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Tras la pandemia experimentados galeristas reactivan el mercado con propuestas de pintura y escultura contemporánea, antigüedades, numismática...

Rogelio Torre, en Numismática Sarmiento, que ha reabierto en la calle César Boente. | // GUSTAVO SANTOS

Después de varios años de parón, el mercado del arte recupera el pulso de la mano de experimentados galeristas y anticuarios que en la postpandemia ponen en marcha nuevos proyectos. Brindan a los coleccionistas y aficionados la posibilidad de disfrutar de obras de arte y muebles gallegos, japoneses, piezas de numismática…

Son tres de las propuestas de Numismática Sarmiento, la frente de la que se sitúa Rogelio Torre. Empezó en el sector de las antigüedades y la numismática “con mi padre”, explica, “teníamos una tienda en la avenida de Vigo, después empezamos a ir a convenciones y mercadillos y pusimos en marcha la tienda definitiva en la calle Sarmiento”.

Tras convertirse en referencia en compraventa y tasación para todos los amantes de la numismática, “mi padre falleció en 2008 y tuve que continuar solo”, recuerda. Ahora da un paso más y acaba de inaugurar su nueva galería en el número 5 de la calle César Boente, en el epicentro del centro histórico. La gran reforma ha dado paso a un amplio local con el que ha multiplicando el espacio y que le permite presentar piezas singulares como imágenes sacras, libros, carteles de películas…

Aunque conserva el nombre de Numismática Sarmiento “ya no soy solo una numismática, ahora toco muchos otros tipos de coleccionismo”, detalla, “como antigüedades y obras de arte”.

El real de a 8, conocido por los anglosajones como el dólar español y que se convirtió en la primera divisa mundial, utilizada en el XVIII en Europa, toda América y el extremo oriente, continúa siendo una de las piezas favoritas en la nueva galería. “Me encanta”, reconoce a propósito de esta moneda histórica, una joya de la que también sigue siendo su gran especialidad, la numismática.

“Esto sigue siendo una tienda de monedas, aunque ya no lo parezca”, explica, “si bien solo ha quedado este mostrador y poco más”. Aún así, reconoce que tiene muchísimas piezas “porque me gusta todo: la moneda romana, me gusta la moneda del imperio español…”.

¿Una pieza favorita? “A veces te entra un lote de monedas”, reconoce, y se convierte en el más especial. Estos días ha comprado “un As de Emerita Augusta”, una moneda romana que “ahora es mi favorita”, explica mientras la enseña, “pero la semana pasada compré a un chico muy majo este lote de denarios … Y están tan bonitas, y son tan brillantes y se pueden leer tan bien que disfruté muchísimo con estas monedas y su conservación perfecta”.

Emilio Araújo en Pintega, en la calle Rosalía de Castro. | // GUSTAVO SANTOS Susana Regueira

Con los años su fondo de colección se ha hecho enorme. De hecho se atrevió con un nuevo local y una compleja reforma “porque en el otro ya no cabía”, reconoce, “ya no podía trabajar con comodidad, me golpeaba con las cosas. Era reacio ya a comprar cosas porque no tenía donde meterlas.

Tras el parón de la pandemia y una larga obra llena de sorpresas e incidentes, se reconoce “muy satisfecho” con la nueva ubicación y la espaciosa galería. En ella presenta piezas singulares como mapas históricos, esculturas y, por supuesto, atiende las consultas de cientos de aficionados a la numismática.

También Luis Sieira Rico y Emilio Araújo, la frente de la galería Pintega, optaron hace unos meses por una ubicación estratégica, en este caso en el número 4 de Rosalía de Castro. “Ambos somos profesionales del sector, llevamos muchos años en el arte y las antigüedades”, señalan, “y apareció este bajo que nos interesaba”.

Pintega abrió sus puertas el pasado noviembre y se ha especializado en arte contemporáneo. “Hemos aparcado las antigüedades”, explica Emilio Araújo, “para centrarnos en la pintura y la escultura contemporáneas”.

A mayores del fondo de colección, con piezas de importantes autores de la Península, la galería organiza exposiciones temporales para presentar al público trabajos de recientes de creadores como Óscar Aldonza.

Estas exposiciones temporales arrancaron con los trabajos del artista Luis Cochorro y continúan ahora con las obras de este escultor compostelano, una exposición “titulada Mulleres de Ferro y relacionada con el 8-M”, explica el galerista.

Éste se reconoce todavía “a la expectativa de cómo puede funcionar en Pontevedra una galería dedicada al arte contemporáneo”, ya que ha sido un inicio tibio en el que “no se percibe demasiado interés, lo cual es sorprendente porque es una ciudad con una facultad de Bellas Artes”. Confía en que sean las excepcionales circunstancias que vivimos (“porque salimos de una pandemia”, recuerda, “y entramos en una guerra”) y el mercado gane animación, “porque desinterés por el arte en una ciudad como ésta me resultaría extraño”.

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