El conocido empresario pontevedrés vinculado a las orquestas de Galicia Ángel Martínez Pérez, más conocido como Lito, falleció hoy a los 58 años de edad al precipitarse desde el puente de A Barca, en la zona del municipio de Poio.

Las primeras investigaciones apuntan a que se trató de un suicidio. El suceso ocurrió al filo de las 11 de la mañana de hoy. Los últimos años de la vida de Martínez Pérez, conocido como el "rey de las orquestas", estuvieron marcados por los problemas judiciales que le rodeaban por las acusaciones contra él por múltiples delitos contra la Hacienda Pública.

Además, durante los procesos judiciales también salió a la luz que el estado de salud del empresario era cada vez peor, al padecer una enfermedad neurológica degenerativa, según había indicado su propio abogado. De hecho, en los últimos juicios había trascendido que el empresario había sido incapacitado a nivel civil y que no estaba en condiciones de ser sometido a un proceso penal, debido al deterioro de su estado de salud.

Efectivos de la Guardia Civil en el lugar en el que se produjo el incidente en el arcén de la autopista bajo el puente de a Barca en Poio. RAFA VAZQUEZ

Pese a los múltiples frentes judiciales abiertos contra el empresario, no existía en la actualidad ninguna condena firme por fraude fiscal en su contra. Había resultado absuelto en un proceso judicial en el Penal 1 de Pontevedra y en otro fue condenado inicialmente a 12 años de prisión por la Sección Cuarta de la Audiencia, pena que revocó el Tribunal Supremo al ordenar repetir el juicio en la Audiencia de Pontevedra.

Tras la celebración de un nuevo juicio la pena se vio reducida de manera importante a dos años y tres meses de cárcel por delitos fiscales, en un fallo que no era firme y estaba pendiente de un recurso de casación del Supremo. Tenía varios procesos pendientes, el último una acusación del fiscal de 35 años de prisión, un juicio que tuvo que ser suspendido precisamente al no poder afrontar el empresario un proceso penal con garantías. Unos procesos que, con su muerte, quedan ya en el aire.