Un vecino de Poio aceptó ayer penas que suman nueve años y tres meses de prisión como autor de dos delitos, uno de violencia habitual psíquica y física y otro de agresión sexual continuada contra su mujer.
El acusado reconoció los hechos en una breve vista que se celebró ayer en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra en la que se alcanzó un acuerdo entre las partes tras modificar el fiscal jefe de la provincia, Juan Carlos Aladro, el escrito de acusación que presentaba inicialmente. Así, el procesado cumplirá un año y 9 meses de prisión por el delito de violencia psíquica y física habitual sobre su mujer y otros 7 años y medio por las agresiones sexuales continuadas.
Alcoholismo y confesión
El fiscal, que mantuvo las agravantes de parentesco y por razones de género, incluyó en su escrito dos atenuantes simples de dependencia del alcohol y confesión tardía. Tanto la acusación particular como la defensa se sumaron a esta propuesta del Ministerio Público, por lo que ahora la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial dictará sentencia en estos mismos términos.
El fiscal mantuvo las agravantes de parentesco y de género e introdujo los atenuantes de confesión tardía y alcoholismo
Además, el fallo impondrá al acusado una pena de siete años y medio de libertad vigilada a partir del cumplimiento de la pena de prisión y deberá respetar una orden de alejamiento y comunicación con la víctima por espacio de nueve años.
También deberá indemnizar a la que era su esposa en el momento en el que es produjeron los hechos con cinco mil euros por el daño moral causado.
Según el escrito de acusación de la Fiscalía, el procesado estuvo casado con la víctima durante 28 años hasta que se separaron en 2019 a raíz de esta denuncia.
Durante toda la convivencia matrimonial, asegura el fiscal, pero sobre todo transcurridos los primeros ocho años de matrimonio, era “usual” que el acusado, “con ánimo de humillar y menoscabar la integridad moral de su mujer, la menospreciase” con expresiones despectivas e insultos. También era “frecuente” que la agrediera “propinándole bofetones, empujones y agarrones de pelo y en los brazos”.
La víctima nunca acudía al médico tras estos malos tratos, pero sí se le podían apreciar hematomas en su cuerpo.
Según la Fiscalía, el comportamiento agresivo del procesado causó “un gran padecimiento a la vida familiar y ha generado” en la víctima “un sentimiento de terror y miedo permanente".
El fiscal recoge en su escrito alguno de estos episodios violentos como en el año 1999 cuando el procesado agarró a su mujer por el cuello presionando “con gran fuerza”. En 2013 la empujó fuertemente contra un armario y golpeándose después la mujer en el suelo.
Violencia sexual
Señala el Ministerio Público, y así lo reconoció el acusado, que este ejerció violencia de tipo sexual hacia su esposa, siendo esta más habitual en los últimos años del matrimonio y particularmente a partir de agosto de 2019. Varias veces por semana y a pesar de la negativa y resistencia de la mujer a mantener relaciones sexuales, la obligaba empleando la fuerza, agarrándola fuertemente por sus brazos y muñecas y forzándola.
En la última ocasión que lo hizo antes de la denuncia interpuesta en noviembre de 2019, el acusado hizo caso omiso del llanto de su esposa manifestándole su negativa a mantener relaciones sexuales dicíendole “que no le importaba que llorase y que era suya”.
Según la Fiscalía, el comportamiento agresivo del procesado ha causado “un gran padecimiento a la vida familiar y ha generado” en la víctima “un sentimiento de terror y miedo permanente".
