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El intercambio de casas para viajar gana adeptos

Dos familias con viviendas en la costa pontevedresa celebran sus satisfactorias experiencias con esta modalidad

Francisco Calvo con su familia en su vivienda en Combarro. GUSTAVO SANTOS

Entre las muchas cosas que la pandemia cambió en las vidas de los españoles se incluye la forma de viajar. Una de las que más adeptos ha ganado es la modalidad del turismo a través del intercambio de viviendas con otras personas. Esta forma de moverse ya cuenta con miles de familias inscritas en España. Según la página web especializada HomeExchange, el año pasado cerró con un total de 356.000 pernoctaciones en el país, y los intercambios realizados por los españoles -a nivel nacional e internacional- superaron las 349.700 pernoctaciones.

La idea es fácil y supone un importante ahorro para los viajeros: se inscriben en plataformas en las que pagan una módica cuota anual (y con el respaldo de un seguro/fianza) y a través de las cuales ofrecen sus pisos o casas a otras personas que quieran alojarse, lo que les da derecho a hacer lo mismo. No tienen por qué coincidir en el tiempo, ya que muchos de los participantes cuentan con segundas residencias, que son las que ponen a disposición del intercambio. Además, también existe la modalidad de puntos. Las viviendas pueden estar en cualquier entorno: ciudad, costa, rural... Y, como no, la oferta en la comarca de Pontevedra ya es muy atractiva.

Francisco Calvo y su familia (mujer y dos hijos de dos y cuatro años) viven en Combarro, Poio, y llevan casi dos años en la plataforma de HomeExchange, a través de la cual ya han hecho tres viajes, por España y Portugal. Por supuesto, no es la única opción, ya que abundan las páginas web de este tipo: Take the Family, HomeLink, Home for Home, Stay 4 Free, Home Swap Holidays, IntercambioCasas...

Lo bueno de esto es que tratas de hacerlo con familias similares a la tuya, con edades de los niños parecidas, lo que te evita movilizar juguetes, cuna, bicicletas... cosas que nunca llevarías en un avión, claro. Decidimos intentarlo, probar

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“Esta es nuestra experiencia en el mundo del intercambio y nos decidimos por esta porque fue la que nos generó más confianza”, reconoce Calvo, que explica que conoció este modo de viajar a raíz de un amigo que ya lo practicaba con su piso en el Casco Vello de Vigo.

“Lo bueno de esto es que tratas de hacerlo con familias similares a la tuya, con edades de los niños parecidas, lo que te evita movilizar juguetes, cuna, bicicletas... cosas que nunca llevarías en un avión, claro. Decidimos intentarlo, probar”, dice.

“En la plataforma hay de todo, desde pisos muy normales hasta verdaderas maravillas, tanto por ubicación como por ser de lujo. La nuestra gana por la ubicación, que es muy apetecible para mucha gente. Normalmente la eligen porque ya han oído hablar de Combarro y de Galicia”, manifiesta.

En su caso, se trata de una segunda vivienda anexa a la que ellos residen y que en el mes de agosto dedican a alquiler vacacional, momento en el que no la ceden para los intercambios.

Ahora, la familia está buscando ya opciones para este verano. “Hemos estado mirando Europa: París, Berlín... ”, asegura Francisco Calvo.

“La gente que está en estas plataformas siente que forma parte de una comunidad, como es el caso de los campistas. Se crean vínculos, aunque la pandemia lo ha estropeado todo un poco. Siempre intentas dejar alguna carta en el lugar que te recibe, algún detalle... Y, sobre todo, hay mucho respeto por la casa del otro”, reconoce.

Blasinda Escudero y su familia durante un viaje a Malta.

39 intercambios en 8 años

También en Poio, pero en la parroquia de Raxó, en primera línea de playa se ubica un piso segunda residencia de la familia de Blasinda Escudero, de Ourense. Viaja el matrimonio y dos hijos (17 y 19 años) con HomeExchange desde 2015. Desde entonces suman 39 intercambios, la suma de los que han viajado más las recepciones en su propiedad. El más largo fueron 21 días en Bruselas, Bélgica.

“Lo que más nos gusta de esta página es que no tiene por qué ser intercambio simultáneo, como ocurre con otras. El sistema de puntos te permite viajar más libremente. Por ejemplo, ahora vamos a recibir a una familia de Irlanda y nosotros nos vamos a ir a París”, afirma.

Para animarse a participar en este tipo de experiencias “hay que cambiar el chip”. “La primera vez teníamos mucho respeto, tanto cuando fuimos como cuando recibimos. Pero enseguida ves que son familias como tú, que te generan confianza. Además, hay una fianza por si pasase algo estar cubiertos”, confiesa Escudero.

Lo peor que nos pasó es que rompiésemos un vaso o nos lo rompiesen a nosotros

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“Ya hemos estado en casas que son primera residencia. Te adjudican una habitación o determinados armarios y ni se te ocurre abrir el resto”, asegura.

Celebra que todas sus experiencias hasta el momento han sido positivas. “La gente es muy respetuosa. Lo peor que nos pasó es que rompiésemos un vaso o nos lo rompiesen a nosotros”, apunta.

Las únicas condiciones que pone esta familia son no admitir grupos de jóvenes ni estancias de menos de dos días, “porque estamos en Ourense y no nos compensa venir a Poio a limpiar por un solo día”.

“Nosotros viajamos mucho por Europa, nos gusta mucho. Recomiendo esta forma de hacer turismo al cien por cien, sin dudarlo”, afirma rotundamente.

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