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Adiós a dos décadas de solidaridad

El albergue “Calor y Café” de Pontevedra cerrará sus puertas la próxima semana “con la satisfacción del deber cumplido” y tras haber atendido a cientos de usuarios

Víctor Rey con una de las voluntarias prepara la cena para los usuarios. // RAFA VÁZQUEZ

En el año 2004 abría sus puertas por primera vez el albergue “Calor y Café” de Pontevedra con el fin de asistir a las personas sin hogar y para ofrecerles precisamente eso: un lugar en el que pasar la noche bajo techo y una bebida caliente como cena. Ahora, casi dos décadas después, y tras atender a cientos de usuarios, sus impulsores, auspiciados por la Sociedad de San Vicente de Paúl, reconocen que han cumplido su objetivo y que ha llegado el momento de bajar la persiana de esta iniciativa. Lo harán la próxima semana. Han sido muchos años de solidaridad que no habrían podido transcurrir sin el trabajo altruista de sus voluntarios, más de cuarenta durante mucho tiempo, hasta que la pandemia del COVID lo truncó todo.

“Fueron varios los motivos que nos llevaron a abrir el albergue. En aquel momento en el centro de Pontevedra no existía ningún otro albergue, solo había el de Cáritas, pero en Monte Porreiro, alejado del centro de la ciudad. Ahora sí abrirán un nuevo, y de hecho muy cerca del nuestro, a unos 200 metros. Además, tampoco había ningún albergue que admitiese a mujeres”, explica Víctor Rey, director de “Calor y Café”, que añade que, asimismo, “en 2004 el número de personas que vivían en la calle era muy superior a las que hay ahora”.

"Fueron varios los motivos que nos llevaron a abrir el albergue. En aquel momento en el centro de Pontevedra no existía ningún otro"

Víctor Rey - Director de Calor y Café

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“Había muchísima gente durmiendo en portales, en las entradas de comercios, en los cajeros... Esa fue una de las principales causas por las que abrimos el albergue, que, por cierto, entonces era muy modesto. Era exclusivamente para dormir: un vaso de leche o café caliente y un pequeño catre en el que tumbarse”, asegura.

Ese primer local se encontraba en la calle Javier Puig y dio paso, unos cinco años después, a un segundo “mucho más amplio” en Casimiro Gómez, en las inmediaciones del antiguo cuartel de la Guardia Civil, que es donde la organización ha permanecido hasta ahora. Los catres se cambiaron por literas en el nuevo emplazamiento, aunque el número de plazas se mantuvo, con una docena cada noche como máximo.

“Calor y Café” ha estado vinculada siempre a la Sociedad de San Vicente de Paúl, que lleva más de un siglo en Pontevedra. “La idea de poner en marcha el albergue fue de una hija de la Caridad de la ciudad que vio la necesidad y nos embarcamos en ello. Pero la congregación religiosa hace dos años que se marchó de Pontevedra y ya no contamos con su apoyo”, apunta Víctor Rey, un voluntario más hasta que le tocó ponerse al frente de las instalaciones.

"Calor y Café” ha estado vinculada siempre a la Sociedad de San Vicente de Paúl, que lleva más de un siglo en Pontevedra

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Poco a poco la labor de este grupo fue complicándose más y más, ya que además de no contar con ese respaldo, también fueron perdiendo voluntarios a raíz de la pandemia del COVID. “Tras la pandemia el voluntariado se cayó, sobre todo porque la mayoría eran personas mayores y ya no volvieron tras el confinamiento. De más de 40 que había nos quedamos con una docena. Esto repercutió en el trabajo de los que permanecieron. Fuimos aguantando como podíamos, con voluntarios y contratados. Sin embargo, ese ya no era el espíritu, sobre todo porque hemos llegado a un punto en el que tendríamos que contratar a muchas más personas”, reconoce el director del centro.

La inminente apertura de un nuevo albergue en la ciudad, el que Cáritas abrirá en breve en la calle Joaquín Costa, ha propiciado el empujón final para que los responsables de “Calor y Café” tomasen la decisión de cerrarlo definitivamente.

Han sido muchos los usuarios de “Calor y Café” durante todo este tiempo, algunos de ellos asiduos y desde el primer día en el que el albergue abrió sus puertas

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“Es un albergue que también va a ser para mujeres, será más espacioso y con una serie de comodidades que cubrirán todas estas necesidades”, celebra Rey.

Pese a esta tranquilidad, de saber que los “sin techo” estarán más que cubiertos, la sensación es agridulce. Confiesa que “son muchos años dedicado a esto, pero la misión que teníamos que hacer la hemos cumplido”. “Tenemos la satisfacción del deber cumplido”.

Han sido muchos los usuarios de “Calor y Café” durante todo este tiempo, algunos de ellos asiduos y desde el primer día en el que el albergue abrió sus puertas.

Víctor Rey indica que la Sociedad de San Vicente de Paúl seguirá trabajando, “no con el albergue, pero sí ayudando a la gente, porque esa necesidad siempre está ahí”.

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