“Nací en un pueblecito del norte de Marruecos”, explica la escritora Najat el Hachmi, “y a los 8 años fue cuando nos reunimos con mi padre, que ya vivía en Cataluña”. De modo que es “catalana de adopción de siempre, mi educación ha sido toda en Cataluña y allí he crecido, es donde estoy y donde han nacido mis hijos, que creo que es algo que casi determina mucho más que en el lugar en donde una nace. Para mi es mucho más importante donde están mis hijos y las personas que quiero que el lugar concreto, físico”.
–Es usted un ejemplo de diversidad, y ha puesto de manifiesto en la Semana Galega de Filosofía que esta diversidad plantea retos
-Sí claro, la diversidad es un poco como es el mundo. Es mundo es diverso, lo ha sido siempre, solo que ahora las posibilidades que tenemos de contacto y de convivencia se han acelerado. Siempre hubo contactos, no es que estuviésemos cada uno aislados, pero, claro, ahora fenómenos geopolíticos hacen que la gente se vea obligada a desplazarse. Las personas a título individual se ven abocadas a unas circunstancias sobre las que ellas no tienen ningún poder. Ellas no decidieron pero sufren las consecuencias de esas circunstancias que tienen que ver con cómo se mueven los poderes económicos, políticos etc. (en su intervención en la Semana de Filosofía defendió que la diversidad “no constituye en si misma un peligro para los derechos de las mujeres, pero sí puede llegar a serlo cuando se relativiza su importancia en ara de otros valores como el respeto a la cultura o la religión e los nuevos ciudadanos. El feminismo ha de ser inclusivo para no tolerar el machismo en aquellos considerados “otros”, sino para señalarlo, denunciarlo y combatirlo”).
–Comprender esos procesos que nos han llevado hasta donde estamos ahora lleva tiempo
–Lleva un tiempo bastante largo entender exactamente cuáles son las fuerzas que han influido en tu vida sin que hayas sido consciente de ello. Porque si aceptas una explicación más o menos tradicional te puedes conformar con la idea de destino, con que estaba escrito para ti y punto. Pero cuando ya tienes una visión un poco más compleja del mundo es difícil. A mi me ha costado muchos años entender exactamente en qué consistía esta realidad que ha vivido mi familia y tantas familias de mi misma procedencia. Y hay que ir desgranando todo lo que está en juego.
A mi me ha costado muchos años entender exactamente en qué consistía esta realidad que ha vivido mi familia y tantas familias de mi misma procedencia
–Galicia es un país migrante ¿cómo analiza ahora su experiencia?
–La experiencia es que muchas veces no se escoge, es una circunstancia a la que te ves obligada.
–Como sucedió de hecho con los gallegos
–Sí, la mayoría de las personas si pueden escoger no eligen dejar su tierra. Porque cuando se puede escoger y es por aventura o por un tiempo corto, no es ser migrante, es otra cosa, ser turista o alguien que pasa una temporada en el extranjero. Pero migrar no es algo que se escoja, es algo que te ocurre, y esa experiencia que es en un principio dolorosa, porque supone el desarraigo, la añoranza, el no saber muy bien de dónde eres y a qué sociedad pertenece. Pero si uno tiene buenas herramientas para poder comprender todo ese fenómeno al final surge algo positivo pero, claro, hay que trabajarlo.
La experiencia de migrar es en principio dolorosa, supone el desarraigo, la añoranza, el no saber muy bien de dónde eres y a qué sociedad perteneces. Pero si tienes buenas herramientas para poder comprender todo ese fenómeno al final surge algo positivo
–¿Cuáles fueron sus herramientas?
–En mi caso la herramienta fundamental ha sido la escritura. A través de ella he podido contar historias que sucedían en este contexto y al contarlas yo he podido entender mejor ese contexto. Y además me ha resultado muy estimulante y gratificante porque había todo un paisaje humano y geográfico que no estaba tan contado, por ejemplo el mundo de las mujeres de mi familia, absolutamente invisibilizado y oculto. Es un mundo lleno de historias y elementos para entender la vida. La suerte que tenemos es que independientemente de las circunstancias y posibilidades que tengamos para poder articular esos relatos tan necesarios para no volvernos locos, siempre hay herramientas, por ejemplo las mujeres de mi familia no tuvieron acceso a la educación, pero su forma de narrar es riquísima. Crecí con eso y me alimentó como escritora, reconozco que una de mis raíces está ahí. Siempre tenemos algo a lo que agarrarnos para resistir, para no volvernos locos, a lo mejor no podemos transformar nuestra realidad, pero resistimos y le damos sentido a eso que nos puede volver locos si no lo elaboramos con el lenguaje y con una narrativa.
–¿Cómo eran las mujeres de su familia?
–Crecí en una familia con muchas mujeres, tanto por parte de padre como de madre. Lo más destacable es que tenían una fuerza impresionante. Eran mujeres de campo y éstas suelen ser fuertes porque las obligan las circunstancias a serlo. Me asombraba de pequeña la capacidad de trabajo e incluso su fuerza física.
Crecí en una familia con muchas mujeres, tanto por parte de padre como de madre. Lo más destacable es que tenían una fuerza impresionante. Eran mujeres de campo y éstas suelen ser fuertes porque las obligan las circunstancias a serlo
–¿Qué piensa cuando quienes no conocen su cultura les dicen que sus mujeres no trabajan?
–(risas) Bueno, claro, porque no les pagan un salario por su trabajo, pero eso no quiere decir que no trabajan, sino que precisamente se aprovechan de su trabajo sin que ellas puedan disfrutar de algún fruto de él. También aprendí mucho de ellas, y va a parecer un tópico pero no lo es, el encontrar alegría en lo cotidiano, a pesar de que las circunstancias puedan ser dificilísimas. Y se reían de cosas que les pasaban a ellas, situaciones por ejemplo de violencia en las que el mecanismo para intentar canalizar la agresividad que les suponía era hacer caricaturizar al violento. Y también me enseñaron a disfrutar de la vida, aunque fuese muy austera.
Se reían de cosas que les pasaban a ellas, situaciones por ejemplo de violencia en las que el mecanismo para intentar canalizar la agresividad que les suponía era hacer caricaturizar al violento
–Afirma que en su niñez los adultos debieron de pasarlo peor que los niños
–Lo supongo, porque se daban cuenta de las necesidades. En parte por eso insistió tanto mi abuelo a mi padre para que nos trajera. Él, que era como nuestro padre y con el que convivimos toda la infancia, se daba cuenta de que allí no tendríamos oportunidades, incluso a nivel de escolarización.
Una biblioteca es el pilar fundamental que puede acortar la brecha entre una persona que nace en una casa llena de libros y otra que nace en una donde no hay nada que leer
–En esta Semana de Filosofía se ha incidido especialmente en que la verdadera justicia pasa por los servicios públicos
–Así es, es algo que ves de un modo más claro cuando vienes de países donde esos servicios públicos no existen en absoluto. Por eso hay que cuidarlos, mejorarlos y defenderlos ante todo. Algo tan básico como una biblioteca, que todos damos por sentado que las haya, parte de una idea de cómo tiene que ser la sociedad y de una idea de justicia social: una biblioteca es el pilar fundamental que puede acortar la brecha entre una persona que nace en una casa llena de libros y otra que nace en una donde no hay nada que leer.