía con el afectado, para que “haya testigos en caso de nuevas denuncias”, detalló uno de los vecinos participantes, que también aseguró que intentarán proporcionarle en la medida de lo posible una alternativa residencial, después del derribo de su vivienda.

Una medida, la de la demolición, que ha obligado a Manuel a trasladarse junto a su hija, Laura, a un galpón adyacente. Según los vecinos, se trata de una maniobra “injusta” y de una acción legal impulsada por una “mala persona”.

“Manuel es una buena persona, reconocida por todos los vecinos. Acordamos mostrar nuestra solidaridad con él porque nunca hubo incidentes y creemos en su palabra. Además, no tiene capacidad para defenderse”, valoró uno de los residentes de Cerponzóns.

“Le conocemos”

Otro de los vecinos, al ser preguntado por la inocencia de Manuel con respecto a las acusaciones por acoso sexual y amenazas, no concibe que haya habido delitos de ese tipo, en base al trato que ha tenido con él con el paso de los años. “No creemos personalmente e individualmente que Manuel hiciera ningún acto de acoso hacia ella, porque lo conocemos. Tiene que haber pruebas para que esas alegaciones que hace mujer sean realidad”, afirmó.