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Juan Turnes | Jefe del servicio de Digestivo del CHOP

“Una de cada cinco personas padecen hígado graso, una proporción casi de pandemia”

El área sanitaria trata a unos 65 enfermos de cáncer de hígado, 20 de ellos en fase curativa

Juan Turnes junto a un cartel sobre enfermedades del hígado. // GUSTAVO SANTOS

El sexto tipo de cáncer más frecuente es el de hígado, aunque en cuanto a mortalidad los expertos lo sitúan en el tercer puesto. El 90% de estos tumores son hepatocarcinomas. El de octubre es cada año el mes de concienciación sobre esta enfermedad y el jefe del servicio de Digestivo del Complexo Hospitalario de Pontevedra (CHOP), Juan Turnes, profundiza sobre ella con FARO.

– ¿Cuál es la importancia del hígado en este entramado tan complejo que es el cuerpo humano?

– Dedicándome yo a las enfermedades hepáticas, siempre diré que es importante para todo. Pero para hacernos una idea sobre su importancia, podríamos hacer una analogía: si el corazón es el sistema de bombeo de una ciudad, el cerebro los órganos pensantes, el hígado sería, básicamente, las fábricas. En el hígado se producen la mayor parte de las proteínas, se modifican los hidratos de carbono que provienen de la dieta, se crean vitaminas nuevas, se procesa todo lo que recibimos a través de la alimentación para luego ponerlo a disposición del resto del organismo. Y hace un papel fundamental en la eliminación de todas las sustancias tóxicas, las modifica para inactivarlas y eliminarlas a través de la orina o de la bilis a través de la ruta de las heces. Pero es que además produce muchas proteínas fáciles de entender, como las que son clave en el sangrado de las heridas. Es un órgano con muchas funciones y tiene una propiedad especial que lo distingue del resto: su capacidad de regeneración extraordinaria, es capaz de sobreponerse a daños graves de una forma que no lo hace ningún otro.

– A nivel paciente, ¿en qué le beneficia esto?

– Si una persona se tiene que operar porque tiene un tumor o porque dona la mitad de su hígado en vida, a las cuatro semanas éste ya se ha regenerado y vuelve a tener el tamaño anterior a la operación.

– ¡Es un súper órgano!

– Es un órgano lleno de curiosidades y que hace muchas tareas. Por eso cuando es dañado al principio no produce ningún síntoma, porque tiene esta capacidad para ir contrarrestando el efecto de ese daño. Pero si ese daño persiste en el tiempo, años o décadas, es cuando aparece una cirrosis hepática y el cáncer de hígado.

"Si una persona se tiene que operar porque tiene un tumor o porque dona la mitad de su hígado en vida, a las cuatro semanas éste ya se ha regenerado y vuelve a tener el tamaño anterior a la operación"

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– Una enfermedad que tendemos a asociar al alcohol.

– El cáncer de hígado en sí tiene un estigma que tienen todas las enfermedades que afectan a este órgano, que se asocian al alcohol, al consumo de drogas. Y este estigma hace mucho daño a la hora de poder diseñar campañas para poder mejorar la salud hepática de las personas. Esto que podía tener un componente de veracidad hace una década o dos, ha cambiado radicalmente porque la tercera causa de cirrosis y cáncer de hígado es el hígado graso, un trastorno asociado a nuestros hábitos de vida, al sobrepeso, a la diabetes, hipertensión... que tienen una de cada cinco personas ya en España y que está alcanzando proporciones de pandemia en los países occidentales. Es algo al que tenemos que prestar más atención los profesionales sanitarios, la población en general y las administraciones.

– ¿El hígado graso termina afectando a otros órganos que funcionan en conjunto con el hígado?

– Se llama hígado graso, pero es una expresión que afecta a todo el organismo, es un síndrome metabólico, un compendio de factores. Las personas que la padecen sufren por lo general del corazón, tienen problemas vasculares a nivel cerebral, pueden acumular exceso de grasa en otros órganos porque tienen sobrepeso... No hay un problema en una ruta metabólica que se pueda corregir con un solo fármaco.

– ¿Cómo se logra entonces?

– En Pontevedra participamos activamente tanto en nuestras líneas de investigación como en ensayos clínicos, tenemos más de nueve para tratamientos de esta enfermedad, y la experiencia constante es que nos va a llevar más tiempo de lo que pensábamos en encontrar una solución para esta enfermedad.

“En la consulta de Hepatología vemos a unos 5.500 pacientes al año, de los cuales más de la mitad tienen cirrosis”

– ¿Qué incidencia tiene el cáncer de hígado?

– En España tenemos entre 5.000 y 6.000 nuevos casos cada año. El problema es que la mortalidad es muy alta y esta cifra es casi igual a la de fallecimientos.

– ¿Cuántos pacientes con problemas de hígado tienen en el CHOP?

– En la consulta de Hepatología vemos más de 5.500 personas al año, de las cuales algo más de la mitad tienen un cirrosis y están haciéndose ecografías semestrales.

– ¿Y pacientes con cáncer?

– El número es relativamente pequeño, porque la mortalidad es muy elevada. Tenemos aproximadamente entre 40 y 45 pacientes en fases de tratamiento no curativas. Curativas son menos, unos 15 o 20 con respuesta completa sin rastro de tumor. Desde finales de 2020 introdujimos una nueva técnica, que en vez de quemar por calor se hace utilizando microondas. Mejora la curación.

– ¿No funcionan los tratamientos?

– No es por eso, ya que cada vez hay mejores tratamientos, sino porque se diagnostica tarde porque no se identifica a las personas en riesgo en controles de salud rutinarios o a partir de ciertas edades.

– Usted insiste en la importancia de hacer controles cada seis meses, ¿lo está haciendo el Sergas?

– Sí, es uno de los mensajes centrales que queremos difundir. Igual que hay programas de prevención del cáncer de mama o de colon o de cuello de útero, en el caso del de hígado, una simple ecografía cada seis meses permite diagnosticar los casos en fases precoces. La filosofía es que se hagan a aquellas personas que ya tengan una cirrosis. Se está haciendo, pero de una forma mejorable. Sabemos que hay enfermos con cirrosis que no están bien identificados ni en seguimiento por un especialista de enfermedades del hígado. La prueba de ello es que la mitad de los cánceres se diagnostican fuera de estos programas de ecografías. Y de ellos el 70% ni siquiera sabían que tenían cirrosis.

– ¿Qué supone esto?

– Que son diagnosticados en una fase avanzada y tienen menos opciones de tratamiento curativas y el futuro que les espera es preocupante.

“Animamos a beber tres tazas de café al día”

– ¿Cuáles son los síntomas de la cirrosis?

– Este es un problema del órgano en general. El hígado aguanta hasta que pierde aproximadamente el 90% de su capacidad de trabajo, es decir, cuando hay  un daño enorme. Le queda muy poco margen cuando empieza a manifestar síntomas, por lo que ya es tarde. Es totalmente silencioso. Como mucho, puede provocar alteraciones analíticas. Podemos estar ante un enfermo con una cirrosis hepática y que tenga las transaminasas, marcadores del hígado, normales. Lo que sí conocemos son los tóxicos que dañan el hígado, lo que nos permitiría mejorar la aproximación a nivel poblacional para poder mejorar las medidas de detección precoz.

– Cuando sí hay síntomas evidentes, ¿cómo son?

– Suelen ser ictericia, cuando la parte blanca del ojo se pone amarilla, la orina es muy oscura y hay hinchazón abdominal. Esto ocurre cuando el tumor es muy grande y está provocando una alteración seria de la función del hígado. Cuando esto es así, raramente podemos ofrecer tratamientos que puedan aspirar a curar la enfermedad. No podemos confiar en los síntomas porque van a aparecer siempre en fases tardías. Esto de nuevo refuerza la importancia del cribado.

– ¿Cuáles son los consejos para cuidar nuestro hígado?

– Si sabemos que tenemos una hepatitis viral debemos consultar a nuestro médico, reducir el consumo de alcohol, entre el que se incluye el vino de casa. Hay que tener hábitos de vida saludable, hacer ejercicio mejora la capacidad de regeneración del hígado y de eliminar su grasa. Por último está el consumo de café. Hace años que sabemos que estudios señalan al café como protector del desarrollo de cirrosis y en personas con ésta, del desarrollo de cáncer. Los efectos beneficiosos serían a partir de tres tazas al día.

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