Pontevedra vivió estos días un nuevo acto vandálico en uno de sus inmuebles más emblemáticos. Así, el edificio del Museo de Pontevedra Fernández López amaneció con una pintada que prácticamente ocupa la totalidad de uno de los muros exteriores, en concreto, el situado en la bifurcación de la calle Pasantería hacia la calle Laranxo.

Este edificio está catalogado como Ben de Interese Cultural (BIC), por lo que esta acción, teniendo en cuenta la Lei do Solo de Galicia, podría salirle muy cara al autor o autores, puesto que eleva la sanción a este tipo de agresiones sobre el patrimonio catalogado como BIC hasta los 150.000 euros.

Desde hace meses, la zona del centro histórico de la ciudad, así como sus diferentes monumentos están viviendo la proliferación de este tipo de actos vandálicos que, si bien inicialmente comenzaron a aparecer en paredes y puertas de edificios privados, ahora ya se pueden ver, y no en un tamaño discreto precisamente, en la fachada del Teatro Principal, el monumento a Alexandre Bóveda (en la plaza de Curros Enríquez), las figuras de El Fiel Contraste (detrás de la casa consistorial)...

Es el caso de la figura de una calavera con una estrella en la frente y cuernos salientes que, literalmente, invade el casco histórico de la ciudad y que en las últimas pintadas registradas ya aparece firmada como "O neno do demo".

Aunque es habitual entre algunos grafiteros dejar su impronta en diferentes lugares de una misma localidad, a los ojos de la ley esta acción se pena con multas de entre 100 y 6.000 euros, según la Lei do Solo de Galicia, que eleva la cifra hasta los 150.000 euros en caso de que la agresión se produzca a un patrimonio catalogado BIC.

La diferencia entre los supuestos leves y los graves radica en la reincidencia de los actos y en que estos provoquen daños irreparables, entendiendo por esto último que exijan la sustitución del elemento afectado. En todo caso, para atribuir a una persona un grafiti o pintada en un lugar no cedido es imprescindible que este sea pillado “in fraganti”.