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Yoga: la otra “vacuna” de la pandemia

Los centros de meditación registran cada vez más demanda en Pontevedra, imponiéndose como “guardianes del bienestar frente al estrés postpandémico”

Una clase de yoga en el centro Espaciom, que dirige Michael Beloso Gustavo Santos

Si bien no existen los milagros, son tantos los beneficios que tiene la práctica del yoga para la salud que, este arte, en todas sus formas, podría llegar a considerarse la materialización de un prodigio. Hay múltiples estilos, como el Hatha, el Iyengar, o el Astanga yoga, pero un único objetivo: el bienestar.

El término yoga proviene del sánscrito y quiere decir unión, la unión del cuerpo y la mente. Una unidad que se alcanza a través de poses corporales y de la respiración, para conseguir un estado meditativo. Originada en la India, hace 5.000 años, llegó a Occidente el siglo pasado, en la década de los años 60 y 70, con un enfoque más bien físico. Hoy en día, el yoga se ha popularizado a nivel mundial y sus adeptos, los “yoguis”, buscan la conexión con las emociones para lograr el equilibrio físico y mental.

Pontevedra no es una ciudad ajena a esta práctica, y cada vez son más las personas que incorporan el yoga a su filosofía de vida, sobre todo, desde el estallido de la pandemia. Michael Beloso, profesor del centro de yoga, Espaciom, en la Praza de España, comenzó su vínculo con esta disciplina en el año 2018. “Estaba trabajando en Madrid y fue la curiosidad por descubrir los beneficios del yoga lo que me llevó a apuntarme a clases”. El idilio fue tal, que un año después Michael estaba viajando a la India para formarse como monitor. “Tras meses de aprendizaje, decidí dejar mi trabajo e instalarme en Pontevedra”. Así, aparcó su carrera en el ámbito de la comunicación institucional, para dedicarse a instruir, “a ayudar al bienestar físico y emocional”.

Como la llegada de la pandemia, los centros de yoga tuvieron que frenar su actividad, si bien, para regresar aún con más fuerza. “Este mes de septiembre se nota un incremento en la demanda de las clases, puede estar detrás el estrés de la situación sanitaria, y las ganas de retomar la normalidad”. El instructor considera que, si algo bueno tuvo el coronavirus, fue “la mayor preocupación por la salud que ha generado”. “La personas quieren cuidarse, y ese malestar que arrastraban de tiempo atrás se ha vuelto más evidente a raíz de la complejidad social que el virus propició, derivando en un creciente interés por el yoga”. Más allá de la práctica física, el maestro considera que hay algunos principios del yoga que pueden no ser muy conocidos por los entusiastas del fitness contemporáneo. “El yoga es un camino espiritual, los ejercicios físicos solo cumplen una décima parte de su definición; conseguirás un cuerpo saludable y flexible, pero también se trabaja, por ejemplo, la respiración y la relajación, pudiendo disminuir los problemas de estrés y ansiedad”. Y es que, en el mundo del yoga, “no existe la disociación del cuerpo y la mente”.

En cuanto al perfil de los alumnos, Michael destaca el grupo poblacional de mediada edad, de 30 a 50 años, “incluso hay una tendencia a la inscripción de jóvenes universitarios”. En su clases trabaja el estilo Hatha Yoga, “la base de la que parten todas las nuevas modalidades creadas en este siglo”; pues considera que la disciplina ha experimentado “un proceso de comercialización, llegando a perder la tradición”. Michael no habla de niveles, “las clases de adaptan a la anatomía de cada alumno, de manera que, cualquier persona, puede iniciarse en el yoga”.

Anxo Corbillón imparte una sesión de yoga en su centro LoTo Yoga Gestalt Meditation | // GUSTAVO SANTOS Gustavo Santos

Otro de los ejemplos del furor que el yoga despierta en la ciudad del Lérez es el centro LoTo Yoga Gestalt Meditación, en la Praza da Ferrería, donde su propietario, Anxo Corbillón, confirma el aumento en la demanda de clases derivada de la pandemia. “Las personas buscan vías no farmacológicas para combatir situaciones de angustia y ansiedad, y el yoga ofrece esas respuestas, es el puerta de entrada para la conexión con nuestro interior”. Corbillón abrió su estudio en Pontevedra en el año 2018, después de 26 años dedicado al trabajo en la banca, y confiesa que, aunque ahora la situación haya mejorado, “el año 2020 fue especialmente difícil también para las escuelas de yoga”. En su caso, optó por la instalación de estructuras telemáticas, “con las que pudimos impartir clases online”, y, a pesar de que considera imprescindible el contacto con el cliente, relata que descubrió “la capacidad de transmisión del mundo digital”, manteniendo las el servicio para todas las personas que no tengan el tiempo para desplazarse hasta el centro.

Anxo define el yoga como una actitud, “un camino de paz y tranquilidad, que nada tiene que ver con el fitness”, y destaca como una de sus características esenciales frente al estrés la capacidad de distensión. “Es como un gimnasio de la propia atención; debemos saber como tensamos nuestro cuerpo para aprender a destensarlo. Se busca deja de pelear con nosotros mismo para lograr paz y equilibrio”. Y es que el yoga se ha definido en muchas ocasiones como la “vacuna” frente al estrés y la incertidumbre. Un método para practicar el optimismo, porque el primer paso para cambiar por dentro, es creer que se es capaz de hacerlo.

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