El proyecto de restauración integral de la Iglesia Vieja de Marín es ya una realidad, con la finalización de las labores de reacondicionamiento de las fachadas y de limpieza de la piedra que lo recubre.

La actuación, llevada a cabo por la Consellería de Cultura, Educación y Universidad de la Xunta de Galicia contó con un presupuesto de 132.000 euros e incluye, entre otras acciones, nuevas canalizaciones de saneamientos, la restauración de escalinatas y solados en los accesos Sur y Norte, la reparación de varias barandillas y la sustitución de las ventanas situadas en los laterales del altar.

La limpieza de las fachadas, enngrecidas por la suciedad, también comportó la retirada de líquenes y verdín depositado en algunas de sus zonas, fruto de la humedad y el agua de lluvia.

En el seno de la parroquia, consideran que las obras de acondicionamiento eran de obligado cumplimiento, tanto del interior –que fueron realizadas hace cuatro años– como las de ahora, han resultado en “una mejora significativa y necesaria del templo”, que “cuenta con una apariencia que no se veía en la Iglesia Vieja desde hace décadas”.

A la actuación llevada a cabo en la Iglesia Vieja le resta todavía una parte: la retirada de las inscripciones fascistas que se encuentran en la fachada Sur del templo, símbolos que incumplen lo establecido en la Ley de Memoria Histórica.

Según fuentes del Gobierno autonómico, se procederá en los próximos días a esta labor, la cual incluye la retirada de las placas existentes y de la cruz que se encuentra en la parte superior.

También se actuará en el bajorrelieve de la zona, acondicionándolo para que la fachada recobre sin alteraciones estructurales su estado natural previo a su instalación.

La supresión de estos reclamos propios de la dictadura fue el caballo de batalla durante mucho tiempo de colectivos expertos en la materia como la Comisión da Recuperación da Memoria Histórica de Marín, que lleva años esperando y luchando para que se retiren esas inscripciones del callejero de la villa.

“Durante mucho tiempo no se dio respuesta a nuestras reclamaciones”, señala Queta Molas, presidenta de la Comisión, que recalca al respecto de la retirada que “si se tarda mucho, seguiremos insistiendo”.