Los incendios forestales, el temporal de nieve Filomena, el volcán de la Palma o la pandemia. Últimamente diferentes catástrofes naturales han demostrado que las unidades del Ejército Español cuentan con capacidades diseñadas para sus misiones de paz o de combate en terrenos hostiles pero que resultan de gran ayuda o auxilio a la población civil en una situación de crisis.
Aprovechando la visita que cursó ayer la ministra de Defensa, Margarita Robles, a la base General Morillo para agradecerles su labor durante la pandemia, la Brigada Galicia VII quiso mostrar algunas de esas capacidades que, “en cualquier momento pueden ser puestas a disposición de la Xunta o de la Delegación del Gobierno en caso de catástrofe, calamidad o cualquier tipo de situación en la que necesite ayuda la población civil”, indicaron.
"Se trata de medios que en cualquier momento están a disposición de las autoridades civiles"
Algunos de estos medios ya son conocidos, debido a su utilización en misiones de apoyo a las autoridades civiles tan familiares como es la “Operación Centinela Gallego” contra los incendios forestales. Un ejemplo es el “Raven”, el avión no tripulado que vigila en vuelos diurnos y nocturnos los montes gallegos durante el verano.
Algunas de estas capacidades también se desplegaronen la pasada “Operación Balmis”, durante las primeras olas del virus, cuando los equipos NBQ contra la guerra química o bacteorológica fueron empleados en un total de 210 desinfecciones de instalaciones como residencias u hospitales a lo largo de toda la geografía gallega. También en aquella operación participaron los servicios de la Policía Militar, que colaboraron con las Fuerzas de Seguridad del Estado en la vigilancia del cumplimiento del estado de alarma, incluido el control fronterizo.
Menos conocidas son otras potencialidades de la Brilat, algunas veces, readaptando los medios de los que disponen para actuar en zona de conflicto a situaciones de crisis o catástrofe que pueden afectar a la población civil aquí en casa. Uno de los casos más novedosos es el de “Atila”, un robot del equipo de artificieros y desactivador de explosivos al que se le ha instalado una herramienta de gas y luz ultravioleta que permite descontaminar zonas afectadas por el COVID-19 o por otros agentes peligrosos. Por ahora lo han utilizado en la base y no ha sido solicitada su intervención por las autoridades civiles, pero lo ponen a su disposición.
Otra de las capacidades de la Brilat que puede ser muy útil en caso de catástrofe son sus potabilizadoras. Ayer mostraban una de ellas que es capaz de convertir 500 litros de agua insalubre o salada en agua apta para el consumo en solo una hora. “Esto puede resultar útil en el caso de un pueblo aislado o sin agua para garantizar su abastecimiento”. Esta potabilizadora ya fue clave para los militares de la Brilat en algunas misiones como la de Afganistán.
Dentro de este apartado del abastecimiento de comida o bebida a una población en dificultades también cabe destacar la cocina móvil (que suelen utilizar en maniobras o grandes operaciones) y con capacidad para alimentar a unas 600 o 800 personas “con su menaje y todo”. Esto se puede combinar con los camiones cisterna de gran capacidad para el transporte de agua o combustible que pueden abastecer también a localidades que pueden quedar aisladas y a donde no lleguen otros vehículos convencionales.
Las ambulancias todo terreno (que fueron muy útiles para llegar a donde no podían acceder las normales durante Filomena) o un hospital de campaña son otros de los recursos que la Brilat “pone a disposición de las autoridades civiles”. En el caso del hospital de Campaña se trata de una instalación con capacidad para diez camillas que se entiende como un primer punto de asistencia o estabilización en un escenario de múltiples afectados antes de su traslado a un hospital.
Un total de 172 militares de la Brigada luchan ahora mismo contra la pandemia en tres comunidades
Además de Galicia, la Brilat colabora con las otras dos comunidades en las que está presente la Brigada. En Asturias están realizando labores de rastreo un total de 60 militares en turnos de 30 cada uno. También cuentan con un equipo de vacunación móvil con otros tres efectivos movilizados. En Castilla y León, actualmente están realizando labores de rastreo un total de 14 militares. En total, según informaron ayer fuentes de la Base General Morillo, ahora mismo hay un total de 172 efectivos de la Brigada participando en la “Operación Baluarte” entre los que se incluye personal de mando y coordinación; apoyo logístico, apoyo sanitario y los propios rastreadores. En Galicia cabe recordar que también está participando en este operativo la Armada, con un total de 40 militares en dos turnos que realizan una media de 2.500 llamadas diarias desde su sede de Ferrol. También cuentan con dos equipos de vacunación compuestos de tres militares cada uno que desarrollan su labor en la ciudad departamental.