Pontevedra se prepara para una “revolución ambiental” –tal y como o describe el gobierno local– derivada del futuro contrato de gestión de residuos, cuya licitación ultima el Concello con una duración de veinte años y una inversión prevista de 23 millones de euros. Las exigencias de reciclaje de la Unión Europea obligan a acelerar al máximo un proceso que Pontevedra inició hace unos años con la puesta en marcha del compostaje, pero los objetivos marcados aún están lejos de alcanzarse.
La normativa europea fija el 31 de diciembre de 2023 como fecha tope para que los ayuntamientos hayan implantado el quinto contenedor de basura para proceder a la recogida separada de los residuos orgánicos domésticos, un sistema que Pontevedra aplica desde junio de 2020. No obstante, el Gobierno central ha adelantado al 30 de junio de este año su puesta en marcha para los municipios con más de 5.000 habitantes, es decir, en poco más de tres meses.
Según los últimos datos oficiales del Concello sobre recogida de todo tipo de basura en el municipio, referidos a 2021, el pasado año se acumularon unos 33.000 toneladas de residuos. De todas ellas, se depositaron en los contenedores de recogida selectiva algo más de 5.000 toneladas, entre los que se incluyen las 1.500 correspondientes al compostaje de la materia orgánica: unas 900 toneladas en los recipientes marrones instalados desde hace dos años en las calles, y otras 600 que se depositan en los composteros comunitarios.
El pasado año se acumularon unos 33.000 toneladas de residuos
El resto de material destinado al reciclaje se reparte entre las 1.525 toneladas de papel y cartón, otras 1.162 de vidrio y 1.178 de envases ligeros. Todo este material suma unas 5.300 toneladas de residuos reutilizables cada año, lo que supone duplicar los índices que se registraban hace apenas cuatro años. En 2018 se superaban ligeramente las 2.600 toneladas anuales.
Con estas cifras en la mano, se constata que la concienciación ambiental crece entre los pontevedreses, ya que ahora reciclan el doble que en 2018, justo cuando comenzó la instalación masiva de composteros comunitarios por toda la ciudad. Esta red, junto con los recipientes individuales en las casas, ha permitido convertir en abono unas 125 toneladas de materia orgánica al mes y, por tanto, reducir los envíos de basura a Sogama. Los mismos datos oficiales indican que 2021 fue el año con menor carga de residuos remitidos desde Pontevedra a la planta de Cerceda, un 6% menos que en 2018, cuando se alcanzó la cifra más alta que la última década. Pero aún sigue siendo un volumen muy elevado. Si hace cuatro años se enviaron a Sogama 2.480 toneladas al mes, ahora son 2.325, lo que supone una media de 46 kilos por habitante en todo el año. Es un descenso significativo, pero aún supone más del 80% de toda la basura que se genera en el municipio, lejos de las exigencias europeas.
Si el aumento del compostaje fue total en estos cuatro años, pasando de cero a 1.500 toneladas al año, también ha sido muy considerable el crecimiento de la recogida selectiva tradicional: papel, vidrio y envases. En 2018 se sumaron 2.630 toneladas al año de estos materiales, mientras que en 2021 se llegó a más de 3.865, una subida del 47%. El reciclaje del vidrio aumentó un 24%, hasta los 97.000 kilos al mes, mientras que el papel y cartón se incrementó un 66%, con 127.000 kilos al mes. Por su parte, el aumento de los envases ligeros fue de un 53% en cuatro años y ahora se recogen casi 10.000 kilos al mes de latas, bricks y botes de plástico.
Conseguir que el 80% de basura que aún se envía a Sogama se reduzca a la mitad en el plazo de una década es el objetivo del contrato que tramita el Concello para adjudicar el servicio hasta mediados de siglo. El concejal responsable de la gestión de los Residuos, Raimundo González, cree que esta nueva concesión “va a ser una auténtica revolución, tanto ambiental como en el servicio”. Lo será “a dos niveles: en la prestación del servicios a los ciudadanos y a nivel ambiental”.
"La nueva concesión va a ser una auténtica revolución, tanto ambiental como en el servicio”
Un de los objetivos es el relativo a la consideración de la basura. “Hasta ahora los residuos tenían una consideración negativa, pero hoy en día es un recurso, porque se va a volver a utilizar directa o indirectamente”, explica Raimundo González. El segundo objetivo ambiental es el relativo a los porcentajes de reciclaje. En el año 2025 la Unión Europea exige que sea el 55% de la producción general de residuos, que se incrementará al 60% en 2030. El tercero de los objetivos ambientales es la implicación del gestor o concesionario. La empresa concesionaria será la primera interesada en que funcione el servicio porque de lo contrario, su retribución será menor. “Es decir, no tiene una cuantía garantizada” indicaba Raimundo González, por lo que se priorizarán los aspectos ambientales: más compostaje, menos CO2, etc., que implicará un incremento de la retribución, es decir, la empresa tendrá la posibilidad de ganar “bonus” buscando la excelencia del servicio.
El cuarto objetivo ambiental es el parque de maquinaria. El contrato recoge que el 14% de los vehículos de 25 o 26 toneladas tienen que ser limpios (y dado que no existen vehículos eléctricos de estas características, deberán ser a gas). El quinto objetivo ambiental está relacionado con la estructura organizativa del servicio. En la actualidad existe un técnico municipal y un vigilante encargado del seguimiento del actual contrato. En el futuro está previsto el incremento de personal tanto en la administración como en la concesionaria, de tal manera que se potenciará la inspección, la vigilancia, el control y se harán campañas de sensibilización.
La bonificación del 10% en la cuota se refleja en el recibo
El Concello abona a Sogama cada año más de 2,5 millones de euros por las cuotas de tratamiento de las basuras que se envían a Cerceda, si bien la compañía aplica al Concello una bonificación del 10% por cumplir determinados objetivos. Esa rebaja se aplica a final de cada ejercicio al recibo de los ciudadanos, si bien en la cuantía proporcional al capítulo destinado a Sogama, por lo que la reducción real no es muy significativa. Por su parte, el nuevo contrato de la basura no supondrá el incremento de recibo que bimensualmente pagan los vecinos de Pontevedra, según asegura el Concello. Sogama se ha incorporado recientemente al proceso de compostaje y reciclaje de la materia orgánica y tiene en marcha la creación de una red de plantas para ello, si bien tiene difícil adaptarse a tiempo a la normativa europea. Una de esas plantas estará en A Lama y se integrará en la red de infraestructuras que impulsa la Xunta “para ayudar a los municipios, que tienen competencias en la gestión de residuos urbanos, a cumplir con sus obligaciones legales”, según destaca la Consellería de Medio Ambiente. En este sentido, este departamento recuerda que “las autoridades locales deberán haber implantado el contenedor marrón para la recogida de la fracción orgánica antes del 31 de diciembre de 2023”·