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Javier del Valle-Inclán Alsina | Escritor

“Nos habría gustado que el legado de Valle- Inclán se hubiese quedado en Pontevedra”

Reeditan la novela póstuma del literato, “El Trueno Dorado”, publicada en 1936

Javier del Valle-Inclán Alsina, que firma la introducción y apéndices de “El Trueno Dorado”. S.R.

Varios meses después del fallecimiento del maestro se publicó por primera vez “El Trueno Dorado”, que Valle-Inclán había finalizado en 1935 mientras recibía tratamiento en un sanatorio compostelano. Su nieto, Javier del Valle-Inclán Alsina, firma la introducción y los numerosos apéndices de la reedición de la novela. Se trata de fotografías, cartas o manuscritos que forman parte del extenso legado familiar y que finalmente no se incorporarán al Museo de Pontevedra, tras fracasar las negociaciones para la cesión.

–¿De dónde proceden los fondos de la reedición de “El Trueno Dorado”?

–Son parte de dos fondos documentales: los manuscritos, junto con la biblioteca de Ramón del Valle-Inclán, se encuentran depositados en la Universidade de Santiago de Compostela y de su estudio y edición se ocupa la Cátedra Valle-Inclán, que dirige la profesora pontevedresa Margarita Santos Zas. Las fotografías y las cartas forman parte de un singular fondo compuesto por decenas de misivas y algún ciento de fotografías, así como obras de arte.

–¿Qué tipos de obras incluye el legado de su abuelo?

–Cuadros de autores gallegos, mexicanos, burgaleses, madrileños, catalanes... esculturas, grabados, muebles, condecoraciones y un largo etcétera. Todavía no hemos logrado encontrarles cobijo, tras fracasar las negociaciones con el Museo de Pontevedra. Nos hubiese gustado que ese conjunto de obras de arte y cuanto le he nombrado muy por encima se hubiera quedado en Pontevedra para disfrute de la ciudadanía. No ha podido ser. Calculo que el Comité Asesor del Museo habrá sido consultado al respecto, y que la presidenta de la Deputación es conocedora de la situación. Qué le vamos a hacer.

–¿Cómo surgió la idea de reeditar “El Trueno Dorado”?

–Esta novela corta resulta casi desconocida para el gran público que ha leído otras obras de Ramón del Valle-Inclán, de modo que la editorial Rasmia consideró oportuno sacar una nueva edición corregida, anotada e ilustrada con fotografías, alguna no publicada antes, reproducciones de cartas cruzadas entre Valle-Inclán y Manuel Chaves Nogales y manuscritos.

–¿Por qué específicamente esta novela de su abuelo?

–Pues por lo que avancé antes. “El Trueno Dorado” se había publicado hace años, pero con erratas, y alguna que otra nota aclaratoria que más bien encaminaban a quien leyere la novela por caminos equivocados. Se imponía una edición más rigurosa que al tiempo resultara atractiva pensando en abordar al público más amplio, no sólo al especializado.

–¿Cómo se publicó inicialmente?

–Apareció por entregas en el diario madrileño Ahora del que Manuel Chaves Nogales era uno de los responsables. Fue la última novela que escribió Ramón del Valle-Inclán y lo hizo mientras se encontraba internado en el sanatorio compostelano del doctor Villar Iglesias. Tras su fallecimiento en enero de 1936, la novela se publicó en el diario antes citado.

–Plantea que “El Trueno Dorado” es “Ecos de Asmodeo”, publicada en 1926...

–Sí, con algún añadido más, muy significativo por otra parte. Me refiero a la aparición en “El Trueno Dorado” de un personaje histórico, el anarquista gaditano Fermín Salvochea, al que Valle-Inclán pudo conocer en Madrid aunque no hay una referencia a la que asirse. Salvochea es una figura del republicanismo federal de finales del siglo XIX, en primer lugar, y del anarquismo español de comienzos del XX, en segundo, y del que se han ocupado otros autores, como Vicente Blasco Ibáñez. La biografía de Fermín Salvochea es digna de ser filmada y está rodeada de una aureola de leyenda que resultaría atractiva para todos los públicos.

–En esta obra su abuelo se vale del esperpento para evidenciar de un modo dramático las diferencias entre clases sociales...

–Es que lo que se cuenta en “El Trueno Dorado” no es otra cosa que un episodio dramático de la vida de dos estratos sociales separados por un abismo de riqueza: unos golfos de clase alta desgracian a un guardia arrojándolo, por pura diversión, por la ventada de un local nocturno madrileño. Para que su crimen quede impune, contratan los servicios de un elemento que desviará con pistas falsas a los sabuesos policiales hacía un inocente que nada sabe y en nada tiene que ver con los hechos. Y Salvochea emerge como un apóstol de la Idea anarquista entre los desheredados, los pobres y los parias para denunciar al Estado y a sus leyes, que condenan al débil y protegen al delincuente cuando viste capa y sombrero de copa.

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