Uno de los 21 acusados por la descarga de un alijo de 2.000 kilos de cocaína a bordo del remolcador Titán III en el año 2018, se autoinculpó en la tercera sesión de este juicio, que se celebra en la Audiencia de Pontevedra. Este imputado, M.O.D., admitió haber actuado como intermediario en la operación, poniendo en contacto a otros implicados y reconoció al fiscal que su función en la operación sería recibir y guardar la droga una vez llegase a la costa. “Me cogió en un mal momento. Tuve muchas ocasiones antes de hacer algo así y nunca lo hice, ni se me ocurriría, pero esa vez me cogió en un mal momento y me arrepiento mucho”, aseguró.
Con su declaración, este acusado implicó a otros imputados que le acompañan en el banquillo, pero sin profundizar demasiado en la responsabilidad de cada uno. Se limitó a decir que asistió a reuniones en las que estaban presentes otros procesados, pero no concretó qué papel tendría cada uno.
“Me cogió en un mal momento. Tuve muchas ocasiones antes de hacer algo así y nunca lo hice, ni se me ocurriría”
Al iniciar su declaración, M.O.D. indicó que solo respondería a las preguntas del fiscal y de su abogado. Durante el interrogatorio, otros acusados se quejaron al tribunal porque no se escuchaba al declarante. “Señoría, me interesa lo que está diciendo y no oigo nada; yo conozco a M. y sé que él puede hablar más alto”, llegó a protestar un acusado, después de anteriores quejas por el volumen de voz de M.O.D., al que la presidenta del tribunal solicitó en varias ocasiones que hablase más alto. Los acusados se encuentran muy distanciados en la sala en cumplimiento de las medidas COVID.
El arrepentido explicó que entró en contacto con la trama del Titán III porque acudió a la casa de otro de los acusados, J.S.V. para cobrar una factura por una mercancía de marisco, actividad a la que se de dedicaba. Allí le hicieron partícipe de la operación que estaban preparando. Él aportó que conocía algunas personas que podrían facilitar algunos de los medios que necesitaban.
Así, y porque “me cogió en un mal momento” –repitió en varias ocasiones– se involucró en la trama que habría de traer el alijo de 2.000 kilos de cocaína. “Yo no estaba preparado para esto, nunca me había metido en una cosa de estas”, insistió este arrepentido.
En la vista celebrada ayer también declaró J.S.V. y su cónyuge M.N.S. Ambos se exculparon de esta operación de narcotráfico y admitieron que algunos de los implicados acudían a su finca de Meis como amigos. Matizaron que lo que el fiscal califica de “reuniones” no eran más que encuentros de amigos y conocidos en la finca. Lo hacían siempre en el exterior de la casa y nunca dentro de la misma, según subrayó M.N.S. en varios momentos de su declaración.
J.S.V. alegó que había estado en prisión anteriormente, que estaba vigilado por ello y que cada 15 días acudía al Centro de Inserción Social, donde la trabajadoras, al igual que también hacía su mujer, le recordaban “que no hiciera ninguna tontería”, porque lo contrario le supondría volver a entrar en prisión.
En su escrito de acusación, el Ministerio Público afirma que los procesados “estructuraron sus relaciones” con “un esquema de actuación piramidal” para “participar lucrativamente en la importación de un cargamento de cocaína” llegado a España por vía marítima.
El 7 de agosto de 2018 se llevó a cabo el abordaje del remolcador Titán III por la Policía y se detuvo a sus cuatro tripulantes. La Fiscalía solicita más de 220 años en penas de prisión además de multas millonarias (más de 2.000 millones). La acusación pública trata de probar la existencia de una estructura organizada dedicada al tráfico de estupefacientes y que habría intentado introducir en Galicia un alijo de cocaína valorada en más de 50 millones de euros.