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Las cuatro lonjas de la ría regresan a los ingresos de hace una década

Subasta de bivalvos en la lonja de Campelo, en Poio. Rafa Vázquez

Las cuatro lonjas que operan en la ría –Campelo en Poio, Marín, Portonovo en Sanxenxo y Pontevedra– subastan menos mercancía que nunca pero sus ingresos se han disparado hasta el punto de recuperar las cifras de facturación de hace una década. Así se pone de manifiesto en los balances provisionales del portal pescadegalicia.gal de la Consellería do Mar correspondientes al periodo de enero a agosto de este año.

En ese tiempo, estas cuatro rulas suman cerca de 7,4 millones de facturación, lo que supone un 62% más que la cifra alcanzada en el mismo plazo de 2020, que apenas superó los 4,5 millones. Aunque el resultado del pasado año aparece lastrado por los efectos del COVID, los confinamientos y otros obstáculos derivados de la pandemia, el presente ejercicio también ha notado los efectos de la emergencia sanitaria.

Frente a este aumento del 62% en el balance económico, la mercancía subastada ha sido más baja que nunca, apenas 1,4 millones de kilos entre las cuatro cofradías, la mitad, por ejemplo, de lo que pasó por las rulas en 2019 entre enero y agosto y muy lejos de los casi cinco millones de kilos del mismo periodo de 2017. La primera conclusión es que el pescado y el marisco están este año mucho más caros que hace doce meses, un fenómeno que ya se ha constatado en el sector hostelero y en el Mercado de Abastos de Pontevedra, con precios disparados en algunos productos. Este aumento de precios tiene su reflejo en las cotizaciones en lonja y en sus cifras de facturación. Los 7,4 millones de este año están ligeramente por encima de los 7,35 de 2019, el año prepandemia, y en la última década solo 2018 (8,2 millones) supera este último balance provisional. Hay que remontarse a 2012 para encontrar unos ingresos de 7,5 millones en ocho meses, aunque, eso sí, con un volumen de mercancía bastante mayor, 2,6 millones de kilos, el doble que ahora.

En una división absoluta entre los ingresos y los kilos de todo tipo de productos del mar, este año resulta una media de 5,4 euros por cada kilo subastado, mientras que en 2020 apenas se llegaba a tres euros.

Es la lonja de Campelo la que encabeza esta recuperación económica en las cuatro rulas de la ría, si bien todas presentan un mejor estado económico que hace un año. Si la lonja de Poio cerraba agosto de 2020 con unos ingresos de 2,2 millones tras subastar 225 toneladas, especialmente de bivalvos, ahora ya son 4,5 millones de euros, el doble que entonces. Además, en este caso sí hay más mercancía subastada, unas 350 toneladas. En todo caso, se observa una excesiva dependencia de la almeja japónica, ya que esta única especie supone unos ingresos este año de 3,2 millones de euros con más de 277 toneladas. Muy lejos aparecen los 450.000 euros de la almeja babosa y los 411.000 de la fina, que suman algo más de 30 toneladas capturadas hasta ahora en los bancos de la ría. Los ingresos por almeja japónica suponen el 44% de todos los de las subastas de la ría.

Marín, con 1,8 millones facturados este año, también supera ligeramente el balance de los ocho primeros meses de 2020, que fue de 1,5 millones aproximadamente. También hay un pequeño aumento del número de kilos, al pasar de 535 toneladas a 665.

Es la subasta de Portonovo la que provoca que el resumen conjunto de las cuatro rulas refleje un descenso global de las capturas. Por esta lonja de Sanxenxo pasaron entre enero y agosto del pasado año cerca de 685 toneladas, frente a las 340 actuales, es decir, la mitad. Eso sí, pese a ese descenso, los ingresos son mayores, al pasar de 835.000 euros a 938.000. Por su parte, la lonja de Pontevedra, ubicada en el mercado, ofrece resultados testimoniales tras el descenso progresivo de sus ventas a lo largo de los años, con el añadido de que su gestión tampoco es la mas correcta y se carecen de datos de algunos periodos del año. Con los resultados provisionales disponibles, solo se han subastado este año en esas instalaciones 5.200 kilos, sobre todo camarón, centolla y nécora, con unos ingresos de apenas 77.000 euros.

Menos días de cierre por toxina que el pasado año

Si 2020 estuvo marcado por el COVID, con cierres perimetrales y confinamientos que afectaron a la actividad de los profesionales del mar, la toxina también provocó largas periodos de cierre de los bancos marisqueros y las bateas de mejillón. En este último caso se llegó a 270 días en todo el año, es decir, casi el 75%. A día de hoy sin algo más de cien jornadas, si bien esta cifra aumentará ya que toda la ría cumpla varios días de cierre total por episodios tóxicos y aún no hay fecha de reapertura. En el caso del marisqueo, la zona V, la más próxima a A Barca, estuvo sin actividad 85 días el pasado año. Hoy, a falta de cuatro meses para completar el ejercicio, esta misma zona acumula 26 días de cierre y en la actualidad está abierta.

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