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La tradición del “terraceo”: 1.885 mesas cada día en la calle

Varios clientes en una terraza junto a la plaza de A Ferrería Gustavo Santos

El fenómeno del “terraceo” es ya una seña de identidad de la ciudad. Lejos de ser una moda o una actividad exclusiva del verano, es ya una tradición que comenzó a despegar en 1999 con los primeros pasos de la peatonalización urbana, y que se consolidó a partir de 2010, con la llegada de la ley antitabaco, que prohibía fumar en el interior de los bares pero sí en sus terrazas, si bien esta permisividad con los fumadores podría desaparecer con las nuevas propuestas legales del Gobierno al respecto.

La proliferación de calles y plazas peatonales, así como aceras más anchas, medidas todas ellas que eliminaron los coches de muchos espacios y los abrió al uso ciudadano, sacó a la vía pública cientos de veladores (una mesa con sus cuatro sillas) en una progresión anual, hasta el punto de que en 1997 era medio centenar el número de bares con licencia para esta actividad, mientras que el censo municipal actual es de 300, la cifra más alta hasta ahora.

La llegada de la pandemia del COVID supuso otro punto de inflexión para este fenómeno, ya que las terrazas se convirtieron en determinados momentos en el último reducto para ir al bar, debido a las restricciones de aforo en los interiores. Por ello, se abrió la mano en cuento a ocupación de espacios en la vía pública, aunque siempre con la exigencia de que se garantice el tránsito peatonal, algo que no siempre ocurre en determinadas plazas, especialmente en el centro histórico.

El Concello ya reordenó la plaza da Estrela (a raíz de una sentencia) y Méndez Núñez (con acuerdo con los empresarios) y no descarta medidas similares en zonas donde se detecta “saturación” como las plazas del Teucro, da Verdura o da Leña

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El Concello ya tuvo que reordenar el reparto de mesas en la plaza da Estrela (a raíz de una sentencia) y en Méndez Núñez (con acuerdo con los empresarios) y no descarta medidas similares en zonas donde se detecta “saturación” como las plazas del Teucro, da Verdura o da Leña. Al respecto, la ordenanza que regula esta actividad señala que en “supuestos de saturación o conflicto, los servicios técnicos municipales podrán diseñar la situación de los veladores en las calles y espacios públicos”. En estos casos, el número de mesas “será repartido entre los establecimientos en proporción a la fachada de la que dispongan y con un reajuste de la asignación cuando se abran nuevos locales”.

Según el último padrón municipal de terrazas, correspondiente al actual año 2021 y cuyo periodo de cobro está abierto desde finales de octubre hasta el 27 de diciembre, el número total de bares autorizados es de 300, que instalan cada día un total de 1.885 veladores en las calles. Se trata de una cifra muy similar (incluso algo inferior) a la de 2019, antes de la pandemia, cuando había 299 establecimientos con 1.893 mesas. En 2017 eran 297 locales y 1.963 veladores. No obstante, se trata siempre de las mesas legales, es decir, las que cuentan con autorización oficial. El gobierno local es consciente de que aún existe algún índice de fraude, tanto en aquellos locales que sacan a la calle más veladores de los autorizados, o los que directamente instalan terrazas sin permiso.

Sea como sea, estas cifras ponen de manifiesto que el auge de esta actividad parece haber llegado a su tope, pero no deja de ser significativo que el 40% de todos los bares o similares de la ciudad dispone de una terrazas, de mayor o menor tamaño. Se calcula que en el municipio hay alrededor de 730 negocios que podrían disponer de este servicio. El Instituto Galego de Estatística, con datos de 2019, cataloga un total de 135 actividades de restaurante, 388 establecimientos de bebidas y alrededor de 200 más dedicados a suministro y venta de bebida o comida no incluidos en los anteriores epígrafes. Esto supone que cuatro de cada diez negocios de la ciudad dispone de licencia de veladores.

Por cada uno de ellos se establece una cuota municipal básica anual de 75,23 euros, si bien se aplica un coeficiente en función del tipo de calle donde se localice la terraza. Esto implica que el Concello recauda alrededor de 200.000 euros cada año con estas tasas. Sin embargo, la llegada del COVID ha reducido estas cifras ya que el gobierno local acordó aplicar descuentos a los empresarios para compensar las semanas que tuvieron que cerrar sus negocios por las restricciones sanitarias, unas limitaciones que también afectaron al aforo de las propias terrazas y a los horarios de funcionamiento.

Así, el 2020 se aplicó una reducción proporcional al número de días de clausura, que llegó al 31,5%. Para este año, el descuento es algo mayor, del 36,37%, de modo que la recaudación prevista se reduce esta vez a 130.030 euros.

Una ordenanza que hace especial hincapié en la accesibilidad

Las terrazas de los bares y cafeterías de Pontevedra se regulan desde 2018 con una ordenanza municipal que reemplazó a la obsoleta normativa anterior, que era de 1997, cuando aún no había comenzado el plan peatonalizador del Concello. Esta nueva ordenanza permitía colocar pérgolas, toldos, parasoles o cubiertas impermeables, pero con limitaciones, sobre todo que no pueden fijarse al suelo y tampoco servir para el cierre lateral o frontal del espacio cubierto.

En el casco viejo, a estas reglas se unen las específicas del plan urbanístico del barrio. Eso si, se prohibía expresamente la colocación de publicidad, losas, paneles informativos o carteles de menú móviles en el espacio público, si bien se aclara que no se considera publicidad el nombre o logotipo del local.

Como norma general, las terrazas pueden instalarse de 9.00 a 1.30 horas (más de 16 horas diarias)

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La principal novedad era la ampliación del horario. Como norma general, las terrazas pueden instalarse de 9.00 a 1.30 horas (más de 16 horas diarias) pero podrá ampliarse en media hora al inicio o al cierre en fiestas u otras celebraciones, previa autorización municipal. Estos horarios, evidentemente, quedaron en suspenso en los peores momentos de la pandemia. También se establecía que el material de las terrazas, desde mesas a estufas o parasoles, no puede guardarse en la calle por las noches. La accesibilidad fue uno de los asuntos prioritarios del gobierno local con esta ordenanza, que incluye un apartado específico de prohibiciones. Entre ellas, no se pueden colocar mesas ante portales o locales comerciales, delante de entradas a garajes, pasos de coches de emergencias o bocas de incendios, a menos de 1,5 metros de buzones de correos, quioscos y nunca podrán impedir la visión frontal de escaparates, rótulos o instalaciones similares de terceras personas. Es obligatorio dejar entre 1,50 y 1,80 metros libres en las aceras, según el ancho de cada caso, y se prohibe ocupar calzadas, con la exigencia de “dejar un itinerario peatonal accesible entre los veladores y la línea de la fachada o convertir la terraza en detectable para las personas con dificultad visual”.

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