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El número de receptores de la Risga en la ciudad de Pontevedra cae a 236 en un año

Voluntarios del banco de alimentos de Monte Porreiro repartiendo diferentes productos. Gustavo Santos

La recesión económica provocada por la irrupción de la pandemia del COVID hace ya año y medio ha tenido un impacto dramático en el mercado laboral y, como consecuencia, un agravamiento de las desigualdades entre la población, de manera que el número de personas en riesgo de pobreza o exclusión social se ha visto incrementado considerablemente al mismo tiempo que los obstáculos para cubrir las necesidades más básicas, como la alimentación o el acceso a la vivienda.

La ciudad de Pontevedra no está exenta de esta cruda realidad en la que las entidades sociales han jugado un papel fundamental a la hora de prestar apoyo a los colectivos más vulnerables, así como las diferentes prestaciones de las administraciones.

En este sentido, según datos facilitados por la Consellería de Política Social de la Xunta de Galicia, a 31 de agosto de 2021, un total de 236 pontevedreses requirieron la Renta de inclusión social de Galicia (Risga). A la espera de compilar los datos del último trimestre del año y aunque esta cifra es similar a la registrada el pasado 2020, cuando fueron concedidas un total de 277 prestaciones, lo cierto es que en los últimos años se ha constatado un descenso en el número de preceptores de la Risga en la Boa Vila.

En este sentido, cabe destacar que en el año 2019 fueron otorgadas 311 risgas en la ciudad de Pontevedra, lo que suponen 34 más que en el año 2020, ejercicio en el que estas prestaciones se redujeron prácticamente en un 11%.

Estableciendo una comparativa con las cifras actuales, a pesar de que estas podrían variar una vez finalizado el último trimestre de 2021, teniendo en cuenta los datos de 2019, la caída de beneficiarios de la Risga en Pontevedra ciudad se situaría en un 25%, mientras que respecto al año del comienzo de la pandemia, el número de receptores es a día de hoy se vio reducido en un 14,81%.

Cambio en las prestaciones

El hecho de que en los últimos años la cifra de los receptores de la Risga residentes en la ciudad capitalina haya disminuido poco tiene que ver con la mejora del nivel económico de la sociedad pontevedresa. Así, esta realidad viene derivada de la entrada en vigor del Ingreso Mínimo Vital (IMV) en el mes de junio de 2020. A este respecto, desde Política Social confirman que “ao ser esta axuda, de xestión estatal, incompatible coa Risga, moitos beneficiarios transitaron a esta prestación”, destacaron fuentes de la consellería.

En relación a esta cuestión, hay que señalar que el Gobierno central impulsó el IMV, una renta mínima para aquellas personas con escasos ingresos muy similar a la Risga gallega y a otras prestaciones autonómicas. En el caso de Galicia, ambos recursos son incompatibles, puesto que quien cobra una no puede percibir la otra. En cuanto a las cuantías económicas correspondientes, el Ingreso Mínimo Vital supone una aportación mensual de entre 461 y 1.015 euros, en función de la situación familiar, mientras que la Risga oscila entre los 403 y los 726 euros al mes.

Durante el pasado 2020, año de la puesta en marcha del IMV, en la comunidad gallega recibieron la Risga 13.313 personas, a las que se suman otras 12.000, aproximadamente, que fueron beneficiarias del Ingreso Mínimo Vital.

La realidad a pie de calle

Una de las entidades de la ciudad que ha constatado el cambio socioeconómico derivado de la pandemia del COVID es la Asociación Boa Vida, que centra su labor en la lucha contra la pobreza y la exclusión social con el objetivo de disminuir las desigualdades.

Uno de los trabajadores sociales de la asociación, Víctor Regueira, comenta que, “debido ao parón de actividade das empresas con motivo da pandemia, moitas persoas perderon os seus empregos e supuxo un duro contragolpe a nivel económico”. El profesional apunta que “se xa non tiñan unhas economías folgadas, porque viñan arrastrando as outras crises e a situación era delicada, pois en moitos casos traballaba un só membro da familia, coa chegada da pandemia detectamos un forte incremento do risco de exclusión social derivado da pobreza laboral”.

La pobreza tiene rostro de mujer y muchas no piden ayuda

Desde la Asociación Boa Vida no solo destacan que la emergencia sanitaria también ha derivado en un incremento del número de personas en riesgo de exclusión social, sino que también se ha registrado una modificación en el perfil de las personas que pasan a formar parte de este colectivo.

El trabajador social de la entidad Víctor Regueira señala que, si bien es cierto que a la asociación pontevedresa suelen acercarse más varones a solicitar ayuda, la pandemia ha repercutido de forma muy negativa en la situación socioeconómica de muchas mujeres. En este sentido, Regueira señala que “comprobamos que se rexistrou un aumento de mulleres, tanto de nacionalidade española como doutras nacionalidades. E o certo é que este último perfil, o de muller e migrante en situación de pobreza, antes da pandemia non era un perfil que chegara á nosa asociación”.

Acudir a Servizos Sociais ou a entidades como a nosa non é sinxelo, pero sempre intentamos chegar a toda a poboación

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Este profesional pontevedrés indica que “moitas constitúen familias monoparentais e se xa o seu acceso ao mercado laboral era complicado nunha situación normal, nun contexto de crise, isto agrávase, e preocúpanos especialmente ese perfil de mulleres que pasaron de ter un traballo e de estar integradas na sociedade a verse nunha situación de vulnerabilidade, e que malia ese cambio social non se achega a nós para pedir axuda. Somos conscientes de que dar o paso e acudir a Servizos Sociais ou a entidades como a nosa non é sinxelo, pero sempre intentamos chegar a toda a poboación”.

En la actualidad, Boa Vida continúa su labor con aquellas personas que no logran acceder de nuevo al mercado laboral o recuperar sus economías domésticas. En este sentido, Víctor Regueira afirma que “parece que as personas de nacionalidade española van tendo algo máis de traballo, mentres que os usuarios procedentes doutros países teñen máis dificultades e son as persoas que máis risco teñen de caer nunha situación de pobreza”.

A pesar de las nuevas ayudas, algunas personas se vieron en un callejón sin salida

A la hora de paliar los efectos de la crisis sanitaria, la puesta en marcha de nuevas medidas con el objetivo de prevenir la pobreza y las situaciones de vulnerabilidad social por parte de las administraciones supuso un balón de oxígeno para muchas familias, pero otras se vieron en “un callejón sin salida”.

El trabajador social de Boa Vida Víctor Regueira explica que “axudas como a tarxeta monedeiro da Xunta, destinada á compra de alimentos, produtos de hixiene e farmacia, tivo moita repercusión porque foi unha axuda máis directa, pero outras como Ingreso Mínimo Vital, na que pasaron bastantes meses dende que se tramitou ata que se percibiu, supuxo para moitas familias unha vía sen saída, debido ao embude administrativo. Ademais, os servizos sociais dos concellos víronse saturados”.

O incremento da pobreza na cidade de Pontevedra foi considerable

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Ante esta realidad, Regueira asegura que “o incremento da pobreza foi considerable”, añadiendo que “moitos dos usuarios que nos chegan son doutros países e ao non ter experiencia laboral aquí, se xa antes da pandemia era complicado para eles o acceso ao mercado laboral ou á vivenda, agora moito peor, porque non é doado atopar un piso no que non vaia por diante un contrato laboral antes de asinar”.

Para evitar la agudización de la pobreza en la ciudad, la Asociación Boa Vida puso en marcha en su momento una tarjeta monedero a menor escala que la de la Xunta, de manera que, según apunta Víctor Regueira, ”achegabamos aos usuarios unha economía suficiente para que pudieran mercar produtos perecedeiros, como carne ou peixe, que son produtos que no banco de alimentos non podían atopar, e moitas destas familias tiñan fillos que os precisaban”.

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